8.200 años atrás, en un
remoto rincón de la Vía Láctea…..
En la constelación del Lobo, en el límite con Centauro,
un sistema binario, formado por dos viejas enanas blancas muy cercanas, está a
punto de colapsar. Después de diez mil millones de años de pacífica existencia,
las dos estrellas están al final de su vida. Han agotado sus capas de hidrógeno
y helio, casi todo su combustible, y malviven sólo del pesado núcleo de carbono
y metales, que produce una combustión inestable y subvierte el equilibrio
gravitacional que las ha mantenido unidas. Es como si, después de toda una vida
de permanente arrullo, las dos mellizas hubieran enloquecido de repente. La
tensión ha llegado a tal punto que parecen dispuestas a romper la invisible
zona roja que les marca la gravedad, aunque ello suponga su autodestrucción. Afectadas por una suerte de alzheimer estelar, porfían en su
actitud, intercambiándose golpes sin tregua. Hasta que sucede lo
inevitable: acaban por fusionarse y explotar con tal violencia que generan una
supernova de proporciones inconcebibles. Tal será su resplandor que podrá ser
observado en la distante Tierra. Aunque eso no sucederá hasta unos 7.200 años
después.
A mitad de la primavera del año 1006 de
la era cristiana, en la bóveda celeste terrestre irrumpió una luz de color
amarillo intenso que brilló como una pequeña luna durante varios días. Luego,
su fulgor fue decreciendo hasta ahogarse tres años más tarde. Uno de los
astrónomos que lo observaron fue Ibn Maslama al Mayrití, el científico más
respetado del califato cordobés. Había nacido en Mayrit, la futura capital de
España, por entonces pequeña población fortificada y agrícola en la frontera
que separaba al Andalus de los reinos cristianos. En aquel remoto rincón donde
convivían soldados y agricultores nació, como raro fruto, Ibn Maslama. No
tardaría en recalar en Córdoba, faro de occidente, donde llegó a ser consejero
de al Hakam II, el califa sabio. Su prestigio se mantuvo intacto durante el
gobierno de Ibn Abi Amir Almanzor, el dictador que, sin atreverse a arrogarse
el califato, sí ejerció de facto un poder absoluto en al Andalus. Se dice que
Almanzor solía consultar a Ibn Maslama antes de emprender sus aventuras
militares contra los cristianos. El hijo de aquél, Abd al Málik, ya dictador de al
Andalus en el momento de este relato, continuaba con esa costumbre.
Por eso y, porque, como todos, se hallaba impresionado
ante la aparición del misterioso resplandor, aquella noche el poderoso Abd al
Málik visitó el observatorio del astrónomo, situado en un promontorio cerca de
Medina Azahara, en el piedemonte de la sierra. Al verlo, al Mayrití no se
sorprendió. Llevaba tiempo esperándolo. Tras el protocolario saludo, el tirano le
expresó su deseo de emprender en pocas semanas una campaña contra los
levantiscos aragoneses. Se le veía enervado, pletórico, luciendo su pose de gran general, como si creyese que el cielo le mandaba una buena señal.
Todo lo contrario pensaba Ibn Maslama. Su lectura de las estrellas en los
últimos tiempos le inquietaba. Dos años atrás se había producido un raro
eclipse híbrido de sol, que había interpretado como un mal augurio para al
Andalus. Además, llevaba tiempo intuyendo que a no mucho tardar se produciría
una gran conjunción de Júpiter y Saturno en Virgo, fenómeno que
arrastra siempre grandes turbulencias. La aparición de esta insólita luminaria,
nunca vista antes por el ojo humano, terminaba de confirmar sus malos
presagios. Su posición en la constelación del lobo le recordaba el desplome de
Roma y le inducía a pensar que todo gran imperio está destinado a desaparecer.
— Y dime si te parece, como a mí, que esta nueva luna me ayudará a
ser aún más grande que mi padre y a terminar de una vez por todas con los
bárbaros del norte –dijo Abd Allah.
Ibn Maslama calló durante un instante, dudando qué
decir. Finalmente, optó por contestarle con una media verdad.
— Mi señor, no me cabe duda de que la nueva aceifa que vais a
emprender resultará victoriosa, tanto que os sentiréis orgulloso de ella, aunque menos de lo que pretendéis.
— ¿Es eso, una simple victoria, lo que anuncia esta nueva luna?
— Nada tiene que ver en esta predicción eso que llamáis
nueva luna, que en realidad es un astro nunca visto antes. Si digo que venceréis
es por vuestra sobrada capacidad para ejercer el mando y por la indudable
superioridad musulmana sobre los cristianos. Sin embargo, y esto si lo he leído
en las estrellas, esa hegemonía no tardará en debilitarse y hasta desaparecer.
Aunque vos no lo veréis ni yo tampoco. Los que os sucedan lucharán como lobos
entre sí, hasta desgarrar al Andalus.
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Constelación Lupus, según un viejo grabado. |
Abd Allah recibió con
un gesto agrio la predicción y se alejó, sin hacerle demasiado caso al que tachó
de viejo loco. En efecto, en aquel momento resultaba casi inconcebible imaginar
el repentino colapso del califato de Córdoba. Sin embargo, sólo tres años
después, muertos ya tanto el sabio como el dictador, estallaría la fitna, la
guerra civil que terminaría con la unidad de al Andalus. Si Ibn Maslama lo
averiguó simplemente por lo que le contaron los astros o pudo ayudarle también
su perspicacia al juzgar los acontecimientos de su tiempo, queda en el más
absoluto misterio.
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Restos de la supernova SN 1006, que observó Ibn Maslama. |