sábado, 28 de mayo de 2011

Epigrama sobre la crisis




Hete aquí un epigrama, o eso creo. Es una reflexión sobre la crisis que se me ocurrió cuando estaba esperando en la cola de un banco para pagar unos recibos. Pero no os preocupéis, que otra cosa no, pero breve es. Ahí va.

COINCIDENCIA

Bostezando abro el periódico
¡Qué curiosa coincidencia!
Este año el superávit
De una empresa muy puntera
Coincide, cifra por cifra,
Con el número de parados
Que deja esta infausta era.
Por arriba ¡vaya fiesta!
Por abajo, nadie contesta.

El epigrama es un género literario con unos tres mil años de Antigüedad. Sus orígenes en occidente se remontan a la época preclásica griega. Los griegos lo usaban para alabar, criticar, crear suspicacias, venerar a alguien... siempre a alguien conocido, de modo que era una especie de prensa primitiva. Compuesto por los poetas, que eran quienes tenían la sapiencia necesaria, contenía siempre algo picante y algo dulce al mismo tiempo. Pero mejor leer la definición que en el siglo XVIII hizo Juan de Iriarte, tío del famoso fabulista Tomás de Iriarte, que se sirve de la abeja para decir muy certeramente qué es un 

A la abeja semejante,
para que cause placer,
el epigrama ha de ser
pequeño, dulce y punzante.

Los romanos también lo cultivaron, no hay más que recordar a nuestro famoso paisano Marcial, bilbilitano de Calatayud (donde, por cierto, no hay que hablar de la Dolores, como advierte precisamente un famoso epigrama popular). Unánimemente se considera a Marcial el más famoso epigramista latino. Os dejo un ejemplo de su estilo, que es verdaderamente atrevido:

Me sentía mal: pero en seguida viniste a verme tú, Símaco,
Junto con cien discípulos tuyos.
Me tocaron cien manos heladas por el cierzo:
No tenía fiebre, Símaco, y ahora la tengo.



El epigrama no es un género propiamente oriental, pero en países como China, Corea o Japón había cosas parecidas, como el conocido haiku japonés; aunque también existía en Corea una forma breve al uso, llamada sijo, que se servía de argucias verbales e intenciones picantes o/y punzantes, jocosas o desdeñosas para lanzar sentencias.
También en la literatura árabe hubo poetas que escribieron en estilo epigramático, entre ellos al Mutannabi( 915-965), considerado el mejor poeta en lengua árabe de todos los tiempos. Atención a esta perla, donde este poeta, considerado un borracho y un libertino, consuela a un amigo que reniega de su cuna:

No tienes honor: tu madre fue una prostituta.
Pero al perro no le molesta que su madre sea una perra.

Pero, de regreso a occidente, el epigrama desapareció casi por completo, como casi todo lo clásico, durante el Medievo. Con la llegada del Humanismo y ya en el Siglo de Oro cobró nuevos bríos en nuestro país. Alguien tan sesudo y cabal como Baltasar Gracián teorizó sobre él, en relación a su adscripción al Culteranismo que capitaneaba Góngora. Y es que no sólo Góngora, sino también su gran rival, su mosca cojonera, Francisco de Quevedo, y ese otro genio al que también odiaba tanto, Lope de Vega lo hicieron suyo. Para entender de qué podía servir a los poetas el epigrama, os dejo varios que se cruzaron entre sí, como pellizcos de monja, los susodichos autores. El primero es de Góngora a Quevedo y Lope al alimón:

Hoy hacen amistad nueva,
más por Baco que por febo,
don Francisco de Quebebo
y don Félix Lope de Beba.

A continuación la perla que le largaron estos dos, asimismo al alimón, al escritor cordobés y a sus adláteres, los culteranos, riéndose de su ampuloso estilo:

¿Qué captas noturnal en tus canciones?
Góngora bobo con crepusculallas,
si cuando anhelas más garcivolallas
las reptilizas más y subterpones.

Contemporáneo de estos genios, que demostraban que las inquinas entre escritores siempre han existido (basta leer la prensa actual), quiero referirme a otro autor, bastante desconocido, pero que supo practica este género con gran brillantez. Hablo de Juan de Tassis, conde de Villamediana, quien perdió la vida por su larga lengua, según dicen. Dejo a continuación una de sus muchas agudezas:

Qué galán que entró Vergel!
con cintillo de diamantes,
diamantes que fueron antes
de amantes de su mujer.

