Estaba el inspector quejándose porque su trabajo se hacía cada vez más imposible. Aquel sospechoso era lo más raro, lo último que le quedaba por ver. Pequeño, pero extremadamente fuerte había sido capaz de estrangular a un hombre de noventa kilos de peso y cerca de de dos metros de altura. La verdad es que el pobre tipo no podía moverse de cintura para abajo, pero, contemplando las fotos del crimen, no podía evitar sentir repugnancia, incluso al tocar el papel, lo que le dejaba perplejo pues creía narcotizada tal sensación tras sus muchos años en la policía. Lo más desagradable era sentir en la garganta un nudo agrio que le devolvía un eco primitivo de culpa, como el bocado de Adán. Daba la sensación de que aquel oscuro criminal hubiese iluminado en su interior un túnel oscuro que le remitía a una edad primitiva.
El inspector, cada vez más nervioso, comprendió que era imposible sacara nada de aquel ser aullador cuya sola respuesta para todo era exhibir unos tremendos caninos, así que llamó a su ayudante para ordenarle que aislasen al chimpancé asesino que dos meses antes había sido asignado a la residencia de minusválidos "Verde luz" dentro del programa piloto "animal-ayudante de compañía".
3 comentarios:
Magistral....
Saludos
Gracias e igualmente saludos.
Buen brevato, Jesus. Con esto de los recortes en todos los ámbitos, sobre todo en lo social, no es de estrañar ese tipo de contratos.
Beesos para ti and your wife.
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