Corea
del Sur tiene algo más de territorio que Portugal, así que no es complicado
hacer un tour de casi todo el país.
El 13 de noviembre teníamos previsto iniciar ese periplo de una semana. Sin
embargo, las cosas se complicaron al despedirnos de mis cuñadas y decidimos que
ese día volveríamos a dormir fuera de Seúl. Teníamos la casa de mis cuñados
mayores, que acaban de irse a Estados Unidos. No nos habían dejado llave, no
hacía falta. Allí ahora las puertas de las casas tienen su teclado y se abren
con una clave. Cosas de Corea.
Cerradura digital, cómo no, Samsing. |
Como
quedaba tiempo para llegar al lugar donde pasaríamos la noche, mi mujer tuvo la
feliz idea de enseñarme el lugar donde nace el río Han, de la confluencia de
otros dos: el Han Norte y el Sur. Es un lugar que, a ojos de mi mujer ha
cambiado mucho. “No puedo creerlo, todas estas construcciones no estaban hace
pocos años”, dice. En efecto, este enclave es de los más visitados por los
seulitas y comienza a masificarse. Pero en Corea es así en todos sitios. A los
coreanos les gusta salir al campo a la mínima oportunidad para disfrutar de sus
riquezas naturales y patrimoniales. Lo íbamos a comprobar en nuestro
viaje.
De momento, estábamos en aquel, sin lugar a dudas, espectacular entorno. Allí, los cauces de los dos afluentes se abren paso con poderío pero tranquilos entre islotes alfombrados de colorida vegetación.
Qué suerte haber llegado en otoño. El rumor del agua mueve levemente a aquel pino con forma de dragón. De privilegiada posición, se alza sobre los demás y su figura resalta en el cielo. A esa hora, comienza a atardecer y, al azul profundo del agua y los colores de la vegetación se une el cielo hecho jirones, explotando primero y luego muriendo poco a poco.
El
nacimiento del río Han me da pie a pincelar como buenamente pueda la
Prehistoria de Corea. Los cauces de los ríos fueron muy frecuentemente
escenarios del tránsito de la Humanidad de la época paleolítica a la neolítica.
Y Corea no es una excepción. Hace unos tres mil años se asentaban allí poblados
de pescadores, que, sin demasiadas prisas, ya empezaban a experimentar con la
agricultura. La caza abundante y sobre todo la pesca les garantizaba la
supervivencia y suficiente tiempo libre para otras actividades, como la alfarería
y la metalurgia.
No olvidando su naturaleza de guerreros, y suponiendo que las
fricciones entre los distintos clanes eran cada vez más frecuentes, practicaban
ya artes marciales ancestrales, de las que luego nació el taekwondo. Las
distintas tribus competían por disponer de los mejores hwarang o guerreros defensores de la comunidad.
La
influencia china, todavía de carácter material, comenzó a llegar por barco, aún
no en forma de invasión ni militar ni ideológica. El mayor desarrollo aumentó
la población y, hacia el inicio de la era cristina, las diferentes
confederaciones confluyeran en tres reinos. No tardaría en estallar una larga
guerra, una herida abierta de varias décadas que terminaría, cómo no, con la
supremacía de un reino y la unificación del país hacia el año 700. Pero mejor hablaré de esto más adelante, durante el viaje.
Reproducción de un alfar neolítico coreano. Fuente: http://revistacultural.ecosdeasia.com/ |
El rey conversa con sus soldados de élite. Grabado antiguo. |
2 comentarios:
Gran artículo...
Saludos
¡Feliz Navidad !
Gracias e igualmente felices pascuas.
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