Hay similitudes entre Corea y España que pasan desapercibidas pero están ahí. Por ejemplo, ambas naciones son penínsulas situadas en puntos estratégicos del Planeta. Una, la española, entre Europa y África. La otra, entre Japón y Asia. En consecuencia, han sufrido invasiones a lo largo de su historia que han marcado su carácter. Además, se hallan a la misma longitud (paralelo 38, la frontera más peligrosa del Mundo). En una determinada época, el siglo X, por ejemplo, en ambas naciones se produjo una edad de oro (nunca mejor dicho), porque ese metal afluía entonces hacia ambas naciones y propició su desarrollo. En ese periodo, en al Andalus (¿tengo que recordar que eso era España entonces?) el Califato de Córdoba era el territorio más desarrollado de Europa y uno de los más poderosos del Islam. Por la misma época, en Corea florecía el reino de Silla Unificado, un estado tan sofisticado como el cordobés y al igual que éste, propulsor de las artes, las ciencias y el conocimiento.
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Alero, de un palacio de Shilla, con su dragón guardián. |
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Qibla de la mezquita cordobesa, contemporánea al palacio coreano. |
Pero, con razón alguien pensará que estoy divagando. Y, además, esto es una crónica
de un viaje a la Corea del siglo XXI. Pero eso no impide que encuentre las
concomitancias que busco. Hay algo que, nada más llegar, me recordó a España:
su gastronomía. Fue cuando, tras dejar el aeropuerto, hicimos parada en uno de
los muchos restaurantes caseros del país. Allí pude degustar uno de los platos
más típicos de Corea: el sam gyop sal. Consiste en colocar sobre
una hoja de lechuga o de otra verdura similar trozos de panceta a la plancha,
un puñado de arroz, ajo frito y algún otro ingrediente, más un pellizco de
crema picante llamada cuchu caru.
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El Sam gyeop sal, bocaditos de carne y verdura en barcos de hojas de lechuga. Fuente: http://www.sbs.com.au/. |
A primera vista, éste, como otros platos coreanos, resultarían extraños al paladar español. Para empezar, el cuchu o guindilla coreana se enseñorea de prácticamente todas las recetas y en España los platos picantes son escasos. Además, no hay aceite de oliva, ni pan, ni vino. Pero sí, arroz, aceite de sésamo o de soja, soju (aguardiente suave de arroz) o makoli (vino de arroz).
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Cuchu, polvo de guindilla. Fuente: http://elholandespicante.com. |
He
dicho que estos cambios chocarían a un español, aunque no tanto, creo yo, como
si se enfrentase a una mesa de Centroeuropa, por ejemplo. Al contrario que en
ciertos países europeos, de cocina pobre, tanto la gastronomía coreana como la
española son muy variadas y dan gran importancia a las verduras. Eso no impide
la presencia de todo tipo de pescados y carnes, preparados tanto en platos de
cuchara como asados, fritos o a la plancha. Aunque la gastronomía coreana usa
muchos más ingredientes, sobre todo verduras y tubérculos silvestres, algunos
de los cuales crecen también aquí pero no se emplean. El nabo, por ejemplo, que
en España es producto marginal, centra un buen número de recetas. Aunque en
Corea, no gozan de las bondades de nuestro ínclito sofrito y de su ingrediente
mágico: el pimentón.
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El danmuji, rábano encurtido y azucarado. http://aquiyenlaquebradadelaji.blogspot.com.es. |
Entonces ¿en qué quedamos, hay o no hay similitudes? Más de las que parece. En mi primera comida en este viaje, otra cosa me llamó la atención. Además del plato principal, toda comida coreana se acompaña con una serie de aperitivos, servidos en varios platitos, que pueden ir de simplemente 3 a 6 o más. Se podría decir que son una suerte de tapas, tanto por su tamaño como por su función de entremeses.
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Obsérvense las tapas coreanas. |
En estos aperitivos hay carne o marisco pero predominan las verduras aliñadas, como el kimchi (plato insignia de la gastronomía
coreana, a base de col fermentada, de extraordinarias cualidades para la salud).
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Kinchi. Fuente: Wikipedia. |
Los coreanos aman dos cosas, según creo, por encima de todo: una, los árboles, como decía antes, y dos, su comida. No es extraño que, frente a una mesa, los comensales coreanos se sienten frente a una docena o más de recetas diversas. Y siempre con el auxilio de un cuenco de arroz y una sopa (generalmente de tofu y verduras).
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A esta comida no voy a poder asistir. No tengo ropa adecuada. |
Esta
abundancia de platos puede degustarse, pero también ser apreciada por los otros
sentidos: con el olfato, por supuesto, pero también con la vista, por su delicada
presentación y profusión de colores. Es decir, una tentadora oferta procedente de
una gastronomía tan variada y saludable como la nuestra mediterránea. ¿Quién le
haría ascos a una caballa al horno fuese en Corea o en España?
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