miércoles, 14 de agosto de 2013

La colina de los prodigios (II)


Hacia 1232, fecha en que es fundada en Arjona (Jaén) la dinastía nazarí, al Andalus estaba al borde de la extinción. Mientras los cristianos habían logrado sellar, por primera vez desde hacía tiempo, un pacto de no agresión para desplegar todas su energías contra los musulmanes, éstos las derrochaban luchando entre sí por los despojos del Imperio Almohade.


Sólo unos meses antes de entrar en Granada en 1238 como rey, el primer nazarí había apoyado al rey castellano Fernando III en la conquista de Córdoba. Su pacto implicaba aportar tropas y tributos a los castellanos a cambio de que éstos dejaran que prosperase su incipiente reino. Y, de paso, ese acuerdo “contra natura” le permitía obtener ventaja sobre otros cabecillas musulmanes que intentaban también sobrevivir, caso del murciano Ibn Hud. Pero Alhamar no era tan ingenuo como para pensar que su eventual tregua con los cristianos podía durar por siempre. Antes, más bien estaría convencido de que éstos no iban a tardar mucho en lanzar una última ofensiva sobre sus territorios para, de ese modo, completar la conquista de al Andalus y acabar así definitivamente con el poder musulmán en la Península. Por eso, al tiempo que pactaba con ellos, no dejaba de prepararse a conciencia contra ellos. 


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