miércoles, 12 de marzo de 2014

Al Gazal: De Bizancio al País de los Vikingos (III)



¿Qué hizo en las primeras décadas de su vida una persona que, a todas luces, tenía capacidad para haber triunfado antes? Al margen de que las crónicas árabes suelen exagerar las rasgos del personaje que describen, cabe pensar que teniendo belleza, buena educación, inteligencia… todo lo necesario para haber empezado a brillar a los veinte años, no supo encauzar hasta una cierta edad todo ese potencial para obtener algo más que una vida licenciosa, un vivir al día saltando de cama en cama, como una especie de don Juan andalusí. Tal vez lo intentó sin éxito en sus primeros años y sólo más tarde obtuvo su recompensa con Abderrahmán II. Tal vez, simplemente, considerase durante una buena temporada que era demasiado arriesgado medrar en una corte llena de insidias, donde alguien como él podría convertirse rápidamente en blanco de todas las envidias. Envidias por las que no  dudó  en dejarse llevar años más tarde, cuando en 832 llegó a la corte cordobesa el singular Ziryab, a quien dedicó unos versos tan mordaces que le costaron una temporada de exilio en Iraq, curiosamente el lugar del que provenía aquél.


Sea como fuere, al Gazal fue una de esas raras personas que unía a una natural belleza un verbo igual de brillante, combinación que le sirvió para ganar muchas batallas en la corte o en los torneos literarios, pero que se volvió contra él cuando fue nombrado, muy a su pesar, embajador omeya ante el basileus Teófilo. Al Gazal intentó evitar por todos los medios aquel viaje, temiendo no sólo  por su vida sino, sobre todo, por el futuro de su  familia. Pero Abderrahmán, al escuchar sus quejas, le aseguró que los suyos recibirían desde ese mismo momento rentas suficientes para vivir mullidamente mientras él faltase. Eso no terminó de tranquilizar a Yahya, quien, para intentar convencer al emir, derramó ante él todo su talento, componiendo gran cantidad de versos, algunos verdaderamente brillantes, que atestiguan su valía como literato:

Lo que me dan por ausentarme me parece,
Aunque lo tenga en mucho, despreciable;
Veo a la muerte quitar a los huidizos corzos la vida
Y alcanzarlos, como a pájaros, aunque vuelan.


martes, 11 de marzo de 2014

Al Gazal: De Bizancio al País de los Vikingos (II)



Baños árabes de Jaén
Al Gazal había nacido en una fecha que no está clara (entre el 770 y el 773) en una alquería de Jaén que, según Ibn Hayyan, era muy conocida. Poco más se sabe de sus primeros años. Debió ser de condición social elevada, lo suficiente para poder trasladarse a Córdoba, vivir en la vecindad de un visir, llamado al Iskandarí, y empezar a flirtear con el poder. Viene muy al caso usar la palabra flirtear al hablar de este autor, al que apodaron al-Gazal, es decir la gacela, “por su hermosura, aunque otros dicen que por la clara mirada, hermosa figura y gráciles movimientos”, aunque probablemente fuera por todo ello. Pero también Ibn Hayyán dice de él: “Junto a su brillante educación, era un sabio variado, abundante, capaz de frivolizar al  hablar, chistoso, profundo, donoso en sus noticias”. Por tanto, cabe pensar que al Gazal gozó de otros atractivos, aparte de su natural belleza.
Estatua de Abderrahmán I, que reinaba al nacer al Gazal.
Al intentar saber algo de sus primeros años, llama la atención la escasez de noticias que tenemos de él antes de los cuarenta y tantos años, la época en que empezó a gozar de influencia. Durante el reinado del primer emir andalusí, Abderrahmán I, el emigrado que escapó de la matanza de toda su familia en Damasco, al Gazal era demasiado joven; no así ya durante el breve gobierno de Hisam I, quien, por cierto, no debía tener demasiado sentido del humor cuando dejó sin ojos y sin lengua al poeta satírico Abu-l-Majsí. Poco o nada sabemos de sus actividades, poéticas o no, en la corte de este emir; algo más conocemos de su relación con al Hakam I, que ha pasado a la historia por llenar de sangre los arrabales de Córdoba en 818. Al Gazal le dedicó varios panegíricos, y eso no parece que le sirviera para obtener un puesto de privilegio, aunque, eso sí, ya figuraba en la nómina de poetas-astrólogos; se encumbró por fin en la corte de Abderrahmán II, pasando a ser uno de sus poetas favoritos pero con quien, como veremos, tuvo no obstante sus más y sus menos; finalmente, su fama, como su vida, fue apagándose en tiempos del emir Muhammed I, que, por edad, podía ser su bisnieto. 


