Cuando al Gazal y su compañero
al Munayqilah regresaron a al Andalus lo hicieron “contentos y honrados y
hallaron a sus familias sanas y salvas”, relata el Muqtabis II. Una vez de
nuevo en Córdoba, no tardará el poeta en tener que acometer una nueva tormenta,
esta vez por causa de una denuncia. Resultó que un visir, ávido de las joyas que al Gazal había conseguido para sí, le pidió un
collar de perlas que le regalara la emperatriz de Bizancio. Al Gazal alegó para
no contentarlo que el collar se
había roto y había tenido que repartir las perlas sueltas entre sus hijas. El
visir, llamado Abdelaziz ben Hasim, no le creyó y para vengarse presionó al
emir Abderrahmán para que castigara una operación fraudulenta en que había
incurrido el poeta en la administración de los silos reales: resulta que un año
de mala cosecha, vendió el cereal del
sultán a un precio desorbitado y, al año siguiente, cuando el trigo fue abundante, restituyó el
grano vendido a los silos reales embolsándose el beneficio. Enterado el emir de la operación, encarceló al
que poco antes tan bien le había servido; no para castigarlo por haberse
lucrado a costa del hambre de sus súbditos, sino porque no había consentido
devolverle las ganancias que consideraba legítimamente suyas. Para él no había
nada ilegal en aquella operación, como atestiguan estos versos escritos desde
la celda:
Favor nos hizo Dios cuando
no se perdió el depósito;
si recibiste de mí lo justo
no exijas ganancia, ni
codicies.
Esta anécdota que delata cómo
al Gazal se dejó arrastrar por la codicia (por cierto que no era la primera
vez) contrasta con la valiente oposición que el poeta hizo contra los
alfaquíes. Es sabido que en al Andalus, como en otros países islámicos, muchos
de estos poderosos juristas islámicos se han enriquecido, y siguen
enriqueciéndose, gracias a sus conocimientos. “No encuentras alfaquí que no sea
rico/Me gustaría saber cómo se enriquecen”, dijo una vez nuestro literato.
Tampoco se libraba de sus críticas la política, como deja bien claro el poema
titulado El walí:
Me dijo el cadí pidiéndome consejo
Acerca de un hombre aparentemente justo
Al que habían nombrado walí:
“Qué crees tú que hará?”
Y le contesté:
“¿Qué hacen los abejorros con las abejas?
Picotean sus colmenas, se comen la miel
¡Y luego dejan el resto para las moscas!.
No hay comentarios:
Publicar un comentario