lunes, 10 de diciembre de 2018

Korea Flamenco Music



La vida te da sorpresas cuando menos te lo esperas. Como es encontrar por azar y yendo tras la liebre de la  curiosidad, una epatante mixtura que, como mi  matrimonio, es medio coreana medio española. Hablo de un experimento musical denominado Pansori meets Flamenco. El pansori es por excelencia la música tradicional coreana (del norte y del sur). 
Dije sorpresa y dije bien. Asombra la cercanía existente entre estos dos artes musicales. Eso lo notan y sienten tanto los flamencos como los myongchang, los "pansoriantes", armados con sus instrumentos respectivos y en buena armonía. El espectáculo se llama SoleArirang, cruce de Soleá y Arirang, dos palos emblemáticos de ambas tradiciones. Pero, escuchemos ya algo de Pansori-Flamenco:



Magnífica la compenetración de Duquende con Su-Jeong Chae, dama del pansori más "jondo".
Pero también se puede escuchar este otro espectáculo, con intérpretes más jóvenes, y por ello mas osados. Entre ellos Alba Carmona y Marta Robles, cantaora y guitarrista de Las Migas.



Sin duda mucho más atrevido este espectáculo que, por momentos, se torna caótico. Pero no está mal.
Y, para terminar, dentro de este experimento, que fue producido por la Korea Flamenco Company de Seúl, en 2011 y susbisguientes, rizamos el rizo con un cantaor español que aflamenca un pansori de marineros. Y lo hace en coreano y con el acompañamiento de un changu, un tambor coreano. Toma ya. 




Bueno, se me olvidó añadir que a la referida actuación del cantaor, sucede un pansori ortodoxo, que hará las delicias de los más curiosos, perdón por el ripio
Anyóikeseyó que en coreano viene a ser Nos vemos...

domingo, 9 de diciembre de 2018

Una visita galáctica al universo Gorlob o exposición de Guillermo Rodríguez de Lema (y III)




Seña distintiva del Universo Gorlob es su bien desarrollada ironía. “La máquina para destruir el Mundo”, por ejemplo, está repleta de ella. Obra cachivachesca, al leer sus instrucciones de uso en francés, resulta inevitable esbozar una sonrisa: “N’actionner ce dispositif que s’il est ABSOLUMENT  nécessaire. L’utilisation non justifiée sera punie. Utilisez avec moderation. Ne convient pas aux enfants sauf surveillace d’un adult”. Sin embargo, esa sonrisa se hiela cuando el autor aclara que el contador del artefacto es para víctimas del Apocalipsis.



Muy gorlobiano es también el amor por las cosas inútiles. Como el dispensador automático de papel higiénico, ese poco práctico aunque encantador artilugio. Lo mismo se puede decir de, qué maravilla, la máquina que fabrica el mejor café del mundo quemando libros.
Sus cuadros con figuritas que cuentan una historia o simplemente la dejan a medias para que la termine el espectador son de una pulcritud formal y conceptual exquisita. Como ese cuadro donde una máquina de arar siembra en los surcos notas musicales de “La Vi en rose”. En esta obra, y en general en todas las piezas gorlobianas, una idea genial es resuelta con una inspiración y pericia poco comunes. Eso ocurre también con el zapato de hombre y mujer, que recuerda, sin duda, a las viejas vanguardias.




Y hablando de vanguardias, la exposición de Gorlob dedica, cómo no, una esquina a la Pataphysica. Ubuescos resultan, por ejemplo, los pararañas  (pararaignées en francés) hechos con varillas de paraguas o el hombre libélula de madera. 

Hay un mostrador repleto de artilugios patafantásticos. Alguno de ellos ya los hemos visto en nuestras anárquicas reuniones, donde Guillermo (O Gorlob) nos sorprende siempre con una de sus criaturas. Así, el agua de iceberg que hundió al Titanic (con certificado de autenticidad). En ese expositor también están la bombilla que ha dejado de lucir por falta de ideas o la tabla de clavos doblados a los que hay que soplar para que se enderecen. Un objeto encantador que no conocía es la regadera anti sistema que echa agua sin pedir permiso. 


Patafísico es también el extintor que hay en el pasillo. Aunque el autor advierta en un cartel que no forma parte de la muestra, esa sarcástica advertencia ya lo convierte en otra pieza artística que nos recuerda los esnobismos del Arte Moderno.