lunes, 10 de marzo de 2014

Al Gazal: De Bizancio al País de los Vikingos (I)


Inicio aquí la publicación de un artículo sobre las peripecias de un cortesano, del emir cordobés Abderrahmán II, llamado Yahya ben Hakam al Bakri. Natural de una alquería cercana a Jaén, fue apodado por razones que luego se explicarán, al Gazal o "la gacela" y su labor fue la de embajador ante dos reinos tan distintos y distantes como Bizancio y el país de los vikingos. Apareció en el número 20 de la revista "El legado andalusí", en una fecha que la verdad no recuerdo. Al volver a sacarlo a la luz de este modo, en mi blog privado, aporto un granito de arena más a la difusión de las maravillas de al Andalus, principal meta de la institución que lo publicó en su día y a la que, desde aquí, agradezco la labor que realiza. 
De esta historia (o historias), no voy a añadir nada más, salvo que su protagonista era ya anciano cuando se embarcó en ellas allá por el siglo IX, cuando al Andalus estaba todavía lejos del esplendor de Bagdad, El Cairo y otras ciudades musulmanas, pero que iba camino de convertirse, sólo cien años después, en uno de los focos de cultura más fructíferos del Islam. 
Antes de dar paso a mi artículo quiero señalar, también, que el novelista ubetense Jesús Maeso de la Torre publico su novela "Al Gazal: el viajero de los dos orientes" en 2000. No he leído todavía esta novela que supongo, por el prestigio de su autor, debe resultar interesante. No obstante, han de darse lógicas coincidencias entre este pequeño texto y esa mucho más estudiada obra, que hay que atribuir tanto a la coincidencia del discurso histórico como seguramente a la pura casualidad. 


Buque bizantino

Dice Ibn Hayyan en al-Muqtabis II que cuando el emir de al-Andalus Abderrahmán II escogió a Yahya ben Hakam al Bakrí, conocido como al Gazal, para enviarlo a Constantinopla como embajador, “al poeta le resultó penoso y pidió ser exonerado de partir”. A mitad del siglo IX cruzar el Mediterráneo podía ser muy peligroso, sobre todo para un anciano como él, que gozaba de una posición en la corte de Córdoba suficientemente buena como para jugársela en una incierta aventura. Los supuestos honores que aquella misión pudieran reportarle, la experiencia de conocer la corte de Bizancio, que para un joven resultaría impagable, a un viejo zorro curtido en las intrigas de palacio le semejaban más bien una trampa que le tendían sus enemigos, que, al parecer no eran pocos, en una corte donde se caminaba, a menudo, sobre el filo de una navaja. El mismo al Gazal compuso estos versos que expresan sus temores:


Dicen algunos que al Gazal es listo,
Y, consultados, lo propusieron a él.
No fue por eso, sino que me tuvieron
Por la persona más fácil de prescindir. (….)
Iré, mas los que quieran dañarme
Ante sí tienen los caprichos de la fortuna;
Ojalá sea designio de Dios que vuelva;
La cosa no depende de ellos.

De estas palabras cabe deducir los esfuerzos (ímprobos) que hizo el anciano poeta para no abandonar su puesto privilegiado junto al emir. De hecho, hubo de emplearse bien, casi toda su vida, para llegar hasta donde estaba. 



Dice I

sábado, 1 de marzo de 2014

Que el hombre descienda hasta el mono (teoría patafísica)



Disculpen la pregunta pero se hace cada vez más necesario hacerla, dado el grado de estulticia al que estamos llegando: ¿es el ser humano la cumbre de la evolución, como siempre se ha predicado, o, por el contrario sólo es un patético error, un desliz de la Naturaleza, por el cual ésta se mostró tan consentidora como una madre que malcría a su último hijo para forjar un monstruo? Sin atrevernos a pronunciarnos por falta de pruebas (nadie podría afirmar que estaba allí cuando surgió el homo sapiens), los hechos demuestran que cualquier otra especie, incluidas cyanobacterias y paramecios, plantas carnívoras  batracios caribeños o el singular ornitorringo, tiene claro cuál es su papel en la cadena trófica menos el Hombre, un ser básicamente entrometido y destructivo. Tanto que, si un prodigio no lo remedia, terminaremos por provocar una nueva extinción en masa y lo haremos en un tiempo récord, en menos que la Tierra 
tarda en largarse un erupto.


