sábado, 23 de julio de 2011

El mundo en llamas y los 4 jinetes




El mundo estaba en llamas y las personas, en su gran mayoría, presas de la desolación. La miseria, el hambre, la enfermedad, la rapiña campaban a sus anchas por los miserables campamentos en que se habían convertido las ciudades. Aquella crisis, que al principio fue calificada simplemente como recesión, se había enquistado como un cáncer que, tras una primera cura, degenera en metástasis. Los niveles de desempleo eran tan vergonzantes que las noticias ya no hablaban de ello; millones de familias andaban por las calles en busca del sustento de cada día. Además de sus casas, los bancos les habían robado la esperanza. Muchos morían de hambre o de enfermedades desconocidas, causadas por la contaminación, el agua contaminada o los alimentos adulterados. Era aquél un verdadero valle de lágrimas, un escenario propio del Apocalipsis para todos, menos para un pequeño grupo de privilegiados, los únicos vencedores de una tragedia que ellos mismos habían iniciado a golpe de especulación. Mientras los demás, pobres desgraciados, malvivían sin poder siquiera protestar, si no era ante las porras policiales, ellos, la élite, se enriquecía todavía más, a costa de los restos del naufragio.
En ese barrio exclusivo, en la torre más alta y el piso superior, vivían los llamados 4 jinetes, especie de nazgul, espectros que se ocultaban tras un embozo y de quienes se afirmaba que no tenían, en realidad, rostro, al menos no rostro humano. Desde su atalaya, observaban deambular a la muchedumbre hambrienta, como haría una bandada de buitres que espera pacientemente ver caer a quienes se pierden en el desierto. De tanto en tanto, estos 4 jinetes, esclavos del Señor del Pecunio subían a sus diabólicas monturas, bestias aladas que graznaban espeluznantemente, para planear sobre la muchedumbre indefensa, disfrutando al ver cómo con cada pasada desataban a sus pies una oleada de terror. Los nombres de esos cuatro jinetes eran Finch, Moody’s, Standard and Poor.





domingo, 3 de julio de 2011

La perfecta tragicomedia: "El apartamento" (1960)



Plano espectacular de la empresa de Baxter y de total actualidad.

He perdido la cuenta de cuántas veces la he visto. Su guión es tan rico en matices que siempre descubro algo nuevo o vuelvo a disfrutar de una frase memorable, como ésa que le suelta una telefonista a otra al hablar de su amante: "Cuando vi el coche tan pequeño que tenía le dije: "O compras un coche más grande o te buscas una novia más pequeña". 


El amor triunfa, no sin dificultades.

No se trata sólo de una gran película cómica, que lo es, sin duda alguna, sino algo más. una auténtiuca y perfecta tragicomedia, género en verdad difícil de manejar, por el riesgo que tiene de desbordarse hacia un lado u otro y perder su esencia en favor del "azúcar" o la "sal"; y, sobre todo, porque en prácticamente todos los fotogramas, bajo la fina ironía que empapa la superficie, se adivina una amargura muy bien disimulada pero bien presente que remite a los tiempos actuales. Y es que la tragedia de C. C. Baxter, alias "Buddy" es ser un tipo anodino incapaz de cuestionar las circunstancias que le arrastran, de luchar contra el modo de vida que se le impone y que le impide, incluso, disfrutar de su intimidad. Y, volviendo a lo de antes, opino ésta quizás sea una de las películas que menos hayan envejecido de la historia del cine, si es que puede decirse eso de ella porque, pese a estar hecha en 1960, pareciera que hablara de hoy mismo. La banalidad de la televisión, la alienación en el trabajo, el egoísmo como divisa y única e infalible norma que garantiza de éxito, la soledad de quien vive en una ciudad de 8 millones de habitantes y se siente como un náufrago... Y, junto a todas esas mentiras, la gran verdad: el amor, como agente liberador, capaz de mover montañas y de conseguir que hasta el apocado Baxter le de con la puerta en las narices a su jefe, quien bien podría ser la encarnación de esta, en el fondo, sórdida sociedad de consumo que considera al individuo un simple número. En resumen, humor, amor y un potente mensaje que convierten "El apartamento" en una de las mejores tragicomedias, si no la mejor, que nunca se hayan filmado, (con el permiso de Blake Edwards y su "El guateque", de la que un día hablaré).  




SINOPSIS: C. C. Baxter es el empleado de una gran compañía cuyo apartamento está continuamente ocupado por sus jefes y las amantes de éstos. Todo cambia cuando el mismísimo gran jefe de la compañía le pide la famosa llave del apartamento y le concede el ascenso que tanto anhela. Pero todo cambiará cuando descubra que la amante de aquél es la chica de la que él está secretamente enamorado.


DIRECTOR Billy Wilder
GUIÓN Billy Wilder & I.A.L. Diamond
MÚSICA Adolph Deutsch
FOTOGRAFÍA Joseph LaShelle (B&W)
REPARTO Jack Lemmon, Shirley MacLaine, Fred MacMurray, Ray Walston, Edie Adams, Jack Kruschen, Joan Shawlee, Hope Holiday, David Lewis, Naomi Stevens, Johnny Seven, Joyce Jameson, Willard Waterman, David White, Edie Adams
PRODUCTORA United Artists / Mirisch Company 




Alhambra inadvertida: Al borde del Extasis

Sueño, fantasía, visión maravillosa, belleza indescriptible... son algunas de las palabras que pueden pasar por la mente de quien contempla,...