A poco que se observe, la Sabika presenta el aspecto
de una fortaleza natural perfecta. Perfecta porque, además de ser bastante
llana en su base, lo que facilitaría en su caso cualquier tarea de
urbanización, presenta en sus bordes farallones de vértigo y profundos tajos, obstáculos
naturales que la aíslan del territorio circundante, lo mismo del llano que se
extiende a sus pies como de las otras colinas y del piedemonte en el que se
integra.
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Vista aérea de la Alhambra, perfectamente ceñida a la colina de la Sabika. Fuente: http://waste.ideal.es |
Para entender más exactamente las excelentes
condiciones naturales de defensa que ofrece este promontorio, vamos a proceder
a describirlo, siguiendo el sentido de las agujas del reloj. Comencemos por el
norte, donde se extiende el llamado Bosque de san Pedro y se alza la torre de
Comares. Allí la Sabika se muestra imponente en forma de pared casi vertical
surgida de la implacable erosión durante muchos miles de años del río Darro, el
cual, a su vez, hace las veces de foso natural. Si avanzamos hacia el este,
remontando el cauce fluvial, el paredón de san Pedro se ve interrumpido por una
nueva y no menos eficaz defensa: la Cuesta de los Chinos, también conocida como
del Rey Chico o de los Muertos (2).
Esta profunda barranquera aísla la colina roja del Cerro del Sol, una elevación
que supera los 1.000 metros por encima de la Sabika y donde se construyó el
Generalife y otras almunias reales. Por encima del Cerro del Sol, conocido en
época nazarí como el Monte de la Novia (Yabál al-Arúsa) sólo hay montañas, por
lo que cualquier ataque desde el este y el sureste resultaría prácticamente
inviable.
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Cerro del Sol, alzándose sobre la Alhambra, Fuente: http://waste.ideal.es |
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