De
nuevo en camino, nos detenemos para comer. En Corea las áreas de servicio
ofrecen comida económica y de buena calidad. Nada que ver con España, donde
dejan mucho que desear. Por ejemplo, dos menús con plato principal y varios
platillos de guarnición salen por unos 12 o 13 euros. Además, afuera hay
puestos de comida rápida por si se tiene más prisa.
Con mi caballa al horno y sus tapas. |
Se
ha hecho bastante tarde y anochece sobre las cinco y media. Antes de buscar un
alojamiento, decidimos dirigirnos a la cercana costa este para ver el mar. A
partir de ese momento, el terreno montañoso se abre en una amplia llanura,
jalonada de tanto en tanto por colinas arboladas en medio de arrozales. No
tardará el paisaje rural en mutarse en zonas industriales. Esta región, Gyeongsang, es una de las más
prósperas y también de las más conservadoras. Dice mi mujer que la han
favorecido siempre sus políticos de derechas, que han copado el poder en los
últimos tiempos. La misma presidenta Park, a punto de ser destituida, es
originaria de aquí.
Estamos
cerca de la ciudad de Pohang, primer
centro siderúrgico del país y sede de grandes astilleros. Los astilleros de Corea
son los más potentes del Mundo y eso se nota.
Instalaciones siderúrgicas del gigante POSCO en Pohang. Un horror. Fuente: ww.flickr.com/photos. |
Pohang también fue el escenario de la primera gran batalla de la
Guerra de Corea. En sus playas desembarcaron en 1950 las primeras tropas de la
ONU y Estados Unidos que hicieron frente a la invasión comunista del Sur de Corea.
Soldados norteamericanos desembarcando en 1950. |
Sin
darnos cuenta llegamos junto al puerto. Frente a nosotros ruge el Océano Pacífico,
pese a lo cual hay locos que se atreven a cabalgar con una tabla sobre las ásperas
olas. Y eso en pleno crepúsculo.
En el centro izquierda, el loco de la tabla. |
Este punto es uno de los favoritos de los
surfistas coreanos y está lleno de establecimientos especializados. La sordidez
urbanística no lo convierte en un lugar bonito, pero lo que cuenta es la
bravura del oleaje.
Tras
tomar un café en un coffeshop para
surfistas, nos dirigimos hacia Yeongdeok,
otra ciudad de la costa algo más al norte, conocida por sus maravillosos
amaneceres. En este lugar, muy turístico, también parecen estar de feria. Hay
neones por todos lados. Me resulta un poco decepcionante, demasiado contaminado
por la sinergia turística.
Al contrario que en Suanbo (la ciudad balneario) u otros lugares, noto escasa
cordialidad en el trato. Y mucha menos calidad en los alojamientos. Pagamos lo
mismo que en Suanbo por el hotel pero
con servicios a años de luz. Eso sí, el baño tiene uno de eso váteres informatizados
(Samsung, por supuesto), con un
tubito para limpiarse las partes.
¿Queda claro para lo que sirve el tubito? |
Sin embargo, son aparatos en vías de
extinción. En mi anterior visita, hace ocho años casi, los había en todas
partes y ahora han prácticamente desaparecido, como una moda pasajera. Una
amiga nos dijo después que resultan un engorro para limpiar y la gente se ha hartado
de ellos. Estas cosas sólo pasan en Corea.
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