Para no ser muy taxativos, afirmaremos que el Hombre no es exactamente un error sino sólo una disfuncionalidad biológica. Teniendo en cuenta nuestro escaso recorrido como especie (nos referimos en concreto al homo sapiens sapiens o de Cromagnon), apenas 200.000 años desde que surgió nuestro primer ancestro en algún lugar de África, se nos podría considerar en realidad un tallito en el gran arbol de la Vida, un retoño que ha crecido torcido y poseso de un extraño virus destructor ya en su primer año pero al que se le podría enderezar si se le obligase a ello. Desde ese punto de vista no todo estaría perdido si se tomasen las medidas oportunas. No estamos hablando de inducir a todos los seres humanos al suicidio en masa mediante la implantación de una nueva religión apocalíptica; ni de provocar una “hecathombre” (la nuclear sería la más factible), sino de buscar una total autoregeneración que reconduzca los pasos de nuestra especie por una senda más respetuosa y, sobre todo, menos suicida. Es decir, empezar a pensar cómo vivir, en verdad y no sólo como lo vende la publicidad o la propaganda política, en perfecta armonía con la naturaleza y sin dar por saco continuamente a otros seres vivos.
Pero, ¿cómo se podría lograr esto? Es difícil saberlo, pero la respuesta podría estar en un experimento de ciencia infusa patafísica sustentado en el estudio de otras especies para así aprehender de sus sabias y calladas enseñanzas. Podríamos pensar que los mejores modelos serían los insectos sociales (abejas, hormigas, pulgones….) o mejor mamíferos sociales como la rata topo. También cabría emular a cetáceos de notoria inteligencia, como los delfines, cuya etología se basa en el apoyo mutuo y con unas capacidades comunicativas aún por descubrir. Sin embargo no será necesario que nos crezcan antenas o que nuestros cuerpos se vuelvan oblongos y escurridizos para llevar a cabo este experimento. Todo resultará mucho más simple si descendemos apenas un par de pasos en nuestra rama evolutiva para llegar al momento preciso en que aún no nos habíamos separado de los monos, es decir de los grandes primates. Dado que compartimos con ellos casi el 99 por ciento del material genético se podría decir que, teniendo en cuenta la escala evolutiva, son como primos hermanos 
nuestros, si no medio hermanos.

Pero volviendo a nuestra hipótesis: ¿Sería posible intentar regresar al punto de partida en el que un grupo de primates algo díscolos dejaron de serlo para degenerar en eso que llamamos especie humana? Y, lo que es más importante, ¿sería posible hacerlo no de forma imaginada o recreada sino real, intentando dejar de ser humanos y volver a ser monos para así trascender las limitaciones de la ciencia al uso? Ni más ni menos que ésa es la pretensión de un grupo de etólogos patafísicos que, iluminados por la premisa de que para regresar a su estado natural “el hombre ha de descender hasta el mono (y no del mono)”, han puesto en marcha un subversivo experimento. Ni que decir tiene que ninguno de estos investigadores, quienes no desean revelar su identidad por lo revolucionario del intento, cuenta con la aquiescencia de entidad académica o científica que se precie, con la honrosa excepción del Institutum Pataphysicum Granatensis (IPG), que les apoya moralmente ante la imposibilidad de hacerlo dinerariamente.
El tal experimento ya se encuentra muy avanzado y consiste en tratar de hallar los lazos de unión que tenemos con la especie de primates considerada más cercana al hombre, que no es otra que la de los bonobos (pan paniscus), también llamados chimpancés pigmeos, por su gran parecido con ese otro animal (pan troglodytes). La razón de que se halla elegido a los primeros y no a estos últimos se explicará a continuación. Pese a compartir bonobos y chimpancés una carga genética prácticamente idéntica (del 99,6 por ciento) demuestran muy diferente comportamiento. Como los humanos los chimpancés sufren frecuentes accesos de violencia y practican con cierta asiduidad el asesinato entre individuos de su misma especie, habiéndose constatado igualmente la práctica del canibalismo, comportamientos todos ellos decididamente deplorables a erradicar. Por su parte, los bonobos actúan de modo muy diferente, hasta el punto de que podrían ser considerados los mayores pacifistas de la historia evolutiva. Trabajos de campo han demostrado que esta especie tiene como premisa básica en sus relaciones sociales aquello de “haz el amor y no la guerra”, eficiente recurso que les capacita para aliviar toda clase de tensiones. Así, es natural que  cuando dos machos se enzarzan en una discusión sea habitual que una hembra medie entre ellos ofreciéndose sexualmente al más agresivo, para así calmar sus ansias destructivas mediante ese siempre saludable ejercicio que es el fornicio. Igualmente, es frecuente que el sexo se use como moneda de cambio para obtener alimentos y, en general, para entablar relaciones más armoniosas. Además, los estudios de campo revelan que los bonobos demuestran una gran imaginación a la hora de practicar sexo, de modo que no se les escapa ninguna de las variaciones que se pueda imaginar, lo mismo de carácter heterosexual que homosexual, incluido el sexo entre adolescentes y ancianos y hasta el sexo entre familiares, con la excepción del acto maternofilial, profilasis lógica para evitar la insana endogamia.

