domingo, 24 de diciembre de 2017

Navidad en Alsacia (IV)


Miryang frente a una bonita casa alsaciana.
Al día siguiente, iniciamos la que sería la jornada más intensa de nuestro viaje. Habíamos resuelto visitar algún lugar cercano a Estrasburgo, quizás en Alemania o Suiza, países cercanos a Alsacia. Sin embargo, el tiempo que podíamos perder entre ir y volver nos decidió a escoger un destino alsaciano: Colmar. Esta pequeña ciudad, capital del departamento de la Alta Alsacia, está apenas a media hora en tren de Estrasburgo. Muy pronto descubriríamos el acierto de nuestra decisión.
Para empezar, decidimos comer en el primer restaurante que encontramos. Allí pedimos el típico chucrut, col fermentada y puré de patatas con salchichas y tacos de panceta. 

Chucrut alsaciano.
Observando a algunas personas hablar un idioma que no identifico, pregunto a la camarera. Ella me responde, con orgullo, que hablan en alsaciano, que no es ni alemán ni francés. Toda una declaración de identidad. En realidad es un conjunto de lenguas muy diferentes, de origen alemán, que se hablan en Alsacia y también en la vecina Lorena, situada al noroeste, cerca de Bélgica. Así puede resultar que hablando dialectos emparentados un alsaciano del sur no se entienda bien con un lorenés del valle del Mosela.
Mientras comemos me viene a la mente la turbulenta historia de Alsacia y Lorena, aprendida pero no demasiado comprendida en mis libros escolares. En los últimos 150 años pasaron dos veces de ser parte de Francia a ser conquistadas por Alemania. Ambas regiones se integraban en el Sacro Imperio Romano hasta que fueron incorporadas a Francia, por Luis XIV, en la segunda mitad del siglo XVII. Una afrenta para la vecina Alemania, que las conquistó por las armas primero en 1871, tras la derrota francesa ante Prusia. Después las perdió al término de la primera guerra mundial (1918), para reconquistarlas en 1941, con la victoria nazi en Francia. Finalmente, tras finalizar la segunda guerra mundial, Alsacia y Lorena volvieron a manos francesas. 
Desde la época de Luis XIV y hasta hoy mismo la identidad alsaciana y lorenesa han sufrido la presión cultural e idiomática de los franceses, primero, y después la más brutal de los alemanes, que perpetraron matanzas para alemanizar el territorio. En este contexto, resultan comprensibles las palabras contundentes de la camarera, defendiendo su genuina identidad alsaciana.

Alsacia y Lorena, cuando eran parte del II Reich alemán, entre 1871 y 1918. Fuente: m.forocoches.com
Colmar, de apenas 70.000 habitantes nos iba a resultar más interesante que la propia Estrasburgo. Tras un pequeño paseo por el casco histórico, desembocamos en la llamada plaza de la catedral, que en realidad no es tal sino colegiata de saint Martin, aunque fue sede episcopal en un breve periodo, durante la Revolución francesa.

Aprovechamos para entrar al templo, de estilo gótico, con algunos toques renacentistas, pues comienza a llover y hace frío. En su interior resaltan, sobre todo, ciertas esculturas, como una delicada virgen con el niño de estilo gótico tardío; o un relieve de la santa cena, con influencias del Renacimiento alemán. A principios del siglo XVI un joven Alberto Durero pasó por esta ciudad para formarse. 


Virgen gótica.
Relieve de la santa cena, al fondo.
Muy interesantes son también las vidrieras de tema bíblico que ocupan los grandes vanos. Armadas en el siglo XIII, retrotraen al viajero a una época oscura, cuando fue erigido el edificio, y legiones de legos aprendían las escrituras al trasluz de estos cristales.


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