jueves, 15 de agosto de 2013

La colina de los prodigios (III)

Emblema epigráfico de los Nazaríes, omnipresente en la Alhambra

Pero para que ese milagro, la supervivencia de su incipiente reino y, con él de todo al Andalus, fuese posible, era preciso refugiarse en un lugar plenamente seguro, mucho menos accesible que el Albaicín y que ofreciese grandes dificultades para mantener un sitio prolongado; en suma, un bastión cuyo sólo emplazamiento sirviera de disuasión a posibles atacantes. Pues bien: ese lugar para resistir hasta el final, siempre con la ayuda de Dios (no es casualidad que Alhamar eligiera como emblema dinástico el ya famoso lema “No hay más vencedor que Allah”) existía y quedaba muy cerca porque se podía contemplar desde las mismas almenas de la Alcazaba Vieja. Era la Sabika, una colina para un milagro. En ese sentido, el monarca tuvo la suerte de encontrar el sitio perfecto y también de contar con los reflejos de quien, sintiéndose acorralado, sabe reaccionar sin dejarse llevar por el pánico.
Vista de la ciudadela, asentada sobre la colina de la Sabika, desde el Cerro del Sol.

3 comentarios:

Ana dijo...

Magnifico comentario!!

José Vicente Pascual dijo...

¿Aquí dónde se da al "Me Gusta"?

Jesús Cano Henares dijo...

Gracias por vuestro interés. Voy a seguir con este artículo, he estado fuera y no podía continuar hasta hoy. Saludos.

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