Esta pequeña y jocosa joyita sin duda despierta una sonrisa, pese a su mala intención. Pero ser cabrón, es lo que tiene.
Durante el siglo XVIII, el epigrama no sólo no decae, sino que incluso prospera. Los escritores ilustrados, como Voltaire, Swift, Lessing, Moratín... lo practicaron con gozo, aunque decantándose preferentemente por intenciones moralizantes, a veces de forma incendiaria, en concordancia con el pensamiento ilustrado.
Durante el siglo XIX gustaron de él, entre otros, los hermanos Valeriano y Gustavo Adolfo Bécquer, en un ya famoso libro de viñetas pornográficas y breves sentencias sicalípticas donde satirizan las costumbres sexuales de los Borbones de su época, Isabel II y compañía. Como lo publicaron de forma anónima, claro está, ya puestos se aprovecharon y se quedaron a gusto. Vamos que aquella portada de El Jueves, comparada con lo que se publicó entonces parece una niñería: Por ejemplo, del marido de la reina,su consorte, el malparado para la Historia Francisco de Asís, decían:

El rey consorte
el más pajillero de la corte.



En el XIX gustaba de desahogarse con epigramas nada menos que Óscar Wilde. En España, Manuel Bretón de los Herreros se especializó en componer dardos epigramáticos para criticarlo todo. Y luego durante el siglo XX se sirvió de ese estilo Ramón Gómez de la Serna, en sus Greguerías, entre otros, en una época en que estaban de moda las tertulias literarias y eran comunes las "gestas" entre vates, para demostrar quién podía resultar más ingenioso. Décadas más tarde, también gustó de usarlo Jaime Gil de Biedma, sobre todo a modo de ejercicio catártico contra su jaqueca existencial. Más o menos de forma contemporánea a Gil de Biedma y con intenciones parecidas, escribieron epigramas autores hispanoamericanos como Mario Benedetti, uruguayo, y Ernesto Calderón, nicaragüense.
Y ésta ha sido mi breve reflexión (a algunos no les habrá parecido tan breve) sobre un género que acabo de descubrir y que pienso practicar cuando me dé la gana en este blog, como debe ser.
Pero antes de terminar, otro epigrama del citado Juan de Iriarte (el de la abeja), con una intención parecida al mío: Dice así:

El señor don Juan de Robres,
con caridad sin igual,
hizo este santo hospital...
y también hizo los pobres.

¡QUÉ ES UN BREVATO?



Relato breve, a ser posible de menos de un folio, sobre temas cualesquiera. Alguna vez lo he practicado y me resultó gozoso. Otros amigos escritores que dominan ya este diminuto subgénero, como Jorge Fernández Bustos o Ángel Olgoso, estoy seguro que también lo disfrutan como yo. Pues que lo disfrute el que pueda (y que sean muchos) y el que no que lo diga si quiere. Advierto que no excluyo ningún tema ni pretendo otra cosa que cazar debidamente mis moscas literarias, cuando éstas aparezcan, por lo dicho antes. Y es que a los escritores se nos escapan demasiadas moscas.

