martes, 10 de septiembre de 2013

Tocando con los dedos el Paraíso (IX)



El tercer emir nazarí, mucho más activo que su padre, puede ser considerado uno de los grandes artífices de la Alhambra. Su labor fue más oscura que la de Yusuf I y Muhammad V, autores de los palacios de Comares y los Leones, respectivamente, pero resultó igualmente decisiva. Sobre el esqueleto urbano que dejó su padre, Muhammad III inició una gran labor urbanizadora. Consolidó la plaza de distribución, creando dos patios anejos al futuro palacio de Comares: el de la Mezquita, llamado así por contener un pequeño templo musulmán, y el de Machuca, por el nombre del arquitecto cristiano que lo ocupó tras la conquista. El objetivo de estos espacios será servir de vestíbulo a los granadinos que subían a la Alhambra para realizar gestiones. Además, se le atribuyen las piezas fundamentales de la medina.

Puerta del Vino.
Aparte de comunicar ésta con la explanada de distribución, levantó la Puerta del Vino cuyas funciones no eran defensivas sino de entrada al área plebeya, a través de la calle Real Baja. Al cruzar esta puerta se desembocaba entonces en una plaza ritual o sharía, centrada alrededor de la mezquita mayor de la Alhambra, que también edificó él y ubicada donde actualmente se alza la iglesia de santa María de la Alhambra. En esta explanada se llevaba a cabo la oración multitudinaria del viernes, dirigida por el sultán. Aneja a la mezquita mayor levantó unos baños públicos, todavía hoy conservados en parte y llamados del Polinario, y un palacio unido a éstos. Algo más arriba, edificó, al parecer, un nuevo palacio, algunos de cuyos vestigios se conservan en el parador de san Francisco y que también ha sido denominado del Príncipe. Característico de este recinto es que su alberca central es atravesada por la acequia real que unos metros más arriba quedaba remansada por otra alberca que servía para regular su caudal. También la acequia real cruzaba, y todavía cruza hoy, como ya dijimos, la alberca sobre la que se centra el Generalife.

Parador de san Francisco, con la acequia real atravesando el estanque. Foto. J. M. Azcona.

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