miércoles, 20 de septiembre de 2017

RESEÑA DE “LA CASA DEL COBERTIZO”


Mustapha Busfeha García
Salobreña, Granada,2014
660 pp.

 


De novela árbol calificaría yo esta extensa obra de Mustapha Busfeha García, autor de vocación tardía, nacido en Larache en 1945, de padre marroquí y madre granadina (de Arenas del Rey).
La filiación mestiza del autor se nota precisamente en eso, en que ha sabido construir un gran árbol literario nacido de su conocimiento no sólo de la cultura islámica y cristiana de sus padres, sino también de su contacto (me supongo) con los sefardíes de Marruecos. En efecto, se me representa esta novela, como un frondoso árbol que discurre entre los años 1492 y 1504 en la Granada conquistada, pero también en otros muchos lugares, como Italia o la recién descubierta América. Su tronco arranca de la historia de una familia musulmana, los Araichi (de Larache), a quien los avatares históricos convierten primero en mudéjares (musulmanes bajo dominio cristiano) y luego en “cristianos nuevos de moro” o moriscos. De ese madero principal brotan de forma natural diversas ramas, unas principales y otras secundarias, más algún que otro ramón periférico. Aparentemente caótico pero finalmente bien diseñado, como el trazado de una viaja medina árabe, en este relato convergen muchas otras historias. Se habla de otros moriscos amigos de la familia principal, También del que fuera su rey, Boabdil, al que se considera presa de las circunstancias y no, tal como dicta el tópico, de su débil carácter. Una de las historias principales es la de Alonso, un capitán de origen mozárabe (cristiano que vivió bajo dominio musulmán), quien, pese a participar en la conquista, entabla sincera amistad con los Araichi. Este personaje irá, con el paso de las páginas, cobrando cada vez más peso.


Otra parte de la historia habla de una familia judía que elige el éxodo para no perder sus costumbres, y de su hijo fugitivo, que se convertirá en uno de los primeros exploradores de América.
Junto a estos personajes principales comparecen secundarios bien dibujados, como el primer gobernador de la Alhambra, Íñigo López de Mendoza, defensor de los moriscos; o el Gran Capitán, cuyas guerras de Italia ocupan un nutrido número de páginas. No les falta protagonismo, dada la época, a los hombres de religión, principalmente cristianos: así, dos frailes franciscanos, misioneros en Marruecos, que luego recalan en Granada para evangelizar a los conquistados; el indulgente fray Hernando de Talavera, primer arzobispo de Granada, y su némesis, el intolerante cardenal Cisneros.
Para cohesionar tantos avatares históricos e interconectar a los personajes, Mustapha Busfeha tiende sobre ellos una serie de lianas que les otorgan coherencia y verosimilitud. Hablo de numerosas historias de amistad entre personajes de distinta religión pero idéntica humanidad; pero, sobre todo, del romance entre una musulmana y un cristiano, surgido casi al inicio y que poco a poco va creciendo para dar feliz final a la novela. No en vano, La casa del cobertizo es, como el mismo autor ha manifestado, una expresión del triunfo de la amistad y el amor frente a los prejuicios de la religión. Y también un canto a la tolerancia, a la cercanía, más que separación, que existió y debería aún existir entre las llamadas tres religiones “del libro”. 


No puedo dejar de comentar también algo sobre el consistente terreno sobre el que se asienta esta novela árbol. El autor ha sabido interpretar con perspicacia las fuentes y estudios históricos más importantes. Pero también se ha valido de su conocimiento de la cultura andalusí que pervive aún en Marruecos como rescoldo desde hace siglos. De este ambiente que él debe conocer de primera mano brotan deliciosos aderezos: recetas de cocina, fórmulas milenarias, como la del kohl para los ojos, y, especialmente, acertados apuntes sobre como pudo vivir y sentir la familia protagonista. Ese dominio del ambiente se aprecia, sobre todo, en uno de los personajes mejor conformados, el de Aicha (luego Ana), la vieja criada y segunda madre para los Araichi. Lo que me recuerda lo bien diseñados que están los personajes femeninos en esta novela.

Y, ya para concluir, un detalle que puede pasar desapercibido: el libro es también un homenaje a los moriscos, al coincidir su publicación, en 2014, con el cuarto centenario de la expulsión de éstos (1609-1614). Tal hecho, poco o nada recordado, además de una gran felonía, se convirtió en una de las causas de la decadencia del imperio español.

Alhambra inadvertida: Al borde del Extasis

Sueño, fantasía, visión maravillosa, belleza indescriptible... son algunas de las palabras que pueden pasar por la mente de quien contempla,...