Sin palabras.

Otra característica no menos reseñable de esta especie es su organización matriarcal, de modo que el peso de las hembras prevalece en las decisiones de mayor importancia para el grupo. Y ello debido a la mayor cohesión que demuestran éstas frente a los machos. Se ha observado que, mientras los machos no establecen entre ellos vínculos especialmente firmes, las hembras son una verdadera piña. Por ejemplo, reaccionan todas a una ante un intento de agresión de un macho. Cuando esto ocurre, una de ellas suele ofrecérsele para aliviar su frustración y todo queda en un buen polvo. Por último, se trata de una especie básicamente frugívora que apenas come carne, si no son insectos o algún pequeño animal, lo cual (y en esto no hay unanimindad entre los especialistas) podría explicar en parte su natural pacifismo, que los emparenta con los hippies más recalcitrantes.
Una vez observado el comportamiento de los bonobos, los científicos patrocinados moralmente por el IPG han pasado a la segunda fase de su experimento, que no es sino, convirtiéndose en cobayas de sí mismos, intentar aprender de los bonobos sobre el terreno para así abrir una nueva senda para la raza humana. Así, desde hace unos días, ocho investigadores, cuatro hombre y cuatro mujeres, permanecen en las densas selvas del África Central, en la margen sur del río Congo, hábitat natural del pan paniscus. Allí pretenden convivir completamente desnudos con una comunidad de bonobos para emularlos en todo, en especial en el fundamental aspecto sexual, para lo cual han realizado concienzudos ensayos en un local especialmente habilitado en el Barrio Rojo de Amsterdam. 


Una de las investigadoras, durante una simulación en Amsterdam.
Se alimentarán y en general imitarán en todo a sus modelos, permitiéndoseles sólo un recurso ajeno a la cultura bonobo: el uso de sustancias alucinógenas como presunto vehículo de empatía entre ambas especies.
Hasta el momento lo único que ha trascendido de este histórico experimento es la notoria habilidad que han adquirido los primates a la hora no ya de fumar porros sino incluso de elaborarlos, habiendo fabricado uno de ellos un canuto de dieciséis papeles. 
El bonobo en cuestión.

Del otro lado, resulta especialmente llamativa la afición a mediar en los conflictos de una de las investigadores, de nombre en clave Hildegard y nórdica para más señas, si bien se sospecha que todo puede ser fruto de una imparable reacción hormonal por el brusco cambio de latitud a que se ha visto sometida.
Estos y otros datos poco concluyentes resultan insuficientes para valorar la iniciativa, que puede convertirse tanto en un estripitoso fracaso, dado la endémica tendencia humana a joderlo todo, como en un rotundo triunfo (tal como deseamos), teniendo en cuenta la audacia, entrega abosulta y fiabilidad de los científicos implicados en ella. Será cuestión de seguir atentamente esta ecuménica experiencia de absoluto acercamiento entre estas dos especies que se hallan una de otra a menos que se come uno un plátano.