Barcelona resiste con flores








El desalojo y brutal represión de ayer el la plaza de Catalunya, por parte de un gobierno de pandereta (el de Artur Mas, neoconservador nacionalista, lo es) fue respondida de la mejor manera posible: con la recuperación de la plaza mediante una estrategia de acción directa pacífica
 A nadie escapa que el pacifismo consciente es la principal arma de esta nueva revolución española. Ni el hecho de que confluyan sensibilidades distintas ni la apariencia de que no hay una ideología clara empañan la evidencia de que estamos asistiendo a un intento revolucionario (revolución significa "cambio o transformación radical respecto al pasado inmediato"). 
Pero, para que haya revolución, es necesaria una ideología que sirva de guía a ese movimiento. Y esa ideología existe: en la mente de esos miles de ciudadanos que salieron ayer a las calles de Barcelona, Lleida y otras ciudades españolas para responder con flores a las porras y pelotas de goma, anida el convencimiento de que para ser libre no hay que responder a la violencia con violencia, sino con unidad, dignidad y firmeza de ideas. Tales fueron las armas que utilizó Gandhi para lograr vencer al imperio británico, potencia hegemónica mundial del momento; primero en Sudáfrica y, después, sobre todo, en La India. 
Pero, muy pocos, estoy seguro, de los que salieron ayer con flores a la calle, estaban pensando en Gandhi. Pero sí tenían el mismo convencimiento que Gandhi y las multitudes que lo seguían cuando se enfrentaba valientemente al ejército británico. Como en el caso de la revolución que dio paso a la independencia de India y Pakistán, lo de ayer fue una respuesta mucho más consciente  de lo que los propios participantes pudieran creer. Porque no ha sido tanto una protesta contra la represión policial (circunstancial y que podría haber sucedido en cualquier otra plaza, pues en todos lados se detecta ya el nerviosismo de los políticos y banqueros ante esta rebelión pacífica); no, en el fondo se respondió a otro tipo de represión, mucho más enraizada e invisible: la represión institucional que niega mediante sofisticados mecanismos de control, que  el pueblo (el verdadero poder) pueda ser libre sin necesidad de falsos patronazgos, ya sean por parte del Estado, la Iglesia o cualquier otro agente manipulador de mayor o menor calado (léase partidos políticos). 
Podrá tacharséme de excesivamente radical y, sobre todo, de ingenuo, pero, a poco que se pare uno a pensar, esa represión de la que hablo es fácilmente detectable: en la publicidad, en los mítines políticos, en los medios de comunicación, en las "gloriosas" comparecencias y declaraciones de los gurús económicos...; a poco que uno siga reflexionando, comprende que tal represión, violencia encubierta de falso estado de bienestar, es el motor que sustenta un sistema que prima el interés de unos cuantos (que ni siquiera son felices, carcomidos por su ambición) sobre el bien común,que debería ser el principio rector de todas sus acciones. Tal estado de cosas nos está arrastrando, a una velocidad uniformemente acelerada, hacia un muro con el que impactaremos antes de lo que pensamos, si no hacemos algo al respecto. Me refiero a nosotros los ciudadanos, ya que a ellos no parece preocuparles ni el cambio climático ni la creciente desigualdad social ni la perspectiva de una inminente escasez energética). 
Reconozco que, incluso en este clima tan proclive a declaraciones a favor de la libertad, pueden sonar grandilocuentes estas palabras. Sin embargo, como dijo en su día Gandhi, o pudiera haber dicho León Tolstoi, su mentor ideológico: "El esplendor de la verdad es un millón de veces más intenso que el esplendor del sol" por más que apenas captemos unos destellos de ella. La verdad hoy es que quienes dicen representarnos nos manipulan y nos conducen a los establos de otros a los que rinden pleitesía. Dejemos de ser ganado por una vez y respondamos con cooperación no violenta, tal como están haciendo los que se mantienen firmes en las plazas y calles de España.



sábado, 21 de mayo de 2011

Esta noche ha salido el sol enEspaña

Pese a que apenas conozco algunas palabras en catalán, una de mis canciones favoritas es en este idioma hermano del mío, por más que a unos y a otros les parezca que no. Hablo de "Qualsevol nit pot sortir el sol", de Jaume Sisa, ese incombustible anarco payaso, quien podría ser un nuevo personaje de la Comedia dell'Arte, que siempre ha desafiado las convenciones (en un tiempo se hizo llamar Ricardo Solfa y cantaba sólo en castellano, quizás para burlarse de los catalanófilos recalcitrantes). Pues bien, ESTA NOCHE HA SALIDO EL SOL, en Madrid y allá donde hay españoles. El movimiento del 15 de mayo ha permanecido incólume ante las amenazas del poder. Y lo ha hecho de una forma lúdica, como si  dentro del movimiento se hubieran colado los personajes de los cuentos que nos hicieron soñar de niños, tal como dice la canción de Jaume Sisa.








"Benvinguts, la casa meba es casa vostra". Ésa casa mía, nuestra es España, puede ser Europa, puede ser el Mundo. Por fin demostramos tener sangre en las venas, algo que no había ocurrido en los tres años que llevamos de crisis (que parece que se nos olvida que soportamos esto desde hace mucho tiempo). Lo mejor es la forma en que lo estamos haciendo: alto y claro, pero sin violencia. No les podemos dar ninguna excusa para que desarbolen este movimiento. No importa si no hay líderes. Al contrario. El liderazgo está en las asambleas populares. Las propuestas ya llegarán, ya están llegando. La incógnita es cuánto tiempo durará esto y si dará tiempo a alcanzar algunos objetivos. Uno de éstos debe ser una nueva ley electoral que exija responsabilidades de verdad; debería ser posible obligar a un gobernante (ya sea estatal, autonómico o local) a que derogara una decisión antipopular. Bastaría con que alguien construyera en internet una plataforma para ello y recogiera los suficientes votos, los que fijase la nueva ley, para considerar incluso que tal o cual preboste debe dimitir o, en caso contrario, ser expulsado del poder. Es necesario cortar el cordón umbilical que une a los políticos con los poderosos para enchufarlo directamente al pueblo. Esta nueva prerrogativa popular haría que los políticos se viesen obligados a abandonar su nefasta práctica de devaluar siempre y por sistema lo que dice el opositor político, para ser más constructivo y de paso para ahorrarnos el bochornoso espectáculo que nos ofrecen hoy en día. Hacen falta nuevas leyes que restituyan los derechos perdidos, que pongan freno a los desmanes cometidos en este río revuelto por los pescadores del capital. 
Pero, atención, porque esto quizás le sorprenda a alguno: lo más necesario, sobre todo, es pensar que no basta con exigir justicia social durante unos días. Se precisa mantener la llama de esta revolución encendida el tiempo suficiente. Y, para ello, cada cual tiene que olvidarse de que le cambio también se tiene que producir en nosotros. Debemos dejar de lado pequeños egoísmos y trabajar por el bien común durante el tiempo que se precise. No sólo debemos exigir limpieza a quienes nos desgobiernan. También tenemos que limpiar nuestra propia casa. El objetivo no debe ser volver a recuperar nuestra ficticia tranquilidad (antes de la crisis el 70 por ciento de los españoles decía ser muy feliz, no sé si por convicciones reales o por "convenciones" sociales). El objetivo debe ser cambiar el sistema para no volver a caer a esa espiral de mentiras publicitarias y falsa felicidad envasada. Tenemos que vivir la vida de verdad, sin conservantes ni colorantes. Natural cien por cien. QUE LA FUERZA DEL SOL NOS ACOMPAÑE. 

