lunes, 29 de diciembre de 2014

Liszt y la cabeza de Haydn

Este no es un cuento de Navidad. Pero tiene algo que lo emparenta con estas fiestas, o mejor dicho con las saturnales de nuestros ancestros, origen de la Navidad, en las que eran posibles hasta los más inimaginables disparates.





-I-


En 1839, en la Sociedad de Amigos de la Música de Viena un pianista toca sin demasiado acierto la sonata número 26 para piano de Franz Joseph Haydn, a quien se rinde homenaje en esa velada musical. Sus manos tiemblan, no responden a la exigencia que requiere el adagio inicial, como si sobre ellos gravitara una responsabilidad invisible. Podría pensarse que está nervioso por comparecer ante una audiencia tan selecta, pero nadie, salvo el propio intérprete, nota nada: todos escuchan extasiados al mejor pianista de la Historia: Franz Liszt. Sobre el piano de cola reposa una hornacina de vidrio con un cráneo perfectamente pulido. Es la calavera de  Joseph Haydn que, clavando su mirada vacía sobre Liszt, le impide concentrarse. ¿Cómo ha podido llegar a suceder algo así en la divina Viena?


-II-

Todo comenzó treinta años atrás, el 31 de mayo de 1809, cuando la muerte decidió llevarse al maestro austríaco en plena invasión napoleónica. Para no despertar los recelos de los franceses, se decidió que Haydn, un héroe nacional austríaco, fuese enterrado casi de incógnito en el cementerio de Hundsthurm, cerca de Viena. Se pretendía así que sus restos quedasen a salvo de posibles profanaciones. Pero el músico, que siempre buscó la paz en vida con su carácter apacible, tardaría en gozar de ella tras la muerte. A las pocas horas del sepelio, su tumba sería abierta para robar su cabeza. Pero no por encargo de los invasores, sino de Joseph Rosembaun, un muy honorable austríaco aficionado a la Frenología, pseudo ciencia por entonces en boga. Tal disciplina, urdida por el alemán, Franz Gall, pretendía demostrar que, a partir de un examen del cráneo, se podían localizar y deducir las capacidades psíquicas del individuo, incluida la  genialidad musical. 
Nada se sabe sobre si, tras sesudos exámenes, tales hipótesis fueron corroboradas. Cabe pensar que no, más que nada por lo descabellado de la idea. En cualquier caso Rosembaun nunca trató de reparar su sacrilegio devolviendo el cráneo a la tumba. De acuerdo con su mezquino carácter prefirió no volver a exponerse y conservó el cráneo, que mostró con orgullo a sus íntimos. Y así, el macabro trofeo permaneció once años en un dorado catafalco con dosel y cortinas de terciopelo rojo, como reliquia de santo varón.



-III-


Cráneo utilizado por los frenólogo
Pero en 1820, derrotado y exiliado Napoleón, las autoridades austríacas acudieron a la oscura sepultura donde reposaba el compositor para rendirle las magnas exequias que se merecía. Encabezaba la comitiva el príncipe Esterházy, mecenas de Haydn hasta su muerte, que pretendía enterrar al músico en la ciudad de Eisenstadt, porque allí habían nacido las mejores obras del compositor. Al abrir el ataúd, les recibió el cadáver de un fantasma, con peluca pero sin cabeza. Azuzada por el escándalo, la policía puso toda la diligencia posible en resolver el misterio con excelentes resultados. En aquella época la moda frenológica ya había descabezado más de un cadáver, de modo que las investigaciones llevaron directamente al círculo de Rosembaun. Cuando la autoridad irrumpió en su casa éste ya estaba avisado y dispuso un ingenioso escondite. Ordenó a su mujer permanecer en cama con fingida enfermedad para ocultar el cráneo en el único sitio que, por pudor, no se atrevieron a remover los agentes: su entrepierna. 
Aunque no fue descubierto, Rosembaun quiso aprovecharse del empeño del príncipe Esterházy. Sin admitir que tenía la cabeza, le hizo saber que ésta podría aparecer a cambio de una cantidad razonable de dinero. De mala gana, el príncipe accedió al trato, aunque se mostró poco generoso según el parecer de Rosembaun quien, para resarcirse, entregó una cabeza falsa. Así, los restos mortales de Haydn volvieron a ser sepultados con grandes honores pero con una testa falsa.


-IV-


Durante los veinte años siguientes, el verdadero cráneo de Haydn fue dando tumbos por Viena como una atracción de feria: de la Academia de Amigos de la Música, a la que lo había legado Rosembaun a su muerte, al Instituto de Patología y Anatomía, que lo había obtenido tras vendérselo a hurtadillas un miembro de la Academia. Entretanto, el príncipe Esterházy, consciente de que había sido estafado, reclamó para sí la calavera. Así en 1839 hubo de celebrarse un juicio rocambolesco para determinar quién se quedaría con ella: si la Academia, el Instituto o la familia Esterházy. El juez falló a favor de la Academia de Amigos de la Música de Viena, ya que Rosembaun, a quien se consideró legítimo propietario, así lo había estipulado en su testamento.
Y aquí se llega al momento en que se inicia este relato, con Liszt amedrentado frente al piano y los cuencos vacíos del gran Haydn, horrorizado de participar en una fiesta que oficializaba un acto execrable que estaba lejos de llegar a su final.