Una foto de última hora: Tres de las investigadoras, con Hildegart a la derecha congenia con el bonobo Huhú.

domingo, 26 de enero de 2014

Manuales de autoengaño


“No hay mayor negocio que vender a gente desesperada un producto que asegura eliminar la desesperación” 
(Aldous Huxley)

Los manuales de autoayuda son uno de los más florecientes negocios de la industria editorial. Médicos, psicólogos, celebridades, gurús salidos de la nada, charlatanes y hasta algún filósofo (o falso filósofo) escriben libros de este tipo con "consejas" llenas de obviedades ("hay que ver el lado positivo de la vida" o "lucha por tus sueños" o "con persistencia y fe se logra todo") cómodas premisas (cargadas de subliminalidad) para quien, en un momento dado, no sabe qué hacer con su vida. Siempre he huido de ellos, convencido que sólo uno por su propia cuenta puede dar con la solución para los atascos vitales (en eso soy un poco zen), que el sentido del humor es bueno para superar los amargos tragos de todos los días, si bien no es suficiente, que se puede luchar sin perder los papeles, pero que en modo alguno la solución es rendirse por no armar un escándalo y, sobre todo, que la panacea no es mirarse el propio ombligo. 

Fuente: http://jiroyliderazgo.wordpress.com

Sin embargo, pese a huir como gato escaldado de estos superventas (algunos incluso más que el libro de la Belén Esteban) no puedo evitar tropezar de tanto en tanto con ellos. Es lo que me ocurrió el otro día, cuando fui a comprar a la tienda de un amigo, un buen amigo y también una buena persona, como sabe todo el que lo conoce. Mientras hacía mi pedido descubrí sobre el mostrador un libro con un calendario que hacía las veces de separador de páginas. La portada estaba boca abajo y no podía ver el título. Satisfecho de que mi amigo aprovechara el tiempo libre para leer, le pregunté sobre el libro y el me mostró la portada. No puedo recordar ni el título ni el autor, soy muy malo para los nombres, pero era, desde luego un manual de autoayuda que, eso sí lo recuerdo, iba ya por su 16ª edición. 
Intentando evitar mi cara de asco y mintiendo por no resultar incómodo, le dije que libros así me parecían bien, siempre que no redundaran en la idea de "sé feliz yendo a lo tuyo sin preocuparte, en el fondo, de los demás", a lo que él respondió que más o menos la cosa era así, pero que no le parecía tan mal. Luego, con fervor discipular, me dijo que el libro se sustentaba sobre la idea básica de que lo verdaderamente importante es luchar por la felicidad en tu familia y, aún más crucial, saber comer, beber y vestir bien, y que todo lo demás, incluido el trabajo, son zarandajas al lado de esos sencillos pero sacrosantos mandamientos. Y añadió, desde luego de forma harto ingenua: "Si no te gusta tu trabajo, simplemente déjalo y busca otro". Toma ya epicureismo de pandereta. Yo, por supuesto, le repliqué que eso no es tan fácil, mucho menos en estos tiempos de crisis. Y que, por supuesto, no estaba de acuerdo en ceñir la vida a unas premisas que no dudo sean útiles pero que resultan insuficientes, porque en modo alguno resuelven asuntos comunes de gran calado. Y añadí que, a mí parecer, y esto es lo más grave, no sólo no los resuelven sino que ahuyentan nuestra responsabilidad y capacidad de acción para hacerlo y que esa actitud tan cómoda no iba a impedir que volviésemos a enfrentarnos a esos problemas más adelante y cuando se hubiesen convertido en algo irreparable.


Pero, intentando "ser positivo", se me ocurre que yo también podría, dado que estoy parado, escribir uno con frases como "sé consciente del lugar que ocupas y trata de adaptarte pero no de acomodarte" o "lucha por tus derechos sin pisotear los de los demás" o "no te fíes de la publicidad ni de las campañas electorales, porque suelen mentir" y otras muchas capulladas al estilo de estos libros más de autoengaño que de autoayuda. La pregunta es si alguien (por supuesto una editorial importante) me lo publicaría. Y la respuesta, aquí no me puedo engañar, es que ello sería muy dudoso porque esta magna obra, que podría llevarme a la fama y sacarme de la miseria, no soportaría la censura previa de los editores, porque frases tan punzantes aunque igualmente vacuas serian un obstáculo para vender miles de ejemplares y también, todo hay que decirlo, porque los ingenuos que los consumen hallarían en ellas algo del desasosiego del que huyen y no la autocomplacencia masturbatoria que buscan, como vieja beata que reza por un milagro. Es probable que, como repiten incesantemente estos manuales, quien logra su propia felicidad puede contagiarla a los demás. Puede. Lo cierto es que a quien de verdad le hacen un gran favor es al charlatán que los escribe y sobre todo a los poderosos que ahora mismo se ríen por lo bajo de nuestra pasividad y estupidez de borregos. Conste que hablo en plural. Ah, y trnaquilos. no pienso escribir ningún manual de autoayuda. Tengo, como se habrá notad, demasiados escrúpulos.


