Descubrí la nueva moda de los vídeoblog o, más sencillamente, vlogs (no es una falta ortográfica) en una de mis tantas paradas por Nerja, hace menos de una semana. En la plaza del Balcón de Europa, en medio del bullicio de los rebaños de turistas, llamaba la atención una larga cola que desembocaba en su belvedere porticado. Allí comparecían, al parecer, las estrellas de la función. Me fascinan, más si estoy de viaje, los misterios y curiosidades que te depara la calle. De modo que decidí indagar.
Y, oh sorpresa, Nada de
estrellas del pop o maloliente famoseo. Aquella multitud estaba allí para adorar
a cuatro familias jóvenes que se dedican a colgar vídeos en Youtube. Es decir, a hacer vlogging. Que me perdone el diccionario de la RAE.
Me resultaba algo tan nuevo que no sabía qué pensar. Era aquélla una nueva moda destinada a extinguirse como estrella fugaz o o iría a algo más. Qué le encontraba semejante legión de adolescentes (escoltados por sus padres) a personas tan corrientes y molientes, simples vídeo aficionados? ¿Qué impulsaba a tantos fans a esperar más de una hora antes de fotografiarse o mejor grabarse con estos nuevos ídolos?
Me resultaba algo tan nuevo que no sabía qué pensar. Era aquélla una nueva moda destinada a extinguirse como estrella fugaz o o iría a algo más. Qué le encontraba semejante legión de adolescentes (escoltados por sus padres) a personas tan corrientes y molientes, simples vídeo aficionados? ¿Qué impulsaba a tantos fans a esperar más de una hora antes de fotografiarse o mejor grabarse con estos nuevos ídolos?
Pero es que, según pude constatar, ningún
medio de comunicación se había hecho eco del evento. Los vídeos de los propios vlogers y de sus seguidores habían hecho el suficiente ruido como para convocar a un buen número de seguidores de toda Andalucía y de otros puntos del país.
O sea, que cero interés de los grandes medios, pese a lo
cual, éxito más que notable. Independientemente de qué vaya esta, digamos, novedosa vídeo red social, ya es algo surgir al margen de la vieja
guardia mediática. La televisión se antoja un medio antedilviano al lado de
estos recientes fenómenos 'informativos'. Con las nuevas tecnologías, los
adolescentes acceden a un mundo virtual del que los adultos, en el mejor de los
casos, apenas hemos oído hablar. Y sin embargo, desatan entre ellos tanto
pasión como en su día entre nosotros un concierto de
nuestro grupo de rock favorito, por decir algo.
Según he averiguado, en la reunión coincidieron cuatro familias vlogueras, así que me puse a buscar en Youtube. Y me encontré con grabaciones caseras, en el mejor de los casos divertidas, pero poco más. Esta historia de los vlogs, de momento, no pasa de ser un Gran Hermano amateur y a la bola de quien lo hace, que para eso lo hace.
En ocasiones estos documentos, casi en bruto, resultan curiosos (por ejemplo se puede ver un parto natural) y hasta divertidos, dependiendo de la pericia del montador. Pero carecen de la retórica y el trabajo artesanal necesarios para constituir verdaderas historias.
No obstante, resultan impresionantes las cifras de audiencia que van alcanzando. Por ejemplo, el vlog El mundo de Mía ya supera ya las 17 millones de visualizaciones. Uno de sus vídeos, el del parto del que hablábamos, ha llegado a las 713.000 visitas. Otro de ellos, Happy O’Hanna, está ya en las 15 millones de visitas.
Pero eso no es nada. Juegos y juguetes en familia (Familiukis) va por ¡¡142 millones de visualizaciones!! Bien es cierto que esta gente son pioneros: llevan casi tres años dando la tabarra. Y sus vídeos están considerablemente mejor editados, a un nivel casi profesional. Como éste, por ejemplo:
Eso explicaría el éxito de público que cosechan con sus, a fin de cuentas, cotidianeidades domésticas. El último vlog se queda bastante lejos de estas cifras mareantes.
El último blog, Elisa de Saro (familia Royitos), "apenas" supera las dos millones de visitas. Han elaborado un vídeo de amor a los (sus) animales cuya recaudación es ofrecida a una entidad protectora de Málaga. Aunque sin aclarar a quién (todavía...).
Pero, vuelvo a repetir, la cosa no es ni mucho menos para tanto. Todo indica que este nuevo invento, que no ha hecho más que empezar y que aún, pienso, está por explotar, sirve a sus autores no sólo de divertimento. Es una vía de escape virtual para huir de la no demasiado agradable realidad. La creación y difusión de sus vídeos les sirve de edredón virtual para refugiarse en la paz y armonía hogareña a la que aspiran, con todo el derecho. Además, supongo que pueden sacar un buen dinerito, lo que nunca viene mal, máxime con esta crisis que no cesa.
En conclusión, nunca me haría seguidor de una de estas
familias, pero lo que hacen no deja de ser, de momento, ingenuo, mucho menos tóxico que un programa de tertulianos. Y mucho más real y espontáneo que uno de sus reallity a los que, en el fondo, emula.
2 comentarios:
Muy interesante ...
Saludos
Mark de Zabaleta
Muy interesante ...
Saludos
Mark de Zabaleta
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