miércoles, 19 de marzo de 2014

Al Gazal: De Bizancio al País de los Vikingos (IX)



Al comparecer ante el rey, tras entregarle la carta del emir andalusí, los lujosos vestidos y las vasijas llenas de presente, nuevamente se sirve ante la reina vikinga de las mismas artes de seducción que ante la emperatriz de Constantinopla. El  historiador hace en este punto un aparte para comentar una noticia posterior relacionada con este encuentro. Cuenta Ibn Dihya que el visir Tammam Ibn al Qama, en una entrevista mantenida con al Gazal a su  regreso del Norte, le preguntó si realmente era tan bella aquella mujer, a lo que el poeta contestó: “¡Por tu padre que tenía cierto encanto! Pero hablándole así me gané su favor y  obtuve más de lo que deseaba”.

Respecto a la relación con la reina de los vikingos, que se llamaba Nud, la historia se acerca en su  fondo al relato de Bizancio: ambas reales esposas demuestran estar absolutamente encandiladas con la prestancia de aquel anciano, buscando su compañía constantemente, aunque la reina vikinga lo hiciera, según parece, con mayor naturalidad. Y aquí viene la gran diferencia. Cuando los compañeros de al Gazal advierten tanta familiaridad con la que, a fin de cuentas, es la esposa del soberano, le ruegan que ponga freno a la situación, lo que el poeta considera razonable. Así, deja de contestar a casi todas las llamadas reales, racionando las visitas a una única entrevista cada dos días. 

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