miércoles, 22 de enero de 2014

Crónica de la presentación de "Cuentos engranados" de Carolina Molina


Hemos llegado, el esfuerzo ha sido grande pero hemos culminado con éxito la primera etapa, la edición y presentación de "Cuentos engranados". Ahora sólo falta lo más difícil. dar a conocer al máximo de personas esta obra solidaria para que todo no se quede en la que fue una estupenda fiesta que todos recordaremos.A continuación, reproduzco la cariñosa crónica escrita por Carolina Molina bajo la que late su profundo amor por Granada, eso que la ha llevado a estar, en los últimos meses, mucho más en esta ciudad (vía email) que en Madrid. Gracias, querida amiga, por ser tan buena compañera de trabajo. Tenía que decirlo.


Presentadores del acto, de derecha a izquierda: Antonio Enrique, Antonio López-Barajas, Carolina Molina y Jesus Cano.


El pasado 20 de enero presentamos CUENTOS ENGRANADOS, la antología solidaria en la que participan 55 autores que ceden sus derechos al Banco de Alimentos de Granada. Tuvo lugar en la Biblioteca de Andalucía, uno de los emplazamientos más agradables de la ciudad y en donde he participado en los últimos años coincidiendo en diferentes actos. El personal de la Biblioteca inspira confianza y desborda gentileza, te hacen sentir bien y segura, nada falla cuando ellos están al mando. Quizás por eso la presentación de CUENTOS ENGRANADOS tenía ya demasiadas ventajas para cumplir sus objetivos.


La antología, que hemos coordinado con mucho mimo Jesús Cano y yo desde abril de 2013, no ha estado exenta de contratiempos y  de dificultades, la mayoría debido a su novedoso formato digital que ha puesto a prueba a la editorial Transbooks.
Desde hace varios años tenía gran interés por hacer una macro antología en donde se diera voz a un gran número de escritores que fueran habituales del género del cuento.  Jesús Cano, a través de la editorial Transbooks me dio esa oportunidad. Y aunque cierto es que fui la inspiradora de la antología, Jesus Cano le dio forma, luchó por ella dedicándole muchas tardes a su corrección y propuso en primer lugar donar sus derechos al Banco de Alimentos de Granada, que yo no conocía.
Lo que se inició como un proyecto dudoso en unos cuantos emails finalmente tomó forma. De 25 autores iniciales llegamos a 55. Todos y cada uno de ellos se entusiasmaron con colaborar en un proyecto solidario y esto demuestra una vez más que los escritores son generosos. Un gremio que ha sido diezmado a lo largo de los siglos por editoriales, gobiernos, agentes y publicidad engañosa, sabe muy bien que se tiene que luchar con la palabra y eso han hecho, ofrecer lo que mejor saben hacer, que es escribir.
Somos conscientes de que no están todos los que son. Unos no llegaron a tiempo, otros se encontraban de viaje, la mayoría inmersos en dificultosas actividades literarias pero la gran mayoría se encuentra aquí, en CUENTOS ENGRANADOS.

Algunos de los autores asistentes.
No fue difícil decidir a quién habríamos de dedicarle el texto. En marzo de 2013 nos dejaba el más veterano y querido de los cuentistas españoles: Medardo Fraile. Él me cedió su cuento antes de fallecer para otra antología y quiso el destino que finalmente fuera para esta, con un proyecto social que a él le hubiera gustado y para una ciudad a la que recordaba con mucho cariño.
En la presentación del día 20 de enero tuvimos una acogida magnífica. La Sala Val del Omar, que ya es imponente, dejó muy pocos sitios vacíos. En el estrado nos sentamos Antonio Enrique, el prologuista; Antonio López-Barajas, el presidente de la Fundación Bancos de Alimentos de Granada; Jesús Cano en representación de la editorial Transbooks y coordinador de la antología. A mí me correspondió hacer de maestra de ceremonias, abrir el acto, controlar los turnos y pasar la palabra, hasta la despedida.
Antonio López-Barajas nos aseguró que todo lo que se recaude tendrá su destino en su fundación y de eso no tuvimos ninguna duda. Los voluntarios que en la puerta se encontraban vendiendo las tarjetas de descarga (que equivalían a los libros) eran de una exultante amabilidad, una simpatía arrolladora y un entusiasmo conmovedor. Allí todos sabíamos que el poco o mucho dinero que recaudáramos estaría muy bien custodiado.
La explicación que dio Jesús Cano sobre la forma de comprar la antología a través de la propia editorial Transbooks o las plataformas iTunes y Amazón, fue lo suficientemente esclarecedora. Me gustó particularmente esa novedad, me supongo que ideada también por Transbooks, de entregar una tarjeta ( casi un librito de dos páginas) con la información completa de la antología, nombres de autores, código para descarga y finalmente un recuadro en blanco para ser firmado por cualquiera de los autores. ¿Quién ha dicho que los libros digitales no pueden venderse en actos o librerías? ¿O que no pueden ser autografiados  por el autor?
No puedo dejar de pensar en que se ha hecho historia en Granada, se ha ofrecido algo totalmente innovador y que puede revolucionar (ahora sí) nuestro mundo literario.


