viernes, 7 de diciembre de 2018

Una visita galáctica al universo Gorlob o exposición de Guillermo Rodríguez de Lema (II)




Nada más empezar, el primer balazo, un cuadro estantería con libros embadurnados de pintura parda; es decir, completamente inutilizados. Todo un sobresalto para alguien que escribe. Según el autor, tan cáustica obra representaría la fatuidad de perseguir el conocimiento, de tan vasto que es. Cada uno que piense lo que quiera. Por mi parte, pocas cosas me diviertan más que cazar conocimientos como conejos, en un juego en el que uno rivaliza consigo mismo. Lo que no resta, volviendo a la exposición, un gramo de genialidad a la librería inútil.
Muy cerca de la estantería del pánico dormita otra pieza con un planteamiento y resolución similares. Un par de lienzos también matéricos representan vidrieras enmarcadas por arcos ojivales y hechas de viejos teléfonos, cucaracherizados algunos. Todo cocinado en su propio caos. Con voz clara y cierta sorna, Gorlob simplemente señala que se intitula “Vidrieras de Santa  María de la comunicación” y enseguida comprendes. Con resignación añade: “Me faltan unos reclinatorios, entonces sí que parecería una catedral”. De inmediato, pensé en una simple solución: bastarían unos reclinatorios imaginarios.


Pero, el pastor apremia al rebaño de ovejas negras, que ya da síntomas de desmandarse y perderse en pequeñas conversaciones y chanzas, cosa natural por otro lado entre españoles. Afluyen los últimos patafísicos, algunos con calva y otros no, lo cual hace presagiar la anarquía. Pero no ocurrirá tal. Gorlob está dispuesto a todo con tal de finalizar la visita sin que la reunión patafísica se disuelva como azucarillo en el café de la tarde. Sabe que de lograr tal hazaña pasará a la Posteridad.
El siguiente impacto que recuerdo, aunque no sé si sabré describirlo bien, es un dios con orejas de retrovisor de bicicleta (de inspiración azteca, creo). Según supe, es una deidad preparada para recibir sacrificios. Aunque seguramente no haría ni caso porque, como pasa con los dioses, al llamarlos “todas las líneas permanecen ocupadas”. 


De hecho, hay varias obras que se plantean el tema de la divinidad, como hay otro puñadito que giran en torno a la degradación medioambiental, o a la revolución, más bien personal. Temas tan poco baladíes son los que flotan sobre el largo y ancho Mundo de Gorlob.


continuará...

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