miércoles, 30 de enero de 2019

Larvas de avispa (I)


Rincón de Sipson Panna. Fuente: booking.com

En el extremo sur de China, en la región de Sipsong Panna, provincia de Yunnan, viven Chang e Inari. Aparentemente son unos jóvenes millennials, con sus smartphones y sus zapatillas de marca. Sin embargo, ser hijos del país de los doce mil campos de arroz les confiere cierta inocencia edénica, un pedigrí heredado de sus antepasados, los tai lue. Por Sipsong Panna el rio Lacang, que más tarde se convertirá en el Mekong al surcar Indochina, vivifica estas tierras donde, se dice, a un ingenioso agricultor se le ocurrió, en el amanecer de la agricultura, arar la tierra por primera vez. Y además, sirviéndose de la sobrada potencia de un elefante.


En este lugar tan fructífero para el arroz como para la vida regalada y el amor vive nuestra pareja protagonista. Chang e Inari están a punto de casarse. Inari, el joven, acaba de terminar su preparación espiritual en el monasterio budista, un trámite por el que pasan todos los jóvenes tai lue, y está ya trabajando con su padre. Ser campesino parece su destino, lo cual no le desagrada en absoluto. Tarde o temprano tendrá que demostrar por qué lo llamaron como al dios del arroz. También parecía estar escrito, desde aquel día en que la coqueta Chang le ofrecido pollo al por entonces imberbe Inari, que ambos se casarían. Fue en la fiesta del agua, la más importante de las muchas que se celebran en Sipsong Panna, y ambos eran todavía niños. Como es costumbre entre las niñas tai lue, Chang preparaba con desgana un pollo cuando vio pasar a Inari. 

Fuente: AllPosters.es

La túnica naranja de novicio y su cabeza rapada parecían redondear su candidez. A Chang, la díscola, le hizo gracia aquel muchacho flacucho de ojos almendrados y lo invitó a comer. De esa manera le estaba diciendo que le gustaba y que tal vez, algún día, podrían amarse. Así era ella, todo tenía que ser a su manera. No en vano le pusieron Chang, la libre, la desinhibida, porque su abuela, que era una especie de chamán, ya vislumbró en sus ojos de bebé una fuerza indómita.

Fuente: www.facebook.com/Xishuangbanna-Cute-Girls


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