Portada de la ebookcard o tarjeta de descarga.
Me sorprendió gratamente, que la mayoría de los asistentes eran lectores de edad, presuntamente poco familiarizados con las nuevas tecnologías pero no por ello menos comprometidos con una causa que entendieron justa y fueron ellos, precisamente, los que se acercaron a comprar su tarjeta, colaborando con los 4.5 euros que se donaban.
No obstante, sé que hubo lectores que echaron de menos el tradicional formato en papel. A esos les pediremos paciencia, quizás no dentro de mucho podremos complacerles.
Antonio Enrique, prologuista de CUENTOS ENGRANADOS fue el alma del encuentro. Consiguió ganarse al público asistente con gran habilidad y propinó bellas y sentidas palabras a la antología, que a mí me parecieron sinceras y agradezco sobremanera. Recalcó que no recordaba una antología tan amplia, de tantos autores, en la ciudad de Granada y lo corroboró Francisco Gil Craviotto, quizás el más veterano de los cuentistas participantes.
CUENTOS ENGRANADOS tuvo un acto vibrante, participativo y dinámico. Tras los correspondientes discursos de la mesa se pasó la palabra a los autores quienes nos hablaron brevemente, de su cuento. Alberto Granados, Carlos Almira, Celia Correa, Francisco Gil Craviotto, Jesús Cano, Miguel Arnas, Brígida Gallego-Coín y unos simpáticos Miguel Ángel Moleón y Jorge Fernandez Bustos que nos hicieron reír.


Jorge Fernández Bustos

Celia Correa
Angelina Lamelas
Angelina Lamelas nos habló de su original narración inspirada en un suceso parisino y nos conmovió recordando la figura de Medardo Fraile, aún dolorosa en sus pupilas y que estuvo con nosotros, no desde su Escocia ni desde su Madrid natal, sino desde ese lugar al que van los escritores únicos e inmortales.
Ayer nos engranamos todos con la esperanza de no haber terminado un trabajo de hace muchos meses, sino de comenzar algo que ha de perdurar. Veremos cómo sembrar la semilla en otras localidades, recordando el lema de Federico: “Medio pan y un libro”.


miércoles, 15 de enero de 2014

Literatura solidaria contra la crisis


Bajo el título “Cuentos engranados” se presenta el próximo 20 de enero, lunes, en la Biblioteca de Andalucía, un libro singular en muchos aspectos. Singular, primero porque reúne nada menos que a 55 autores, entre los que figuran algunos de los mejores especialistas del género corto en lengua española; segundo porque es una obra solidaria, dado que el total de ventas del libro irá destinado al Banco de Alimentos y finalmente porque se presenta como libro electrónico y no de papel y, como tal, trae algunas e interesantes novedades.




