sábado, 29 de marzo de 2014

Booktrailer, a la caza de lectores


Antes sólo se usaban trailers (o vídeos de presentación) para las películas, que todos podíamos ver en las salas, previamente al estreno al que asistíamos. De unos pocos años a esta parte, las editoriales (grandes y pequeñas) e incluso los autores por su cuenta se han apuntado a la moda de los booktrailers para promocionar libros, sobre todo de ficción,aunque hay casos de obras de poesía o ensayo que también se sirven de esta herramienta de márketing.
Está demostrado que el trailer es también una magnífica herramienta de promoción literaria, sobre todo a través de las nuevas tecnologías. El mecanismo el el siguiente: se crea un buen guión para un vídeo de no más de dos minutos, se realiza el vídeo con fotogramas y/o imágenes, incluso gifs (fotos animadas) más una banda sonora adecuada. Luego, se cuelga en Youtube o cualquier otra plataforma que admita vídeos (vimeo, por ejemplo). También se puede hacer una versión e PDF para completar las posibilidades de promoción.


Finalmente, se da a conocer entre los amigos y en las redes sociales. El booktrailer ayuda a difundir la obra en cualquier rincón del mundo y permite, si el libro tiene formato digital, su venta instantánea también en cualquier rincón del Planeta o a través de correo en caso de obras de papel. 
Pues bien, hace poco que he empezado a crear booktrailers. Primero fue el de mi propia novela "La celda de seda", publicada en formato digital por la editorial TransBooks, y el resultado es el siguiente:


Y ayer mismo terminé otro booktrailers, en este caso de la novela "El falsificador de la Alcazaba", que salió a la luz el año pasado en digital, editada también por TransBooks y cuya versión en papel apareeció hace unas semanas de la mano de Editorial Nazarí. Aquí está ese booktrailer.


Visto que mis trabajos parece que gustan, mi intención es ofrecerme a otros autores que, por un módico precio, quieran contar con este recurso para dar a conocer su obra ampliamente. Llevo más de un año y medio sin trabajo (sin trabajo remunerante, digo) y tal vez por aquí (sólo tal vez, no me hago ilusiones) halle una forma de ganarme la vida, aunque sea modestamente. Así que, cualquier interesado ya sabe a quién acudir. Basta con que deje un mensaje en este blog o me escriba al correo jcanohenares@gmail.com.


lunes, 24 de marzo de 2014

La prensa y el 22 M: detrás (pero muy detrás) de la noticia


"Y luego diréis, que somos cinco o seis...".
Estuve en las Marchas de la Dignidad, participando incluso en la última etapa, con la Columna Sur, que desde Getafe llegó hasta Atocha, atravesando el cinturón meridional de Madrid. Fue una gran experiencia y, durante la marcha, me imaginaba delante del ordenador escribiendo la crónica: mucha unidad, digna indignación, solidaridad de la gente, los bomberos haciendo sonar las sirenas a nuestro paso, esperanza de cambio, alegría... Pues bien, aunque en principio pensaba hacer una crónica del 22 M para este blog, prefiero de hablar de otro tema relacionado: el infame tratamiento dado por los medios de comunicación mayoritarios a este acontecimiento descaradamente silenciado.


El billete de autobús.
Para empezar, durante la manifestación vi a muchos periodistas de la organización o de medios alternativos trabajando con pasión y a profesionales de Telemadrid entre los manifestantes. Sin embargo, fue escasa o nula la presencia de unidades móviles, ni había presencia visible de medios acreditados como hubiera sido necesario y obligatorio. El cuarto poder parecía no interesado en lo que demandaban sus conciudadanos, como si hubiera aceptado secundar el boicot del gobierno. Esa indiferencia y seguidismo de la postura oficial se reflejó al día siguiente en las grandes cabeceras. A juzgar por los titualres y los textos que les seguían, el punto de arranque de este 22 M no fueron ni las marchas, iniciadas en algún caso un mes antes, ni la llegada de éstas a Madrid, en un ambiente que hacía saltar las lágrimas de la emoción a más de uno; ni siquiera la manifestación que se desarrolló con una actitud colectiva pacífica. El punto de arranque de las noticias dadas por los grandes medios fue el momento en el que se armó la marimonera, cuando los antidisturbios irrumpían en la plaza de Colón, donde todavía no había concluido el acto y en la que había muchas miles de personas. Y lo hicieron de forma claramente ilegal, antes del plazo pactado para que finalizase la manifestación. A partir de ahí el 22M se convierte, a ojos de los grandes medios, en un lamentable espectáculo que termina mal y queda estigmatizado como una demostración de indignidad. Sin ir más lejos, la edición digital de El país (peligrosamente escorado a la derecha tras la entrada de su nuevo director) "contó" los mismos manifestantes que el Gobierno; unos ridículos 50.000 asistentes. Y lo hacía contradiciendo a sí mismo: colocando al lado una foto bastante elocuente de la manifestación desde el aire que refleja claramente que el número de asistentes podía ser 15 ó 20 veces superior al difundido.