-V-


Pasó el tiempo, desaparecieron los imperios austrohúngaro y alemán, Europa se vio sacudida por dos guerras mundiales… Y, al finalizar la segunda, llegó la ocupación y partición de Austria durante una década (1945-1955). En todo este tiempo, más de cien años, la cabeza de Haydn siguió en la urna de la Academia de Amigos de la Música sin que la familia Esterházy dejase de reclamar sus derechos sobre ella. Hasta que, en 1954, sus demandas fueron escuchadas por las fuerzas de ocupación. Tanto norteamericanos como franceses y británicos estuvieron de acuerdo en terminar con un despropósito que duraba ya 145 años. Pero había un último problema. El este de Austria, lugar donde se situaba Eisenstadt con los decapitados despojos del músico, permanecía bajo ocupación soviética. Pero la cabeza se encontraba en la zona de Viena ocupada por los aliados, lo que impedía la restitución sin la anuencia de las caprichosas autoridades soviéticas.
Por fortuna para Haydn, en ese momento las cuatro potencias habían entablado ya conversaciones para abandonar Austria y permitir la independencia de este país, al considerar a los austríacos víctimas y no cómplices de los nazis. Como obertura a tal pacto, el 5 de junio de 1954 la cabeza de Haydn pudo por fin reposar junto a su cuerpo para lucir la vieja peluca que tanto apreciaba el compositor. En su tumba de la Bergkirche de Eisenstadt se puede leer aún:




Franz Joseph Haydn (Rohrau, 1732-Viena, 1809)

Doctor de Oxford. Hombre devoto, honesto y tranquilo.

Maestro en el arte del encantamiento del corazón.





Nota final: Los hechos aquí relatados son auténticos, por más insólitos que parezcan, con la salvedad de la fantaseada presencia de Franz Liszt. Sin embargo, pudo suceder, ya que Liszt dejó París en 1839 para dar una serie de conciertos por Europa, siendo Viena, donde se había formado, uno de los primeros lugares en los que recaló.

viernes, 21 de noviembre de 2014

¿Qué es mejor, ser sabio e infeliz o ignorante pero feliz?

Tal día como hoy, 21 de noviembre, nació François Marie Arouet, conocido por Voltaire (1694-1776). Aprovecho la ocasión para recordar a este escritor y sociólogo (más que filósofo), quizás el más conocido exponente de la Ilustración y cuyas palabras siguen siendo muy citadas aún hoy. Aunque fue uno de los pilares de la Revolución Francesa, dicho honor seguramente le hubiera pesado de haberla podido vivir, pues no era ni ateo ni revolucionario, sólo una mente lúcida y rebelde a las arbitrariedades del poder cuya mayor virtud fue la de expresarse a la perfección. Al margen de que se pueda estar más o menos de acuerdo con él, las palabras de Voltaire son de tal contundencia y claridad que es capaz de seducir a cualquier lector, incluso si está tratando sobre la naturaleza de los ángeles o de cualquier otro tema tramontono, de los que tan a menudo trataba. Aunque él se enorgullecía sobre todo de sus obras de teatro (a menudo plomizas) y de sus rimbombantes poemas épicos, lo que más ha trascendido de su obra han sido sus sencillas pero certeras narraciones. Hablo de novelas como "Cándido" o de sus pequeños y deliciosos cuentos, como éste que propongo leer en su 320 aniversario. "Historia de un buen brahmín" expresa a la perfección un sentimiento que a menudo embarga a quienes sufren demasiado los sinsentidos de la vida y las injusticias de los hombres. A continuación ofrezco tanto el texto para leer como una curiosa dramatización en vídeo:


HISTORIA DE UN BUEN BRAHMÍN (1761)

(De la obra "Candide et autres contes". Librairie Générale Française Tome I. Paris 1983, pp.361-363. Traducción de Simón Royo Hernández).

Al través de mis viajes me encontré con un viejo brahmín, hombre razonable, lleno de ingenio y muy sabio; además, era rico, y, por tanto, aún más razonable: pues, al no faltarle de nada, no tenía necesidad de engañar a nadie. Su familia estaba muy bien gobernada por tres hermosas mujeres que se esmeraban por complacerle; y, cuando no se divertía con sus mujeres, se ocupaba en filosofar.
Cerca de su casa, que era hermosa, adornada y acompañada de encantadores jardines, habitaba una vieja india, beata, imbécil, y bastante pobre.
El brahmín me dijo un día: "Quisiera no haber nacido nunca". Le pregunté por qué. Él me respondió: "Llevo cuarenta años estudiando, y son cuarenta años perdidos; enseño a los otros, y lo ignoro todo: esta situación postra mi alma en tal humillación y tal asco que la vida me resulta insoportable. He nacido, vivo en el tiempo y no sé lo que es el tiempo; me encuentro en un punto entre dos eternidades, como dicen nuestros sabios, y no tengo la menor idea de la eternidad. Estoy compuesto de materia; pienso, pero jamás he podido instruirme acerca de lo que produce el pensamiento; ignoro si mi entendimiento es en mí una simple facultad, como la de andar o la de digerir, y si pienso con mi cabeza del mismo modo que agarro con mis manos. No solamente me es desconocido el principio de mis pensamientos, sino que el principio de mis movimientos me resulta igualmente escondido: no sé por qué existo. Sin embargo, todos los días se me hacen preguntas acerca de todos estos puntos: y hay que responderlas; no tengo nada bueno que decir; hablo mucho, y siempre me quedo confuso y avergonzado de mi mismo después de haber hablado.
Y resulta peor aún cuando me preguntan si Brahma ha sido producido por Visnú o si los dos son eternos. Dios es testigo de que no sé una sola palabra de ello, y bien se nota en mis respuestas. Ah! mi reverendo padre, -me dicen-, explicadnos cómo es que el mal inunda toda la tierra. Yo estoy tan absorto como los que me formulan esa pregunta: a veces les digo que en el mundo todo es de la mejor manera posible; pero aquellos que se han arruinado o que han quedado mutilados por la guerra no me creen en absoluto, ni yo tampoco; me retiro a mi casa abrumado de mi curiosidad y mi ignorancia. Leo nuestros antiguos libros, y ellos redoblan mis tinieblas. Hablo con mis compañeros: los unos me responden que hay que disfrutar de la vida, y burlarse de los hombres; los otros creen saber algo, y se pierden en ideas extravagantes; todo ello aumenta el sentimiento doloroso que experimento. Estoy cerca muchas veces de caer en la desesperación, cuando me doy cuenta de que tras todas mis investigaciones no sé ni de dónde vengo, ni lo que soy, ni adónde iré, ni en lo que me convertiré".