La antología, que saca a la luz la editorial digital granadina Transbooks, recoge relatos de autores granadinos o vinculados, de algún modo, a la ciudad de la Alhambra. El común deseo de todos sus promotores es contribuir a paliar la grave situación que viven muchos granadinos en estos tiempos de crisis ante el desamparo de las autoridades. Y ello de la mejor y única manera que saben: escribiendo.  Los narradores participantes son, por orden alfabético, Alberto Granados, Alfonso Cost, Alfonso Salazar, Ana María Shua, Ana Morilla, Andrés Neuman, Ángel Olgoso, Angélica Morales, Angelina Lamelas, Antonina Rodrigo, Ayes Tortosa, Brígida Gallego-Coín, Carlos Almira Picazo, Carolina Molina, Celia Correa Góngora, Concha Casas, David Aliaga, David Roas, David Vivancos, Elena Casero, Elvira Cámara, Espido Freire, Fernando de Villena, Francisco Gil Craviotto, Francisco Morales Lomas, Francisco Ortiz, Ginés S. Cutillas, Herminia Luque, Herminia Pérez, Javier Morales, Jesús Cano, Jorge Fernández Bustos, José Abad, José Lupiáñez, José María Pérez Zúñiga, José Vicente Pascual, Juan Cobos Wilkins, Juan Herrezuelo, Juan Jacinto Muñoz Rengal, Julia Olivares, Julia Otxoa, Lola Vicente, Manu Espada, Manuel Talens, Mariano Zurdo, Mariluz Escribano Pueo, Medardo Fraile, Miguel Ángel Cáliz, Miguel Ángel Moleón, Miguel Ángel Zapata Carreño, Miguel Arnas, Miguel Sanfeliu, Norberto Luis Romero, Raúl Ariza y Rosana Alonso La coordinación de la obra ha estado a cargo de los escritores Carolina Molina y Jesús Cano, mientras que Antonio Enrique se ha encargado de redactar un más que interesante prólogo.

Presentación
Estos tres nombres, junto con el presidente del Banco de Alimentos, Antonio López-Barajas, presentarán la antología el próximo día 20 de enero, lunes, en el salón de actos de la Biblioteca de Andalucía de Granada, calle Profesor Sainz Cantero 7. Pero está previsto que intervengan algunos de los autores presentes, dado el interés de los promotores en poner no sólo nombre y apellidos sino también rostro humano a este acto solidario.
Durante la presentación se venderán ejemplares de la obra, pese a ser un libro digital. Ello será posible gracias a unas tarjetas  con las que bastan un código y una contraseña par que el comprador pueda descargar fácilmente el libro tanto en sus dispositivos de lectura, como en su ordenador o smartphone. La obra se presenta en formatos mobi y epub, los más comunes en el mercado, así como en una versión PDF. El precio de la obra, de 281 páginas, será de 4,5 euros. Para adquir el libro on line, visitar la siguiente dirección: http://transversales.es/transversal/TransBooks/TransBooks/Publicaciones/Entradas/2013/12/13_Cuentos_Engranados.html

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Intenciones
Esta antología de relatos nace con una doble intención: la primera, el deseo de los más de 50 autores que participan de contribuir, en la medida de lo posible, a paliar la terrible situación de desamparo que sufren muchas personas en nuestra ciudad y su provincia, una de las más castigadas por el desempleo. De esta edición digital, el Banco de Alimentos obtendrá aproximadamente el 70 por ciento de las ventas, es decir lo que ceden lo mismo autores que editorial, descontando del total únicamente el coste que supone poner el libro a la venta en Internet. 
Tal generosidad puede resultar paradójica dado el escaso rendimiento que se deviene de escribir y los muchos sinsabores que conlleva. Pero no se trata de un acto de caridad mal entendida sino de pura solidaridad. Gracias a estas palabra, además de comprar alimentos se espera también dar un toque de atención sobre la necesidad de cambiar la desastrosa inercia a la que nos ha abocado la crisis, según la cual la prioridad de los poderes públicos no es auxiliar a los débiles, como sería su obligación, sino a los más fuertes. No deberían ser nlos escritores y otros ciudadanos, empresas y asociaciones quienes salieran al paso de la miseria sino las diferentes administraciones que se arrogan como representantes de la voluntad popular.
De otro lado, esta antología nace del interés común tanto de Carolina Molina (que sembró la semilla de esta antología) como de la editorial Transbooks de aunar en un volumen, y con Granada al fondo, a algunos de los mejores escritores del género corto que hay actualmente en España, tanto granadinos como foráneos.
Se ha pretendido, pues, con esta antología, tomar el pulso literario, tanto a la ciudad de Granada como al genero cuentístico; y hacerlo con medio pan y un libro, tal como pedía otro granadino, Federico García Lorca. Sin más pretensiones.

Alhambra inadvertida: Al borde del Extasis

Sueño, fantasía, visión maravillosa, belleza indescriptible... son algunas de las palabras que pueden pasar por la mente de quien contempla,...