El
siguiente día teníamos toda Corea del Sur por delante. En esa jornada transitaríamos
por varias provincias y disfrutaríamos de un delicioso paseo, siempre rodeados
de bosques pintados de otoño. Para empezar visitamos una serie de maravillas
naturales junto a las márgenes del río Namhanm, en Cagwan-Do. En nuestra
primera parada, el río acunaba tres islotes, en alguno de los cuales se alzaba
un pequeño palacio propio de una pintura clásica oriental.
Este
lugar fue creado por los soberanos de Goguryeo, uno de los tres reinos que en
el siglo VII lucharon para lograr la supremacía en Corea. En esa época el crisol de China ya se había
extendido hacia la península coreana mediante el budismo primero (final del
siglo IV) y el confucianismo después (siglo VI). Estas dos corrientes, la una
religiosa y la otra política, enraizarán con firmeza en el suelo coreano para modelar
la idiosincrasia de su gente hasta nuestros días.
División política de Corea en el siglo VII. |
Aquí
mi esposa me contó la curiosa historia de la princesa Pyeong Gang y el tonto
Ondal. La princesa era hija de uno de los últimos reyes de Goguryeo, el mas
extenso de los tres reinos que, sin embargo, no logró prevalecer, como contaré
después. Cuando era pequeña, la niña era tan llorona que sus padres le dijeron
que si seguía así se casaría con Ondal, es decir, el tonto del reino. Pyeong
Gang era toda una princesa de cuento: inteligente, hermosa y fiel a sus padres.
Tanto le repitieron que su prometido sería el idiota que terminó por creérselo.
Pero sus padres sólo estaban bromeando.
Cuando
creció les comunicó al rey y a la reina que se casaría con Ondal para no faltar
a su compromiso. Tras huir de palacio con sus joyas, se desposó con el tonto y
comenzó a educarlo. Guiado por la sabia y bondadosa mano de Pyeng Gang, el bobo
Ondal terminó por ser todo un caballero, logrando incluso ganar un torneo con
arco que el rey había convocado para probar a sus mejores hombres.
La moraleja
de esta historia es que cualquiera, por torpe y pobre que sea, puede llegar
lejos, siempre que disponga de una certera educación. Este espíritu de
superación oriental mana directamente de la moral confuciana que, aunque
presente en todo extremo oriente, empapa especialmente a Corea.
1 comentario:
Bien !
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