viernes, 22 de diciembre de 2017

Navidad en Alsacia (III)




Al día siguiente, retomamos la visita por donde la habíamos dejado, aún nos quedaba ver la Petite France de día. Y para ello nada mejor que subirse a una terraza panorámica que hay frente a sus ponts couverts, elemento clave antaño en la defensa de la ciudad. Éstos en realidad ya no están cubiertos, desaparecida la techumbre que unía sus tres torreones en el siglo XVIII. Se ubican los tres puentes sobre otros tantos canales paralelos, con un bastión adelantado donde se alza otra de esas delicadas viviendas alsacianas que debió ser un molino. Junto a ellos, la contundente  presencia de un cuartel de artillería cierra el círculo de fuego que salvaguardó la seguridad de esta ciudad durante siglos. El caserío alsaciano, colorido y amontonado, irregular pero armonioso,  y al fondo la aguda silueta de la catedral, esculpida en arenisca roja del país, completan la vista más representativa de Estrasburgo.
Pasamos el resto del día, de un lado para otro, recorriendo de nuevo las calles de la Petite France, donde todos los comercios, cómo no, visten de etiqueta navideña. Una farmacia exhibe en su escaparate unas ositos de marioneta, fabricando dulces estrellados, Estas cosas son como los belenes en España, pero en Alsacia.

Tienda de bicicletas, con diferentes modelos para el mal tiempo.
Antes de abandonar la Petite France, visitamos una iglesia protestante. Fue Alsacia plaza fuerte del protestantismo francés, con todo lo bueno y, sobre todo, lo malo que ello supuso para la región y, en especial para Estrasburgo. Aquí llegó exiliado Calvino, se casó y pasó los 3 mejores años de su vida, esta ciudad fue su catapulta para llegar a liderar una de las ramas más importantes del protestantismo.  Pero aquellos buenos tiempos quedan lejos. Las iglesias protestantes brillan poco o nada,  deslucidas por el abandono, sin ayuda gubernamental, apenas sustentadas por un número cada vez menor de fieles. Porque en eso, las iglesias protestantes se parecen a las mucho más lujosas españolas, católicas y apostólicas (mantenidas con dinero público): apenas va ya nadie a rezar, aquejadas unas y otras de una severa crisis de conciencias, lastradas por escleróticos principios. 

Fuente: erasmusu.com/es/erasmus-estrasburg

Vamos parando de vez en cuando en alguna terraza para comer o simplemente descansar pero, eso sí, frente a una cerveza. Los alsacianos presumen de vino pero lo que de verdad hacen bien es la cerveza. La más famosa de sus marcas,
Kronenburg, no se ve tanto como cabía esperar. Quizás sea porque los indígenas prefieren otras divisas locales, tan buenas o mejores que aquélla. Recuerdo, por ejemplo la bière blonde de Meteor. Nos la sirvieron en un castizo restaurante de la plaza Gutemberg, dedicada al inventor de la imprenta, otro personaje clave para la Historia que vivió en Estrasburgo. Adorna aquel restaurante una figura de porcelana que representa a un niño bebiendo cerveza, con lo cual podría pensarse que los alsacianos empiezan a beber cerveza casi cuando han dejado el biberón.





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