viernes, 9 de agosto de 2013

LA ALHAMBRA DE LAS MIL Y UNA MIRADAS (12)


Gracias a ese magma multidisciplinar que heredaron los nazaríes y a un gusto exquisito, también característico de al Andalus, nació la ciudadela roja, racionalista por parte romana, plena de inquietud y deseos de saber, por parte árabe, tan perfectamente trazada que podría comparársela con una de esas figuras geométricas presentes por doquier en sus estancias, igual en los paneles de alicatados, artesonados de madera o yeserías que en la misma planimetría de los espacios. Haciendo un ejercicio de abstracción imaginémosla por un momento como, digamos, una rueda de lazos

Rueda de lazos en un alicatado de la Alhambra.
Podría comparársela así con un espejo que devuelve mil reflejos, la mayoría latentes y difíciles de percibir, pero indudablemente reales, un todo orgánico donde cada parte posee su propia individualidad pero, al mismo tiempo, está perfectamente imbricado con el conjunto; en suma: una entidad que, a modo de caleidoscopio, cambia con cada mirada, dispuesta siempre a ofrecer nuevas perspectivas, una Alhambra que se presta a ser imaginada, diferente, más genuina y fascinante si cabe, porque trasciende todos los tópicos con que estamos acostumbrados a juzgarla. 

Sala de los Reyes, en la cual es posible buscar múltiples perspectivas, a modo de un caleidoscopio.

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