El estado de este buen hombre me produjo una verdadera lástima: nadie era más razonable ni tenía más buena fe que él. Comprendí que cuantas más luces tuviese en su cabeza y más sensibilidad en su corazón, más desgraciado sería.
Ese mismo día vi a la vieja mujer que habitaba en su vecindad: le pregunté si alguna vez había estado afligida por no saber cómo estaba hecha su alma. Ella simplemente no comprendió la cuestión: jamás había reflexionado ni un solo instante de su vida acerca de uno solo de los puntos que atormentaban al brahmín; ella creía en las metamorfosis de Visnú de todo corazón, y con tal de que pudiese tener de vez en cuando agua del Ganges para lavarse, se creía la más feliz de las mujeres.
Impresionado por la felicidad de aquella pobre criatura, retorné junto a mi filósofo, y le dije: "¿No os avergüenza ser desgraciado, al mismo tiempo que a vuestra puerta hay una vieja autómata que no piensa en nada, y que vive contenta?". "Tenéis razón, -me respondió-; me he dicho cientos de veces que yo sería feliz si fuese tan estúpido como mi vecina, y sin embargo yo no quisiera una felicidad semejante". Esta respuesta de mi brahmín me produjo una mayor impresión que todo lo demás; me examiné a mí mismo, y vi que en efecto yo no hubiese querido ser feliz a condición de ser imbécil.
Propuse la misma cosa a los filósofos, y fueron de mi misma opinión. "Hay por tanto -dije yo-, una escandalosa contradicción en esta manera de pensar: ¿puesto que en definitiva de qué se trata? De ser feliz. ¿Qué más da tener luces o ser estúpido? Y aún hay mucho más: los que están contentos de cómo son están muy seguros de estar satisfechos; sin embargo los que razonan no están tan seguros de razonar bien. Luego está claro, -decía yo-, que habría que escoger no tener sentido común, a poco que tal sentido común contribuya a nuestro malestar". Todo el mundo estuvo de acuerdo conmigo, y sin embargo no encontré a nadie que quisiera aceptar el trato de convertirse en imbécil para estar contento. De ahí que yo concluyese, que si bien nos importa la felicidad, aún nos importa más la razón.
Pero, después de haber reflexionado, parece que preferir la razón a la felicidad, es ser muy insensato. ¿Cómo puede entonces explicarse tal contradicción? Como todas las otras. Aquí hay algo de lo que hablar mucho.

viernes, 31 de octubre de 2014

Supersticiones coreanas.


Hoy, noche de los difuntos, viene al caso hablar de supersticiones. Pues eso es al cabo esta celebración: una mera superstición que, por otro lado, debe ser de las más antiguas que se celebren. 
Pero, en vez de hablar de las supercherías de aquí, voy a referirme a las de Corea, intentando compararlas en lo posible con las de occidente.
El número 13 es el de la mala suerte aquí; pues en Corea es el 4. Como aquí, no tiene la menor importancia, aunque no se corren riesgos si aparece el fatídico 4 de por medio. No hace tanto, en edificios de plantas se evitaba directamente nombrar un cuarto piso; después, se optó por sustituir el número 4 por una F de 'four' para espantar el mal fario, con f.

Donde debería decir '4', dice '3'.
Otra superstición está relacionada, cómo no, con la comida, con el "pan" de oriente, el arroz. Nadie, aún hoy, deja jamás sus palillos ni su cuchara pinchados en el arroz. La superstición establece que si el comensal pierde el contacto con su cubierto puede morir. Vamos, algo así como lo del gato negro, sin mayor trascendencia y a saber el auténtico motivo. Parece una superstición muy antigua, relacionada con el instinto de supervivencia, no tanto del de los coreanos de ahora como de sus lejanos ancestros. Resulta lógica una conexión con el chamanismo coreano, religión animista. En otro artículo prometo tratar de este interesante tema. 

Un templo animista.
Retomando el hilo, hablemos no de mala sino de buena suerte. Es relativamente conocido que en oriente el cerdo es un animal que representa la prosperidad y es símbolo de supervivencia, nada que ver con la imagen que de estos animales tenemos a este otro lado. Si sueñas con un cerdo, echa a la lotería como mínimo. Sin embargo, en cada país interpretan a su manera esta "creencia". Por ejemplo, a los niños (incluso adolescentes) que están gorditos se les llama doaeji, es decir, cerditos. Así como si tal cosa, una mujer le dice a otra: "Su hijo está hecho todo un cerdito, seguro que de mayor ganará mucho dinero"; pues bien, la madre no podrá hacer otra cosa que agradecérselo.


Otra de estas bobadas tiene que ver con los zapatos. En Corea si te regalan zapatos, mala suerte, sobre todo si lo hace tu pareja. Algo así como lo de que si un espejo se rompe te caen siete años de mal rollo. Sin embargo, eso de regalar zapatos puede resultar verdaderamente útil si de lo que se trata es de romper una relación: el amante más cabreado le regala unos zapatos al otro para avisarle de que vaya poniéndose los zapatos y cogiendo la puerta. 
Antes hemos hablado del chamanismo, como origen de muchas de estas cuestiones. Pero no es la única religión que la ha fomentado. El budismo, muy extendido en Corea, también ha traído supersticiones como la de que si se tienen orejas grandes se vive más y con mayor felicidad. Aquí sí encontramos una explicación clara: véanse las imágenes de Buda, con grandes orejas siempre, y se comprenderá. Esto se podría relacionar sin problema con los cerdos, a los que no les faltan las orejas precisamente. 