miércoles, 18 de mayo de 2011


BREVATO 1: La promesa



A Lómax el dinero le olía a muerte. Siempre. Ni siquiera necesitaba olfatear los billetes para percibir ese olor a cementerio, terroso y descompuesto, que penetraba en su nariz como un estilete. Incluso las tarjetas de crédito le olían así. Nunca había intentado comprobar si a los demás les ocurría lo mismo, porque estaba seguro de que no. Según quien lo huela, el dinero puede recordar a muchas cosas: para el glotón huele e incluso sabe a cerdo a la brasa; el enfermo siente la brisa marina y escucha el rumor del mar; a la joven coqueta, en cambio, le huele a perfumes que embriagan lujosos vestidos; para el joven tocar el dinero es como tocar mujeres, todo un sueño… Sin consultar con nadie, Lómax sabía que a todo el mundo sin excepción, le producía sensaciones agradables. Pero a él, no. La única sensación que desprendía para él el dinero era ese olor a muerte y por eso se decía una y otra vez que tenía que dejar su maldita profesión. Se lo decía siempre justo antes de volver al trabajo, justo cuando tenía que enfundarse su herramienta, una vieja pero aún magnífica pistola ASTRA 300 que le regaló su propio padre. Y se decía para sí, como siempre, mirando un instante su arma, que cualquier día lo dejaba. Sólo había una manera y sabía muy bien cuál era.

Brevato 2



ATRACO-BICI

El ladrón, llamémosle señor Joint, aparcó la bicicleta tranquilamente junto a la puerta del banco. Llevaba una gabardina y una amplia gorra de colores que le cubría buena parte de la cara. Había poca gente, así que decidió no perder tiempo. Al cruzar la puerta, tiró de un pañuelo que llevaba anudado al cuello para taparse la cara. Luego, sacó el revólver sin balas que llevaba mientras calibraba la situación. No pudo evitar que el cajero activara la alarma que avisa a la Policía, pero eso no le preocupaba al señor Joint. Lo tenía todo calculado, así que, con calma y hablando con voz pastosa por culpa del pañuelo, pidió al director que le abriera la caja fuerte. Como éste dudaba le encasquetó el cañón en la sien sin decir palabra. Al tiempo, ordenó a los dos únicos clientes presentes que se pasaran al otro lado del mostrador, junto al cajero. El director, visiblemente nervioso y con las manos levantadas, accedió a caminar hacia la caja fuerte. Tras un momento de zozobra, sus piernas volaron hacia ella como impulsadas por un resorte y la abrieron. Seguramente el hombre pensaba en su familia antes que en el banco, así que aquel atraco quedó resuelto en de dos minutos, menos de lo que tardaría en llegar cualquier policía. El señor Joint salió por la puerta con la misma tranquilidad que había entrado, se quitó la gabardina y descubrió su vistosa ropa, tan colorida como su gorra. La calle estaba atestada a esas horas de tráfico, algunos conductores tocaban impotentes sus bocinas, apremiados por la prisa, también sonaba a lo lejos la sirena de un coche patrulla... El señor Joint sonrió, mientras encendía una trompeta. El conductor del automóvil que había junto a su bicicleta pensó que tenía un aspecto horrible, mientras él se alejaba por la acera, sorteando viandantes, dejando tras de sí un aromático rastro y con una bolsa repleta de dinero. 

Alhambra inadvertida: Al borde del Extasis

Sueño, fantasía, visión maravillosa, belleza indescriptible... son algunas de las palabras que pueden pasar por la mente de quien contempla,...