Mustapha Busfeha García
Salobreña, Granada,2014
660 pp.
De novela árbol
calificaría yo esta extensa obra de Mustapha Busfeha García, autor de
vocación tardía, nacido en Larache en 1945, de padre marroquí y madre granadina
(de Arenas del Rey).
La filiación mestiza
del autor se nota precisamente en eso, en que ha sabido construir un gran árbol
literario nacido de su conocimiento no sólo de la cultura islámica y cristiana
de sus padres, sino también de su contacto (me supongo) con los sefardíes de
Marruecos. En efecto, se me representa esta novela, como un frondoso árbol que discurre
entre los años 1492 y 1504 en la Granada conquistada, pero también en otros
muchos lugares, como Italia o la recién descubierta América. Su tronco arranca de
la historia de una familia musulmana, los Araichi (de Larache), a quien los
avatares históricos convierten primero en mudéjares (musulmanes bajo dominio
cristiano) y luego en “cristianos nuevos de moro” o moriscos. De ese madero
principal brotan de forma natural diversas ramas, unas principales y otras
secundarias, más algún que otro ramón periférico. Aparentemente caótico pero
finalmente bien diseñado, como el trazado de una viaja medina árabe, en este
relato convergen muchas otras historias. Se habla de otros moriscos amigos de
la familia principal, También del que fuera su rey, Boabdil, al que se
considera presa de las circunstancias y no, tal como dicta el tópico, de su
débil carácter. Una de las historias principales es la de Alonso, un capitán de
origen mozárabe (cristiano que vivió bajo dominio musulmán), quien, pese a
participar en la conquista, entabla sincera amistad con los Araichi. Este
personaje irá, con el paso de las páginas, cobrando cada vez más peso.
Otra parte de la
historia habla de una familia judía que elige el éxodo para no perder sus
costumbres, y de su hijo fugitivo, que se convertirá en uno de los primeros
exploradores de América.
Junto a estos
personajes principales comparecen secundarios bien dibujados, como el primer
gobernador de la Alhambra, Íñigo López de Mendoza, defensor de los moriscos; o el
Gran Capitán, cuyas guerras de Italia ocupan un nutrido número de páginas. No
les falta protagonismo, dada la época, a los hombres de religión,
principalmente cristianos: así, dos frailes franciscanos, misioneros en Marruecos,
que luego recalan en Granada para evangelizar a los conquistados; el indulgente
fray Hernando de Talavera, primer arzobispo de Granada, y su némesis, el
intolerante cardenal Cisneros.
Para cohesionar
tantos avatares históricos e interconectar a los personajes, Mustapha Busfeha
tiende sobre ellos una serie de lianas que les otorgan coherencia y
verosimilitud. Hablo de numerosas historias de amistad entre personajes de
distinta religión pero idéntica humanidad; pero, sobre todo, del romance entre
una musulmana y un cristiano, surgido casi al inicio y que poco a poco va
creciendo para dar feliz final a la novela. No en vano, La casa del cobertizo
es, como el mismo autor ha manifestado, una expresión del triunfo de la amistad
y el amor frente a los prejuicios de la religión. Y también un canto a la
tolerancia, a la cercanía, más que separación, que existió y debería aún
existir entre las llamadas tres religiones “del libro”.
No puedo dejar
de comentar también algo sobre el consistente terreno sobre el que se asienta
esta novela árbol. El autor ha sabido interpretar con perspicacia las fuentes y
estudios históricos más importantes. Pero también se ha valido de su
conocimiento de la cultura andalusí que pervive aún en Marruecos como rescoldo
desde hace siglos. De este ambiente que él debe conocer de primera mano brotan
deliciosos aderezos: recetas de cocina, fórmulas milenarias, como la del kohl
para los ojos, y, especialmente, acertados apuntes sobre como pudo vivir y
sentir la familia protagonista. Ese dominio del ambiente se aprecia, sobre
todo, en uno de los personajes mejor conformados, el de Aicha (luego Ana), la
vieja criada y segunda madre para los Araichi. Lo que me recuerda lo bien diseñados que están los personajes femeninos en esta novela.
Y, ya para
concluir, un detalle que puede pasar desapercibido: el libro es también un homenaje a los moriscos, al coincidir su publicación, en 2014, con el cuarto
centenario de la expulsión de éstos (1609-1614). Tal hecho, poco o nada recordado,
además de una gran felonía, se convirtió en una de las causas de la
decadencia del imperio español.
1 comentario:
Interesante libro ...
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