viernes, 17 de junio de 2011

Tras el 15 M, la prueba del 19 J





Al movimiento surgido el 15 M por iniciativa de la plataforma Democracia Real, pero larvado desde hace tiempo en las redes sociales y en la mente de muchos descontentos como yo, le llega su prueba del algodón. Han pasado muchas cosas en algo más de un mes: la manifestación, que resultó más exitosa de lo que ellos y nosotros esperábamos; las acampadas, con algunos desalojos afortunadamente fallidos, como el de Barcelona, que probó que se puede desacreditar a la violencia con resistencia pacífica; asambleas en todo el país, de donde han ido brotando multitud propuestas aún por encauzar en un hilo reivindicativo común (y es lógico que sea así y hay que tener paciencia); las elecciones municipales, que dejaron tocado al PSOE y dejaron al PP como único triunfador, por la fidelidad que le tienen sus más añejos votantes; la primera respuesta de los medios, perplejos y sin capacidad de reacción; esas acciones puntuales nacidas de las asambleas de barrio, sobre todo, para, por ejemplo, evitar desalojos por impagos de hipotecas, o para denunciar en plena Alhambra (ningún lugar mejor) la política cultural y medioambiental de la Junta de Andalucía; el debate sobre si levantar o no las acampadas, que se solventó a favor del sí, no sin cierto resquemor por parte de los más radicales; el recrudecimiento de acciones planificadas desde la no violencia, como las concentraciones ruidosas y atrevidas (que no violentas, pese a lo que digan "las voces de su amo") ante diversos parlamentos, la más conocida la del Parlament catalá, con algunos honorables ridiculizados y mossos d'esquadra infiltrados y provocando a los más radicales... 
Todo eso ha pasado y algo más que se me olvidará. Pero ahora, es decir, pasado mañana, 19 de junio, ha llegado el momento de saber si este cúmulo de circunstancias, esta mezcla de acciones reivindicativas y preguntas que se ha hecho el movimiento, avanza hacia alguna parte. Es el momento de comprobar si los altavoces que intentan ensordecer este movimiento popular han hecho mella en él. Resulta vergonzoso para mí, como periodistas, ver el tratamiento que han otorgado los medios masivos desde casi el primer momento a lo que está sucediendo. Como profesional que vive de la información y sabe bien cómo se cuecen en realidad la gran mayoría de noticias y opiniones, siento pudor e indignación al tiempo al encender el televisor y ver, en esos esperpénticos magacines de la mañana, a "sesudos" columnistas denunciando la vulneración de los derechos de los parlamentarios de todo signo, incluidos los imputados, cuando antes nada dijeron contra los actos de violencia policial; siento incluso repeluz al abrir los periódicos de mi ciudad, al notar el tratamiento "perroflauta" que se está dando al movimiento en Granada, incluidos artículos que pudiera haber escrito William Randolph Hearst (el que se inventó la guerra de Cuba). 
Sin embargo, pese a la artillería pesada que está recibiendo en las últimas horas el movimiento, al modo en que lo haría un país invadido por los USA, la situación económica y social es demasiado grave para que nos conformemos con unas cuantas semanas de pataleo y no alberguemos la esperanza de que este impulso, hasta cierto punto inesperado pero real, pueda resultar finalmente crucial para el futuro de nuestro país, una segunda transición sin velos hacia un mayor poder popular (tal como consagra la Constitución en su título preliminar, artículo 1.2:  2. "La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado"); hacia una estigmatización de la corrupción, los nepotismos de todo tipo, las falsas verdades financieras y políticas y las mentiras publicitarias, verdaderas argollas, aunque invisibles, que nos mantienen aún estabulados en nuestros puestos de trabajo, en nuestros vehículos o en nuestros adosados. 
Para que siga adelante este movimiento, que intentan descarrilar a toda costa quienes temen sus fundamentadas verdades, es necesario saber si su apoyo ha crecido, se mantiene o ha disminuido. Así de sencillo. Según yo creo, sólo en el primer caso cabe esperar que este 15 M goce de un futuro más o menos corto. No sería buena señal ver menos asistencia en la manifestación del domingo que en la del 15 M. Esperemos que, las por ahora sacrosantas, por heterogéneas y apartidistas, redes sociales hagan un buen trabajo y sirvan de hilo musical interno del movimiento contra el, vuelvo a repetirlo, desesperado bicoteo de los "medios" y el rechazo de quienes les prestan oídos: aquéllos que se ven demasiado viejos (no necesariamente por su edad); aquéllos que han perdido en el camino sus ilusiones o aquéllos demasiado cínicos para reconocer que aún hay luz al final del túnel. Todos estos no vendrán con nosotros el 19 J, pero ¿qué harán aquéllos que se han quedado sin nada y viven al día; y qué aquellos otros que sin sufrir la crisis tan crudamente conservan todavía un poco de coraje y dignidad frente a tantas mentiras y han llegado a la conclusión en su fuero interno de que es hora de cambiar las cosas de verdad? Lo lógico es que estos últimos acudan en masa, pero eso lo veremos dentro de unas horas. Hasta entonces. DEMOCRACIA REAL YA.

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