Como se puede apreciar, no tiene orejas.

jueves, 30 de octubre de 2014

El pequeño asesino




Estaba el inspector quejándose porque su trabajo se hacía cada vez más imposible. Aquel sospechoso era lo más raro, lo último que le quedaba por ver. Pequeño, pero extremadamente fuerte había sido capaz de estrangular a un hombre de noventa kilos de peso y cerca de de dos metros de altura. La verdad es que el pobre tipo no podía moverse de cintura para abajo, pero, contemplando las fotos del crimen, no podía evitar sentir repugnancia, incluso al tocar el papel, lo que le dejaba perplejo pues creía narcotizada tal sensación tras sus muchos años en la policía. Lo más desagradable era sentir en la garganta un nudo agrio que le devolvía un eco primitivo de culpa, como el bocado de Adán. Daba la sensación de que aquel oscuro criminal hubiese iluminado en su interior un túnel oscuro que le remitía a una edad primitiva.
El inspector, cada vez más nervioso, comprendió que era imposible sacara nada de aquel ser aullador cuya sola respuesta para todo era exhibir unos tremendos caninos, así que llamó a su ayudante para ordenarle que aislasen al chimpancé asesino que dos meses antes había sido asignado a la residencia de minusválidos "Verde luz" dentro del programa piloto "animal-ayudante de compañía". 




martes, 14 de octubre de 2014

¿Por qué dos Coreas?




Cuando se pregunta a un occidental qué sabe sobre Corea suele referirse, con algunas excepciones, al conflicto que aún, después de más de 60 años, enfrenta a Corea del Sur y Corea del Norte. Se hace eco así el español (o europeo) común de las noticias más impactantes que sobre aquellos dos países  llegamos a conocer, los esporádicos roces fronterizos, las amenazas del norte de empelar su poder nuclear incluso contra Estados Unidos, etcétera. En suma, la visión que se tiene en Occidente es sólo una parte de la historia reciente de estos dos países que, en realidad, si lo pensamos bien son sólo uno, por más que se hallen divididos.
Son sólo uno porque así lo sigue creyendo la inmensa mayoría de los coreanos de uno y otro lado de la frontera. En realidad, si un coreano habla de su nación, sea del norte o del sur, siempre habla de Corea en singular. En mi visita a Corea pude comprobar como en el sur se ven mapas e incluso banderas en sitios públicos donde no figura la frontera. Es lógico pensar así, porque la reunificación seria no sólo una salida honrosa para ese país sino también una válvula de escape en la geopolítica mundial. Para entender lo primero buscaré un paralelismo que puede parecer arriesgado, como todas las comparaciones, pero que considero válido.

Nótese la coincidente longitud entre España y Corea a uno y otro extremo de Euroasia.
¿Qué pasaría si algo similar sucediese en España y  de repente, el país quedara dividido en dos por ese mismo paralelo 38 que también atraviesa la península ibérica? Una división sería terrible y desgarrador para el país. Prácticamente todos los españoles tendríamos familia a uno y otro lado. Eso es exactamente lo que sucede en Corea. En cuanto a lo segundo, la distensión estaría asegurada en Asia Nororiental, y por ende en el Mundo, con la reunificación. Por desgracia, tal pretensión no depende sólo de los coreanos; debería ser antes sancionada por los invasores. Estas potencias internacionales implicadas son sobre todo China y Estados Unidos, principales valedores del Norte y el Sur respectivamente, y Rusia y Japón como actores secundarios con intereses en uno y otro país. Pero esa solución, que tan fácilmente podría alcanzarse con verdadera voluntad política, no es posible. Para entender por qué hay que remontarse al principio, a las raíces de este problema.
La actual etnia coreana puebla la península desde hace miles de años cuando, se supone, este pueblo llegó desde algún lugar de Asia, previsiblemente el este de Siberia. Sin embargo, hasta aproximadamente el siglo IX de esta era no fraguó un reino coreano unido. En los mil años siguientes Corea ha luchado a duras penas por su unidad, con periodos intermedios de invasiones chinas, japonesas y manchúes; pero nunca había sufrido una partición como la actual.
Ésta se produjo no por causa internas sino por la injerencia internacional al final de la Segunda Guerra Mundial y es consecuencia directa de la invasión japonesa sufrida por este país entre 1910 y 1945. Tras derrocar a la dinastía reinante, el Japón imperialista convirtió Corea en un gran campo de prisioneros. Todo el país trabajaba para surtir a los nipones de esclavos, alimentos y materias primas. Los coreanos sufrieron lo indecible en ese brutal periodo: además de hambre y carencia absoluta de derechos, se perpetraron sobre ellos actos palmarios de genocidio, experimentos con nuevas armas, secuestros de niños y otras atrocidades todavía no reconocidas por Japón. 

