lunes, 23 de enero de 2017

Otoño en Corea (y XXVI)




El día siguiente era el último de nuestra estancia en Corea. Lo hemos reservado para acudir a dos citas. La primera es con Eun Hong, una amiga a la que conocemos de España. Ya la cité al principio de esta crónica. Al verla, lo primero que nos dice es que, curiosamente, no echa tanto de menos Sevilla porque en cierto modo Corea se parece a España. Quizás sea porque, extrañamente, el tiempo es tan suave aquí como en nuestra península. Cuando creíamos que íbamos a topar con una cortina de frío, y hasta el mismo momento de marcharnos, tuvimos unas temperaturas de fábula. 

Un arbusto otoñal en pleno entro de Seúl.
Tras comer en un restaurante una buena sopa de pescado y aperitivos coreanos, paseamos por el centro de la ciudad. Las familias disfrutan el domingo. Últimamente se ha puesto de moda  según cuenta Eun Hong, tomar tapas con cerveza en la calle. Pagas una cerveza y te dan un recipiente de plástico con una tapa pre cocinada. No es como aquí, claro, pero a ellos les debe parecer que sí, sobre todo a los que conocen y echan de menos nuestro país. 

Cerveza con tapas, todo muy plastificado.
Pero, lo que verdaderamente iba a recordarnos España, y más concretamente Granada, fue un cafecito que encontramos por casualidad junto al río. Es un pequeño local, más bien una casita, con una terraza que podría hallarse sin problemas en el Realejo granadino. Como allí, podemos disfrutar del suave sol de la tarde tomando café, aunque de puchero y sin azúcar. Mucho mejor que en un Starbucks, dónde va a parar.



Estamos haciendo hora hasta la cena, en que hemos quedado con otra amiga, Oksum. Ella fue nuestra madrina de bodas en el anterior viaje y nos acompañó como chófer en nuestro luna de miel por el país. Hoy, nos reserva una sorpresa de lujo: cena con marisco fresco en el mismo corazón de uno de los mercados más grandes de Seúl. En Corea, todos los mercados tienen, además de lugares de venta, restaurantes y puestos callejeros de comida.




La costumbre es echar un vistazo a las vitrinas para escoger moluscos y mariscos vivos. Oksum elige cuidadosamente dos cangrejos y unas cigalas. Luego, nos dirigimos al restaurante para darnos un festín. Nunca había probado un cangrejo tan exquisito. La cena, aderezada con multitud de platitos coreanos, sopa y arroz, es tan abundante que no podemos dar cuenta de los langostinos. 
Es un restaurante pequeño y de reciente creación. El dueño, que luce ropas de pescador, parece estar muy bien relacionado. Mi mujer reconoce a alguna estrella de cine y a un presentador de televisión entre los comensales. Desde luego, se le ve un tipo afable.
Terminada la cena, regresamos al hotel agotados. Debemos dormir bien pues al día siguiente, salimos para España en un viaje que durará casi 30 horas. Adiós Corea, seguramente volveremos a vernos, aunque no sé cuándo. 

2 comentarios:

Mark de Zabaleta dijo...

Siempre interesante...

Jesús Cano Henares dijo...

Siempre atento, Mark. Gracias mil.

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