La
última piedra para completar este entramado urbano la puso Ismaíl I, el quinto
sultán, que inauguró una nueva línea dinástica, pues descendía de una rama
colateral de los Nazaríes. En efecto Ismaíl era nieto de Muhammad II pero no
hijo de Muhammad III, sino de la hermana de éste, Fátima. Aludimos a esta
cuestión, un tanto farragosa, porque a Ismaíl se atribuye la construcción de la
Rawda, o cementerio real, que terminó de configurar la estructura urbana.
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Emplazamiento del cementerio real, hoy apenas cimientos. Foto: http://fin-de-semana.org |
Todo
indica que esta construcción, situada junto a la calle Real Baja, entre la
mezquita y la zona palaciega, fue erigida para legitimar, de
algún modo, el trasvase dinástico. En efecto, se conservan algunas de las lápidas
funerarias reales, entre las que figura no sólo la del propio Ismaíl, sino
también las de su abuelo, Muhammad II, de quien se consideraba sucesor, y las
de su hijo y heredero, Yusuf I. En cambio se sabe que sus otros antecesores en
el trono, Muhammad I y Muhammad III, fueron inhumados extramuros de la
Alhambra, en un antiguo cementerio llamado de la Sabika. Las teorías más
fehacientes, apoyándose en Ibn al Jatib (3), aventuran que Ismaíl colocó bajo
la qubba central de la Rawda el cadáver de su abuelo y luego reservó dos
espacios para él mismo y su inmediato sucesor.
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