Soldados japoneses durante su atroz ocupación de Asia.
Pese a ello, la población no dejó de hostigar a los japoneses durante toda la ocupación. Grupos secretos, atentados y levantamientos sacudieron de tanto en tanto al invasor. A grandes revueltas sucedían terribles represalias que no impidieron que surgiera cada vez con más fuerza una resistencia organizada de tintes socialistas. Pese a ello, el país resistió esperando una salida con el final de la Segunda Guerra Mundial. Lo que no suponían los coreanos es que la derrota japonesa no iba a terminar con su esclavitud, sino derivar en una guerra civil con claras implicaciones internacionales. En efecto, cuando el imperio nipón agonizaba, los rusos por el norte y los norteamericanos por el sur iban a ocupar Corea de común acuerdo, para encontrarse aproximadamente en mitad del país, sobre el paralelo 38.
Era el verdadero principio de la Guerra Fría. Ambas potencias se repartían Corea en el tablero de la Conferencia de Yalta sin tener para nada en cuenta los intereses de los propios coreanos. Así millones de personas se convertían en moneda de cambio válida para establecer un precario equilibrio entre las dos superpotencias que se iban a disputar el mundo en las décadas siguientes.
Como sucedió en Alemania, fruto de esa “entente” el país quedó partido en dos tras el final de la Gran Guerra, con la diferencia de que Corea no había sido un enemigo de los aliados sino sólo un país ocupado. Frente a lo que podría dictar la cordura, en esos momentos deberían haberse organizado negociaciones para zanjar el asunto favor de los coreanos, víctimas de un enemigo derrotado. Pero esa lógica parecía demasiado benevolente para figurar en una agenda política. Por el contrario, las negociaciones para la reunificación no fueron alentadas ni por las potencias invasoras ni por la recién creada ONU. Por el contrario, se permitió el progresivo alejamiento entre las dos partes, propiciada por la enemistad personal y las diferencias ideológicas entre los gobernantes de los protectorados nacidos de la partición: el anticomunista Syngman Rhi en el sur y Kim il-sung en el norte, iniciador de la dinastía de autócratas aún en el poder en el norte. Ambos habían luchado contra los japoneses y podrían haberse puesto perfectamente de acuerdo. En lugar de eso, arrogándose al mismo tiempo del derecho a unificar por la fuerza el país, caminaron decididos hacia la guerra civil.

Dos huérfanos de guerra, junto al cadáver de su madre.
No me quiero detener en la guerra, sólo diré que el norte prendió la mecha, pero que podría haber empezado cualquiera; que desde el primer momento el conflicto se internacionalizó y en él intervinieron los soviéticos, primero, con apoyo logístico y, más tarde ya con tropas, los norteamericanos y los chinos; que la guerra se llevó a más de dos y medio de vidas humanas, la mayoría coreanos; que a Japón, y éste es un dato poco conocido, lo que más le convenía era la partición para no tener un posible enemigo fuerte muy cerca; que, finalmente, la matanza resultó inútil pues se saldó de la peor manera posible: en tablas y llegar a la paz. En efecto, después de más de sesenta años aún no se ha firmado ningún tratado de paz sino sólo un armisticio. Hoy, el sur es un país próspero económicamente pero supeditado militar y políticamente a los intereses norteamericanos. En el norte la situación es mucho peor: dependen en todo de China; no podría ser de otra manera ante el brutal bloqueo económico que padecen, orquestado por Estados Unidos. Esa precaria situación deriva en frecuentes hambrunas de las que nada se nos dice. El interés casi exclusivo de los focos es horadar la imagen de un régimen totalitario, el de la dinastía Kim, totalmente a la conveniencia del imperialismo norteamericano, a quien importa bien poco el sufrimiento de los más de 25 millones de norcoreanos.
Pero, nada o muy poco tuvo que ver la voluntad popular con esta guerra y la partición que le sucedió. Sobre ésta última, las encuestas en el Sur se siguen decantando a favor de la reunificación y no sería de extrañar, a falta de datos, que en el norte se pensara de modo similar. Pero esta inquietud popular no es tenida en cuenta por los responsables políticos, que hacen poco o nada por fomentar el acercamiento mutuo, sino más bien lo contrario. Sólo a finales del pasado siglo y comienzos del presente el presidente de Corea del Sur, el socialdemócrata Kim Dae Jung, y su homólogo del norte, Kim Jong-il, hijo del anterior dictador, mantuvieron un tímido acercamiento que finalmente no fraguó. Apenas se lograron algunos intercambios de personas, tibias inversiones del sur en el norte y la competición unificada en algunos eventos deportivos, como los Juegos Olímpicos. A partir de 2003, la situación no ha hecho más que empeorar. La llegada al poder de gobiernos conservadores en el sur, muy afines a los USA, ha aumentado el alejamiento. Tampoco el relevo de poder en el norte, con el ascenso del joven Kim Jong-un, ha abierto el camino a la distensión.

Kim Jong-un, nuevo líder norcoreano.
Esta situación es nociva para ambos lados. En el sur se ven forzados a aceptar intercambios mercantiles desfavorables, como cuando Estados Unidos impuso la compra de una enorme partida de carne en malas condiciones, que puso en riesgo la seguridad alimentaria de los surcoreanos. Para el norte, la coyuntura es aún peor. De vez en cuando, grandes desastres humanitarios asolan aquel país, ante lo cual la única ayuda enviada procede de asociaciones del sur sostenidas exclusivamente por ciudadanos y empresas que conservan, pese a todo, la esperanza de que algún día Corea recupere su unidad y sea por fin libre.

jueves, 9 de octubre de 2014

Corea y su alfabeto: una curiosa historia







Inicio hoy en este blog una sección dedicada a Corea. Las razones son dos: una que mi esposa es natural de aquel país y eso me ha permitido sumergirme en esa cultura; otra el propio interés personal que, desde siempre, tengo por ese universo aparte que es el Lejano Oriente.
Dicho esto, voy a comenzar hablando de uno de los signos de identidad más genuinos, si no el que más, de la cultura y la lengua coreanas: su alfabeto, o hangul, que, como se vera, esconde una interesante historia. Aprovecho que hoy, 9 de octubre, en Corea del Sur se celebra el Día del Alfabeto Coreano,  aunque en el Norte se conmemore en noviembre (otro día hablaré de la cuestión del norte y del sur, que requiere un artículo aparte). Valga esta efeméride para hablar de un tema de resonancias universales.


