martes, 20 de marzo de 2018

El soldado, la garza y la tortuga (I)


Inicio aquí un breve relato histórico ubicado en la Corea del siglo XVI. Su protagonista es uno de los mayores héroes coreanos, si no el que más: el almirante Yi Sun Sin. Este personaje es considerado por los entendidos el más genial estratega naval de la historia. Por encima incluso del más afamado Lord Nelson. El relato pivota alrededor de una anécdota ficticia, a partir de la cual yo especulo cómo el preclaro marino pudo perfeccionar la que sería su mejor arma de guerra: el barco tortuga, el primer acorazado de la historia.

Monumento al general Yi Sun Sin en Seul. Fuente: http://www.antiquealive.com/

Corría el año 1587 en el reino de Joseon[1], que, mal que bien, gobernaba el país de la mañana calma. No tan tranquila por aquellos tiempos. En el norte, las amenazas de los merodeadores Yurchen[2], que décadas más tarde conquistarían China, había sido conjurada parcialmente. Pero otro peligro se cernía sobre las costas coreanas. La amenaza japonesa, que se había limitado hasta entonces a incursiones piratas,  se revelaba cada vez más real. El belicoso daimio Hideyoshi, a punto de reunificar el archipiélago nipón, acababa de conquistar las islas Kyushu, al sur de Corea. Era éste el primer paso hacia una mucho mayor empresa: conquistar China. Y Corea quedaba a mitad de camino. Más temprano que tarde, el reino coreano debería decidir si contemporizar con los japoneses o, en toda lógica, mantener su lealtad al imperio chino, su aliado tradicional.

El belicoso Toyotomi Hideyoshi, enemigo de Corea. Fuente: www.ancient-origins.net

En esas turbulencias, uno de los más valientes defensores del reino coreano era el capitán Yi Sun Sin, formidable estratega, capaz de capturar al jefe de los Yurchen y poner en fuga a sus desarrapadas, aunque furibundas tropas. Tales hazañas le valieron el aprecio de sus soldados, a los que amaba por encima de todas las cosas, y de los atribulados conciudadanos que sufrían las brutalidades de los Yurchen. Pero todos estos méritos, insuficientes, al parecer, no le libraron, más bien al contrario, de una oscura trama, urdida por la envidia y los celos de un general indigno y de sus seguidistas. Finalmente un látigo de dos lenguas, la de la envidia y la estulticia, cayó sobre sus espaldas. Fue juzgado por traición, acusado de aquello que nunca hizo: huir del enemigo. Tras ser arrastrado con cadenas hasta una mazmorra, los verdugos le torturaron salvajemente hasta casi la muerte. Gracias a la mediación de un ministro, fiel amigo de la infancia, pudo, no obstante, salvarse de ser ejecutado sumariamente.
Lejos de renunciar a su vocación militar, aceptó el deshonor de la degradación y reinició su mancillada existencia como soldado raso; para colmo, a las órdenes de uno de sus difamadores.

Fotograma de la película coreana El almirante (2004) que recrea la historia de Yi Sun Sin.

[1] Nombre del último reino coreano, que discurrió entre 1392 y 1910.
[2]  Los Yurchen eran un pueblo altaico procedente de Siberia que invadieron el norte de Corea hacia finales del siglo XVI, en la actual Corea del Norte. Más tarde serían conocidos como manchúes, poco antes de instaurar la última dinastía china, los Qing, entre 1644 y 1912.    .

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