Fuente: Yunnantourtravel.com |
Pero ¿qué interés puede tener Inari en molestarlas? Todo el mundo sabe que no producen miel y que su cera es inservible.
Sin embargo, Chang ha comprendido y ya se relame. Si hacen bien las cosas no
tiene por qué haber peligro.
Antes de entrar al bosque sagrado, los dos jóvenes
juntan sus manos y doblan la cerviz en señal de respeto a los viejos duendes
tai lue. Ya bajo el gran árbol del te, Inari saca de su morral la pelota de
cera para rematar la operación. Calcula que el panal está a unos 6 ó 7 metros
de altura y busca una caña de bambú de una longitud similar. Afilando la punta,
ensarta la bola de cera en la caña, envolviéndola con hojas secas, que ata con cuerda de cáñamo. Una
vez lista la antorcha, acerca el fuego al panal, para ahuyentar a las avispas.
-
Inari. ¿Y si se
dan cuenta de que somos nosotros y bajan para picarnos?
-
No, Chang. Están
demasiado obcecadas por el fuego. Además, el humo nos sirve de camuflaje. No te
preocupes.
Pasados unos minutos, el enjambre ha huido y es hora
de recoger el botín. Inari trepa por el tronco del árbol con el arnés
y atrapa fácilmente la rama de la que cuelga el avispero.
Una vez abajo, lo
entrega a Chang para que haga los honores. Con la boca hecha agua, la chica
despanzurra el panal. Está repleto de golosinas. Como dos enamorados
cualquiera, se pasan comida el uno al otro.
Para los tai lue, las larvas de
insectos son un delicioso manjar, un deleite más de los muchos que ofrece el
paraíso perdido donde viven.
Nota.- Fotogramas tomados del documental: Indochina savaje: el jardín secreto de China, emitido por la 2 de TVE .
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