Se podrían decir muchas más cosas sobre esta exposición y la visita que disfrutamos de la mano del esclarecido Gorlob, pero pararé aquí. No sin antes recomendar el blog de Gorlob, que se puede ver en este enlace. En él figuran, además, sus interesantes vídeo creaciones, de un Surrealismo genuino. Así el lector podrá seguir disfrutando de un autor y una obra que combaten “con absoluta rebelión la totalidad de la simpleza”, tal como ya expresó en su momento de manera preclara Alfred Jarry, el fundador de la Pataphysica.


viernes, 7 de diciembre de 2018

Una visita galáctica al universo Gorlob o exposición de Guillermo Rodríguez de Lema (II)




Nada más empezar, el primer balazo, un cuadro estantería con libros embadurnados de pintura parda; es decir, completamente inutilizados. Todo un sobresalto para alguien que escribe. Según el autor, tan cáustica obra representaría la fatuidad de perseguir el conocimiento, de tan vasto que es. Cada uno que piense lo que quiera. Por mi parte, pocas cosas me diviertan más que cazar conocimientos como conejos, en un juego en el que uno rivaliza consigo mismo. Lo que no resta, volviendo a la exposición, un gramo de genialidad a la librería inútil.
Muy cerca de la estantería del pánico dormita otra pieza con un planteamiento y resolución similares. Un par de lienzos también matéricos representan vidrieras enmarcadas por arcos ojivales y hechas de viejos teléfonos, cucaracherizados algunos. Todo cocinado en su propio caos. Con voz clara y cierta sorna, Gorlob simplemente señala que se intitula “Vidrieras de Santa  María de la comunicación” y enseguida comprendes. Con resignación añade: “Me faltan unos reclinatorios, entonces sí que parecería una catedral”. De inmediato, pensé en una simple solución: bastarían unos reclinatorios imaginarios.


Pero, el pastor apremia al rebaño de ovejas negras, que ya da síntomas de desmandarse y perderse en pequeñas conversaciones y chanzas, cosa natural por otro lado entre españoles. Afluyen los últimos patafísicos, algunos con calva y otros no, lo cual hace presagiar la anarquía. Pero no ocurrirá tal. Gorlob está dispuesto a todo con tal de finalizar la visita sin que la reunión patafísica se disuelva como azucarillo en el café de la tarde. Sabe que de lograr tal hazaña pasará a la Posteridad.
El siguiente impacto que recuerdo, aunque no sé si sabré describirlo bien, es un dios con orejas de retrovisor de bicicleta (de inspiración azteca, creo). Según supe, es una deidad preparada para recibir sacrificios. Aunque seguramente no haría ni caso porque, como pasa con los dioses, al llamarlos “todas las líneas permanecen ocupadas”. 


De hecho, hay varias obras que se plantean el tema de la divinidad, como hay otro puñadito que giran en torno a la degradación medioambiental, o a la revolución, más bien personal. Temas tan poco baladíes son los que flotan sobre el largo y ancho Mundo de Gorlob.


continuará...

jueves, 6 de diciembre de 2018

Una visita galáctica al universo Gorlob o exposición de Guillermo Rodríguez de Lema (I)



Todo empezó días después de la inauguración de su exposición. El artista (avant la lettre) Gorlob, también conocido como Guillermo Rodríguez de Lema, nos invitó a los del IPG (Institutum Pataphysicum Garnatensis) a una visita guiada; bocata di cardinale, incluso para un sátrapa trascendente.
A la puerta del Cuarto real de santo Domingo (arte prenazarí), estábamos seguros de que nos aguardaba una batería de sorpresas, que en el IPG ya nos conocemos todos. Más no podíamos imaginar que iba a ser como ver una de Hitchcock, horrorífica pero emocionante.


Una vez reunido un pequeño rebaño de patafísicos (luego llegarían algunas ovejas descarriadas), entramos en el monumento árabe por un inquietante corredor. Yo pensé automáticamente: “Demasiado blanco, como de hospital”. Inexplicablemente la restauración se ha desentendido del horror vacui del arte musulmán para pendular al ¿horror ornamenti? O sea, del recargamiento asfixiante a la asepsia decorativa.

Foto: Granadadirect.com

Es una opinión personal que bien podría ser cuestionada, desde luego. Al mismo tiempo, cierto es que el sobrepiso, donde está la sala de exposición, es un espacio muy bien acondicionado, perfecto para los cachatrostes  imposibles de Gorlob. Que qué es un “cachatroste”. Un injerto artístico de noble madera de olivo y piezas artificiales en metal y plástico, objets trouvés en la basura o en un trastero. Es la segunda vez que uso el francés; tal abuso está justificado. Es ésta una exposición vanguardista, de la avangarde de siempre, de ese mismo magma del que brota la Pataphysica. Además, está patrocinada por la Alliance Française en Granada. Por eso, los rótulos explicativos son en ese idioma y, si hace falta, traducidos al español.


Pero, siguiendo con la visita, Ya al llegar, soplaba un viento frío. Nos esperaba Gorlob, en mitad de su mundo perdido, cono recién bajado de su caballo pero sin sombrero y sin caballo. Frente a su triste figura de personaje de Sam Peckimpah, el rebaño se mostró inquieto. 



Como diría Adso, el novicio de El nombre de la Rosa, al principio de la película: “No es cuestión de enumerar pieza por pieza ni palabra por palabra lo que allí se vio y oímos. Bastará con recordar algunos de los sobresaltos que aquella increíble aventura iba a deparar”.

Continuará...



Alhambra inadvertida: Al borde del Extasis

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