El hangul, que así se llama al alfabeto de ese país, fue inventado (y no heredado de otra cultura, como es común) por Sejong el grande, que reinó entre 1414 y 1450. Fue éste quizás el mejor rey que haya gobernado nunca la península coreana. Lo avalan sus grandes avances en todos los campos: política, ciencia, arte, agricultura, medicina,,,. En efecto, este soberano además de grande, era sabio y creó El salón de los Venerables, una especie de alta institución educativa para fortalecer las artes y las ciencias.
Pues bien, el mayor y más original logro del rey Sejong fue crear el mencionado alfabeto. Era perfectamente consciente de la importancia de que los coreanos pudieran entender y utilizar su lengua con un alfabeto a su medida. Al hablar de los coreanos me refiero no sólo a la clase privilegiada, sino sobre todo al pueblo. Para alfabetizar a la población, se hacía necesario crear un alfabeto que se adaptara a las características especificas de la lengua materna. Hasta ese momento, mitad del siglo XV, la lengua coreana se expresaba gráficamente en caracteres chinos. Estos constituyen un conjunto de  miles de ideogramas, eso hablando del corpus básico, que, además, fue pensado para el idioma chino y no para otros periféricos, como el coreano, que lo adaptaron por influencia cultural.  Así, antes de la creación del hangul (alfabeto coreano) la lectura y la escritura con caracteres chinos (hanga) resultaba una tarea farragosa que implicaba años de estudio, con lo que sólo eran cultos los que podían permitírselo.


Pero Sejong quería universalizar la enseñanza, derribar esa barrera que impedía a sus súbditos enviar escritos y pedir audiencias al rey porque no podían aprender a escribir. Como deseaba atender a todos sin excepción, a la manera de un rey ilustrado pero unos trescientos años antes que en Europa, decidió crear ese alfabeto con el que soñaba usando un método científico. Puestos manos a la obra, el rey y sus jóvenes e inquietos asesores se dieron cuenta de que la solución estaba en crear un sistema fonético, similar al latino, al cirílico, al griego, al árabe…. Es decir un alfabeto en que cada letra se correspondiera con un sonido y no con una idea, como el chino. No podemos saber si en esa época se conocían alfabetos como el latino en la lejana península coreana. Nada es descartable. Lo cierto es que Sejong el Grande y sus científicos se esforzaron tanto y tan bien que crearon un abecedario modélico, además de muy fácil de escribir, una herramienta lingüística tan bien armada que hoy es considerado por la UNESCO como el mejor sistema de escritura jamás creado. Se le considera el sistema más fácil para luchar contra el analfabetismo y se está aplicando su método para crear alfabetos nuevos, de ahí sus resonancias universales. Nótese que esta maravilla se ideó en una época relativamente lejana en que la ciencia empírica estaba en mantillas en todo el mundo, no digamos la lingüística, que deberá esperar en Occidente hasta el siglo XVIII si no hasta el XIX para desarrollarse.  Desde ese punto de vista se trata de un hito histórico para la ciencia y la cultura.

Edicto real de 1445, por el que se creaba el alfabeto coreano.

Voy a terminar planteando una cuestión periférica pero interesante que tiene que ver con la relación de Corea con la imprenta. A pesar de que se atribuye universalmente este invento a Gutenberg, lo cierto es que los coreanos lo descubrieron casi un siglo antes. No es de extrañar, pues en el Lejano Oriente existía una tradición casi milenaria de impresión con placas y, más tarde, con tipos móviles que, empero, resultaban poco eficientes. El gran mérito de los coreanos fue perfeccionar estas técnicas para que la impresión se realizase con tipos móviles metálicos, mucho más eficaces gracias a una nueva tinta ideada para el caso.

Tipos móviles coreanos, precursores de la imprenta.
Pues, bien, sólo a modo de hipótesis, me pregunto si, como parece, esos primeros impresores no tropezarían con el grave obstáculo de que con la lengua china era precisa una colección de tipos demasiado grande, con cientos de ideogramas sólo para expresar ideas básicas. Si eso fue así, quizás el reto planteado de perfeccionar la imprenta sirviera de acicate para impulsar, a su vez el nacimiento del hangul. En efecto, con un alfabeto fonético, la caja del impresor sería similar a la que creó Gutenberg, reducida a 28 caracteres básicos y completamente capaz de imprimir libros con las más complejas ideas.

Dicho de otra manera: tal vez la dificultad implícita de crear una imprenta de ideogramas, con la que ya tropezaron los chinos, preocupase al rey Sejong. De esta forma, lo que era un obstáculo se convirtió, como tantas veces, en un oportuno acicate para impulsar un logro, aún más trascendental: la creación de un alfabeto que cumpliese “el ferviente deseo” del rey Sejong de “mejorar la vida” de todos sus súbditos. De resultas de lo cual, la albafetización avanzó y sirvió al pueblo coreano para convertirse en uno de los de más alto nivel educativo actualmente.


miércoles, 24 de septiembre de 2014

UNA LECCIÓN A UNA MALA FUNCIONARIA




Cuentecillo verídico escrito a vuelapluma.


Granada, hoy, sobre el mediodía, en el Registro de Los Mondragones, dependencia del Ayuntamiento.

