lunes, 22 de mayo de 2023

Alhambra inadvertida: Curvas y rectas, volúmenes cruzados


De entre lo más epatante del Monumento nazarí está su arquitectura volumétrica. Las curvas de multitud de arcos armonizan a la perfección con las líneas rectas de frisos, paneles y zócalos, derivando en una cascada de perspectivas. Si uno se sitúa en un punto cualquiera para rotar la vista 360 grados captará, como en un caleidoscopio, variados diseños sin moverse del sitio. Tal que así, sucede al pie de una de las columnas de la parte central del Mexuar (lo más nazarí que queda en esa sala). 



Mirando hacia el capitel, desde éste parece desplegarse, como de un cáliz, una corola floral, cuyos sépalos son los elementos circundantes de yeso o madera bellamente labrados. Otro ejemplo de esta magia, generada por superposición de volúmenes, se descubre en la sala de los Reyes del palacio de los Leones. En esa estancia alargada se suceden arcos triangulares de mocárabes, enmarcados por rectángulos, llamados alfices. Si la recorremos perpendicularmente de un extremo a otro, se genera una sensación de envolvimiento que parece conducir a un sueño o al interior de una caverna embrujada.



Una sensación onírica se desprende también del patio de los Arrayanes visto desde el interior de la torre de Embajadores. En primer término, los arcos sucediéndose en cascada pasan de la penumbra a la luminosidad, que se agarra como oro a las puntas de los mocárabes. En el centro de ese marco se entrecruzan armoniosamente las formas rectangulares del patio y el estanque. En el pórtico frontero, las dos arcadas concuerdan perfectamente con la horizontalidad general del conjunto, otorgándole esbeltez. 



Esta volumetría exacta de la Alhambra es también protagonista en su imagen exterior. Si se contempla el monumento desde el Albaicín, torres, murallas y edificios semejan una cabalgata cúbica de formas diversas. Lo que parece en apariencia desorden es en realidad pura cadencia. El blanco palacete del Generalife, con su esbelta torre elevándose sobre todo el conjunto, es un perfecto contrapunto a la ciudadela amurallada, una suerte de felino extendido sobre la colina de la Sabika. Ni sobra ni falta nada para dejar boquiabierto a quien contempla esta estampa por primera vez.



Esta magia constructiva fue posible gracias a las matemáticas, que alcanzaron gran desarrollo en al Andalus. Es de suponer que los reyes nazaríes tenían suficientes conocimientos de esta materia para aplicarla en cada esquina de la Alhambra con demostrada pericia. Y no como yo, a quien resulta un suplicio entender las reglas más básicas de la aritmética y la geometría. Por eso, no añadiré nada más al respecto, de momento. Tal vez más adelante me atreva a intentar hablar de las fórmulas matemáticas que sustentan este escenario de las Mil y Una Maravillas que es la ciudadela roja. 






Alhambra inadvertida: Al borde del Extasis

Sueño, fantasía, visión maravillosa, belleza indescriptible... son algunas de las palabras que pueden pasar por la mente de quien contempla,...