lunes, 5 de agosto de 2013

LA ALHAMBRA DE LAS MIL Y UNA MIRADAS (7)


Apenas unos metros más abajo de san Nicolás, y casi en línea recta, podemos encontrar una tercera mirada hacia la Alhambra, quizás la más heterodoxa y también la menos conocida. Nos referimos a la vista que se disfruta desde la placeta Carvajales, ya en el Albaicín bajo, a unos minutos tan sólo del hervidero de Plaza Nueva.


Esta panorámica, aún más cercana que la de san Nicolás, nos devuelve una imagen de la fortaleza roja mucho más distante, incluso hostil, que nos remite  a otra característica del monumento: su aire misterioso, mágico y más propio de “un sueño oriental”, como dijo Federico García Lorca (1), que del mundo real. Desde aquí, se hace más evidente su apariencia hermética y casi inalcanzable, como si fuera, en realidad, un  gran cofre que conserva en su interior miles de enigmas, los secretos de la Cábala y la mesa del rey Salomón, leyendas de cautivos y princesas, de magos alquimistas, de tesoros enterrados y espíritus que vagan en pena por sus aún ignotos subterráneos, historias de traiciones y levantamientos en armas que desembocan en tragedias, rumores de agua subterránea corriendo por pasadizos secretos que comunican con el exterior o tal vez conducen a una trampa mortal… En suma, esa Alhambra misteriosa nacida de la infinita capacidad de evocación y generación de leyendas que posee este espacio único y que, más que magia, es, en realidad, un muy logrado ilusionismo.

(1) Federico García Lorca. Impresiones y paisajes. Edición de Rafael Moreno Miralles, Madrid, Cátedra (Letras Hispánicas), 1994, p. 142.

El Árbol de la Vida, según la Cábala.


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