Un señor, que hacía cola como yo, para hacer gestiones, se ha levantado repentinamente indignado de su asiento. La razón: acababa de descubrir a otro señor que intentaba colarse con la connivencia de una funcionaria. Aunque lo querían hacer de extranjis (se iban a encontrar afuera, al otro lado del torno), el primer señor estaba atento y se lo ha echado en cara. La respuesta de ella: "Es que es un familiar y, además, es usted un maleducado al gritar (estaba alzando la voz, en efecto, pero por su lógica indignación)". Por supuesto la mujer no se ha disculpado. Hubiera sido más inteligente hacerlo par que todo se quedase en agua de borrajas. Pero no, ella, no. El señor ha redoblado sus quejas aunque sin pasarse, lo normal. De hecho, seguridad no ha hecho nada salvo intentar calmarlo suavemente. Pero nadie ha dicho nada, salvo algún comentario por lo bajo. Pero ya también me he sentido indignado y he decidido apoyarle; de hecho, le he animado a que pusiera una denuncia, aunque él, en principio no me ha hecho caso.
Cuando todavía estaban atendiéndome a mí, le ha tocado el turno al indignado por mor de las circunstancias.Entre el nerviosismo y la animadversión que le guardaban los funcionarios, este señor se ha cabreado un poco más y ha decido olvidar sus gestiones y poner la denuncia. Por ello, me ha recordado a mí, que acababa de terminar felizmente mi papeleo, que fuese su testigo, a lo que he accedido, faltaría más. Entre tanto, el que quería colarse ha tenido que volver a la cola, un punto para nosotros.
Menciono a este otro individuo, con pinta de lechugino aficionado a ir al Rocío y a los toros, porque, mientras esperábamos en la cola de nuevo para poner la denuncia, se ha atrevido a amenazar al denunciante con denunciarlo a su vez en el juzgado de guardia,: que si falta de respeto a esa señora, que si él era abogado (¿pero qué vas a denunciar, picapleitos de pega, que se han a ponerle una denuncia a tu comadre por mala funcionaria?).
Llegado nuestro turno, que casualmente ha sido con la funcionaria de marras, ésta no ha querido decirnos su nombre y sólo nos ha dado un número de nosequé (a saber si era el verdadero); por fortuna, nos habíamos enterado que se llama Paloma y su jefe sabrá quién es. No creo que haya otra en el Registro con el mismo nombre.
Enfín, hemos puesto la denuncia, nos hemos llevado copia y luego nos hemos tomado unas cervezas muy a gusto y hasta creo que hemos hecho amistad, porque había algún conocido de por medio. Y nos hemos alegrado con el asunto, porque hemos luchado por nuestra dignidad, algo que se valora poco. La funcionaria se ha llevado un buen disgusto, al igual que su lechugino; y los demás habrán aprendido que no se debe colar a la gente. Lo siento por tí, guapa, porque la tía era muy guapa, que una cosa no quita la otra. Y también parecía extremadamente fría, lo cual le hacía perder belleza.
Moraleja: Lo que no se puede permitir es que te echen en cara que pongas una denuncia cuando el asunto está claro y mucho menos que te amenacen, con abogaíllo incluido, porque estás ejerciendo ese derecho. 


Esto es sólo una simulación, pero vamos a poner que era algo así la funcionaria.
Vaya, por último y no por ello menos importante, mi reconocimiento a los buenos funcionarios, creo que la mayoría, uno de los cuales me ha atendido antes con toda diligencia, eficacia y amabilidad y me ha hecho ahorrarme un viaje al banco y una pequeña tasa, muchas gracias señor funcionario. Pero, amigos, lo cortés no quita lo valiente.

domingo, 31 de agosto de 2014

UNA LUZ NUNCA VISTA




8.200 años atrás, en un remoto rincón de la Vía Láctea…..

En la constelación del Lobo, en el límite con Centauro, un sistema binario, formado por dos viejas enanas blancas muy cercanas, está a punto de colapsar. Después de diez mil millones de años de pacífica existencia, las dos estrellas están al final de su vida. Han agotado sus capas de hidrógeno y helio, casi todo su combustible, y malviven sólo del pesado núcleo de carbono y metales, que produce una combustión inestable y subvierte el equilibrio gravitacional que las ha mantenido unidas. Es como si, después de toda una vida de permanente arrullo, las dos mellizas hubieran enloquecido de repente. La tensión ha llegado a tal punto que parecen dispuestas a romper la invisible zona roja que les marca la gravedad, aunque ello suponga su autodestrucción. Afectadas por una suerte de alzheimer estelar, porfían en su actitud, intercambiándose golpes sin tregua. Hasta que sucede lo inevitable: acaban por fusionarse y explotar con tal violencia que generan una supernova de proporciones inconcebibles. Tal será su resplandor que podrá ser observado en la distante Tierra. Aunque eso no sucederá hasta unos 7.200 años después.


