martes, 3 de septiembre de 2013

Tocando con los dedos el Paraíso (IV)



El lento y silencioso tránsito de este cauce por la cresta de la Sabika seguía la dirección natural marcada por la gravedad, es decir de este a oeste, sembrando de vida todo a su paso. Con el tiempo, sería capaz de crear un entramado urbano, compuesto de calles, palacios, al menos dos mezquitas y varios baños públicos, así como otros muchos edificios destinados a cubrir todas las necesidades de la corte. Mas en la época de Muhammad I todo indica que esa ciudad en miniatura era tan sólo un sueño y que la prioridad entonces era llevar agua hasta el final de la colina para terminar con relativa premura esa nueva Alcazaba de las que nos hablaba Ibn Idari. Se presume que la Torre de la Vela fue su residencia interina, aunque no hay pruebas. Pero la habitabilidad de la construcción es patente.
 
Vista de Granada desde el "apartamento" de la Torre de la Vela, habitado hasta hace no tanto por los encargados de tocar la campana de la Vela.
Ya señalábamos que no se puede afirmar que el primer emir mandase construir el resto del recinto amurallado, pero carece de sentido pensar que no fuese así, después de los milagros que debió obrar la acequia a su paso y las excelentes condiciones naturales de la Sabika. Además, pudo muy bien planear también la construcción de un palacio. Que no tengamos noticias o restos de este hipotética residencia real no quiere decir que no pudiese ser construida. La Alhambra no deja de depararnos sorpresas de tanto en tanto. Por ejemplo, ese viejo palacio hallado bajo el patio de los Leones, de cuya investigación sólo ha trascendido que data de los primeros años del Emirato nazarí, sin precisar a qué sultán pudo deberse tal obra (2).

El Palacio de los Leones, en obras, hasta hace poco tiempo.

(2) La noticia apareció en diversos medios de comunicación a mediados de febrero de 2011. He aquí una de ellas.

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