El
lento y silencioso tránsito de este cauce por la cresta de la Sabika seguía la
dirección natural marcada por la gravedad, es decir de este a oeste, sembrando
de vida todo a su paso. Con el tiempo, sería capaz de crear un entramado
urbano, compuesto de calles, palacios, al menos dos mezquitas y varios baños
públicos, así como otros muchos edificios destinados a cubrir todas las
necesidades de la corte. Mas en la época de Muhammad I todo indica que esa
ciudad en miniatura era tan sólo un sueño y que la prioridad entonces era
llevar agua hasta el final de la colina para terminar con relativa premura esa
nueva Alcazaba de las que nos hablaba Ibn Idari. Se presume que la Torre de la
Vela fue su residencia interina, aunque no hay pruebas. Pero la habitabilidad de la construcción es patente.
Vista de Granada desde el "apartamento" de la Torre de la Vela, habitado hasta hace no tanto por los encargados de tocar la campana de la Vela. |
Ya
señalábamos que no se puede afirmar que el primer emir mandase construir el
resto del recinto amurallado, pero carece de sentido pensar que no fuese así,
después de los milagros que debió obrar la acequia a su paso y las excelentes
condiciones naturales de la Sabika. Además, pudo muy bien planear también la
construcción de un palacio. Que no tengamos noticias o restos de este
hipotética residencia real no quiere decir que no pudiese ser construida. La
Alhambra no deja de depararnos sorpresas de tanto en tanto. Por ejemplo, ese
viejo palacio hallado bajo el patio de los Leones, de cuya investigación sólo
ha trascendido que data de los primeros años del Emirato nazarí, sin precisar a
qué sultán pudo deberse tal obra (2).
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El Palacio de los Leones, en obras, hasta hace poco tiempo. |
(2) La noticia apareció en diversos medios de
comunicación a mediados de febrero de 2011. He aquí una de ellas.
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