A mitad de la primavera del año 1006 de la era cristiana, en la bóveda celeste terrestre irrumpió una luz de color amarillo intenso que brilló como una pequeña luna durante varios días. Luego, su fulgor fue decreciendo hasta ahogarse tres años más tarde. Uno de los astrónomos que lo observaron fue Ibn Maslama al Mayrití, el científico más respetado del califato cordobés. Había nacido en Mayrit, la futura capital de España, por entonces pequeña población fortificada y agrícola en la frontera que separaba al Andalus de los reinos cristianos. En aquel remoto rincón donde convivían soldados y agricultores nació, como raro fruto, Ibn Maslama. No tardaría en recalar en Córdoba, faro de occidente, donde llegó a ser consejero de al Hakam II, el califa sabio. Su prestigio se mantuvo intacto durante el gobierno de Ibn Abi Amir Almanzor, el dictador que, sin atreverse a arrogarse el califato, sí ejerció de facto un poder absoluto en al Andalus. Se dice que Almanzor solía consultar a Ibn Maslama antes de emprender sus aventuras militares contra los cristianos. El hijo de aquél, Abd al Málik, ya dictador de al Andalus en el momento de este relato, continuaba con esa costumbre.
Por eso y, porque, como todos, se hallaba impresionado ante la aparición del misterioso resplandor, aquella noche el poderoso Abd al Málik visitó el observatorio del astrónomo, situado en un promontorio cerca de Medina Azahara, en el piedemonte de la sierra. Al verlo, al Mayrití no se sorprendió. Llevaba tiempo esperándolo. Tras el protocolario saludo, el tirano le expresó su deseo de emprender en pocas semanas una campaña contra los levantiscos aragoneses. Se le veía enervado, pletórico, luciendo su pose de gran general, como si creyese que el cielo le mandaba una buena señal.
Todo lo contrario pensaba Ibn Maslama. Su lectura de las estrellas en los últimos tiempos le inquietaba. Dos años atrás se había producido un raro eclipse híbrido de sol, que había interpretado como un mal augurio para al Andalus. Además, llevaba tiempo intuyendo que a no mucho tardar se produciría una gran conjunción de Júpiter y Saturno en Virgo, fenómeno que arrastra siempre grandes turbulencias. La aparición de esta insólita luminaria, nunca vista antes por el ojo humano, terminaba de confirmar sus malos presagios. Su posición en la constelación del lobo le recordaba el desplome de Roma y le inducía a pensar que todo gran imperio está destinado a desaparecer. 
— Y dime si te parece, como a mí, que esta nueva luna me ayudará a ser aún más grande que mi padre y a terminar de una vez por todas con los bárbaros del norte –dijo Abd Allah.
Ibn Maslama calló durante un instante, dudando qué decir. Finalmente, optó por contestarle con una media verdad.
— Mi señor, no me cabe duda de que la nueva aceifa que vais a emprender resultará victoriosa, tanto que os sentiréis orgulloso de ella, aunque menos de lo que pretendéis.
— ¿Es eso, una simple victoria, lo que anuncia esta nueva luna?
— Nada tiene que ver en esta predicción eso que llamáis nueva luna, que en realidad es un astro nunca visto antes. Si digo que venceréis es por vuestra sobrada capacidad para ejercer el mando y por la indudable superioridad musulmana sobre los cristianos. Sin embargo, y esto si lo he leído en las estrellas, esa hegemonía no tardará en debilitarse y hasta desaparecer. Aunque vos no lo veréis ni yo tampoco. Los que os sucedan lucharán como lobos entre sí, hasta desgarrar al Andalus.
Constelación Lupus, según un viejo grabado.
Abd Allah recibió con un gesto agrio la predicción y se alejó, sin hacerle demasiado caso al que tachó de viejo loco. En efecto, en aquel momento resultaba casi inconcebible imaginar el repentino colapso del califato de Córdoba. Sin embargo, sólo tres años después, muertos ya tanto el sabio como el dictador, estallaría la fitna, la guerra civil que terminaría con la unidad de al Andalus. Si Ibn Maslama lo averiguó simplemente por lo que le contaron los astros o pudo ayudarle también su perspicacia al juzgar los acontecimientos de su tiempo, queda en el más absoluto  misterio.
Restos de la supernova SN 1006, que observó Ibn Maslama.

viernes, 8 de agosto de 2014

Así pudo nacer la música (*)


Nos situamos hace unos 65.000 mil años, en una inhóspita región de Asia Central, al este del Mar Caspio. Un clan de homo sapiens se refugia en una cueva de las inclemencias del tiempo y de las fieras. Es plena noche y duermen profundamente. Ha sido un día duro pero afortunado y han cazado a dos ciervos desprevenidos que bajaban a beber agua. Han vuelto a la cueva y han armado una gran fiesta, han comido hasta hartarse y después, los más felices, han bailado. Todos han dado gracias a los dioses y se han ido a dormir agotados. 
Entre ellos están Loch y Path, los dos jóvenes guerreros protagonistas de esta historia. Como todos los demás, excepto el centinela, duermen a pierna suelta. Han comido más que nadie, casi se han liquidado entre ambos una pierna de ciervo. Hasta la médula del hueso se ha zampado Loch porque es su comida favorita. Para extraer el delicioso tuétano ha debido partir un hueso por la mitad. El hueso tiene un agujero porque en él impactó una lanza. Los huesos de la comilona reposan junto a la cabeza de Loch, que, junto a su amigo Path, está a punto de convertirse en el inventor de la música. 
Para que se produzca el prodigio es preciso que Loch ronque con la suficiente energía como para que sus rebuznos hagan sonar la flauta, cosa que no tarda mucho en pasar. Durante un rato, nadie, ni siquiera el centinela, que está demasiado alejado, puede escuchar las primeras notas musicales de la historia. Finalmente, Path termina por despertarse y contempla atónito el milagro, tanto que coge el hueso con pasión de niño. Y con la misma pasión arroja el hueso al suelo al darse cuenta de que el juego ha terminado. Pero Path no es estúpido y, sobre todo, es muy obstinado. Examina el hueso y lo coloca en el suelo en la misma posición, pero no logra nada. Sin embargo, parece haber comprendido  la relación entre los ronquidos y el hueso. Así, tras no pocas probaturas y exhaustivos exámenes visuales, termina por embocar la flauta de hueso y soplar con entusiasmo. Obtiene un primer sonido estridente que ya le parece un triunfo. Sin embargo, sigue probando hasta que, causalmente, coloca un dedo sobre el agujero del hueso. También por casualidad lo retira, notando, satisfecho, un cambio. Y así pasa un rato delicioso, probando una y otra vez. De vez en cuando, ríe como un niño. 
En lo mejor de su fiesta, no se da cuenta de que ha despertado a la mayoría del clan. Sus congéneres están muy lejos de apreciar su arte en ciernes; desean, más bien, seguir descansando sin interrupciones. Así que, en perfecta sincronía, apedrean al músico troglodita hasta derribarlo, notas de percusión que ponen fin al que pudo ser y no fue, el primer concierto de la historia. La humanidad no estaba preparada todavía.



(*) El verdadero título es Así pudo nacer la música pero no lo hizo. Excusen, pero es que si lo pongo largo luego no sale en el facebook bien.

Alhambra inadvertida: Al borde del Extasis

Sueño, fantasía, visión maravillosa, belleza indescriptible... son algunas de las palabras que pueden pasar por la mente de quien contempla,...