Portada de El país del domingo 23 de marzo. "¿50.000 mil? "Sí, lo dice el Gobierno y punto".
No hay justificación posible ante tamaña manipulación informativa (no lo es la necesidad de cubrir la agonía y muerte de Adolfo Suárez), pero sí una explicación: la voluntad no confesa pero cierta de silenciar esta demostración de dignidad popular. Que se oiga el clamor popular le conviene, al parecer, tan poco a los grandes medios como al Gobierno, con el que se alinean. Al parecer, la ciudadanía que lucha por sus libertades y denuncia a esta dictadura encubierta no merece ni mucho menos atención ni respeto. Y no hablo solo de ese millón de personas que asistimos a la manifestación y participamos en las marchas sino de muchos, muchísimos más que, pese a no participar en el 22 M, están tan indignados como el que más. 
Si se conoce un poco por dentro el mundo de la prensa, no extraña nada esta inercia manipuladora. Cuando empiezas, te crees casi un héroe, un defensor de la opinión pública frente a los abusos del poder. Y piensas de corazón que tu obligación es informar honestamente de todo. Esa es, de hecho, la teoría. Pero cuando llegas a una redacción todo cambia. El glamour de la profesión desaparece enturbiado por un velo de gris rutina y condicionamientos profesionales. Nada más llegar has de aprender unos cuantos mandamientos. 
El primero, y más importante, es Amar por encima de todas las cosas a la empresa y a su línea editorial, que nunca se cuestiona; el segundo, combatir sin cuartel al medio rival o al partido opuesto; estos dos mandamientos se resumen en un un tercero, mucho más difícil de aprender: no decir las cosas como son sino como deberían ser. Para solapar debidamente la realidad el periodista debe aprender todos y cada uno de los tópicos que, inventados por la oficialidad y difundidos por los medios,pretenden hacernos creer que "vivimos en el mejor de los mundos posibles". Y, sobre todo, ha de aprender a autocensurarse debidamente para cumplir con lo que se le exige.

Por supuesto, esta sofisticada maquinaria de engaños está dirigida por los consejos de administración, pero la secundan sin rechistar todos los profesionales que trabajan a su servicio. Así, a las condiciones de trabajo asfixiantes o al escaso sueldo se une la impotencia de no poder informar a conciencia casi nunca, verdadera espada de damocles de la libertad de expresión. Para no perder el trabajo, el periodista debe aceptar ese staus quo como algo natural y cotidiano. Y, tal que el burro que tira del carro por no perder plaza en el pesebre, termina por resignarse y, los más conscientes, por desilusionarse
Sin embargo, ciertos periodistas, quiero creer que los menos, en un alarde de cinismo o inconsciencia (vaya usted a saber) no llegan a asumir esa triste realidad. Más papistas que el papa, creen a pies juntillas que las motivaciones del periodismo son tan loables como las de la madre Teresa de Calcuta y defienden a su medio con pasión irracional.
Digo esto a raíz de un encontronazo en Facebook con uno de estos stajanovistas del periodismo, al denunciar en mi muro la nefasta cobertura de Canal Sur televisión el viernes 21, día anterior a la manifestación. Resulta que en los titulares del sumario del informativo de la noche se decía que las marchas venían confluyendo a la capital "desde el fin de semana anterior". Es decir, o no se habían enterado o no querían decir que las marchas comenzaron no una semana sino 22 días antes, el 28 de febrero, día de Andalucía. Tampoco resaltaban, con lo patrioteros que son ellos, que la columna sur era la más numerosa y que Andalucía iba a tener gran protagonismo. Con ironía yo apuntaba que tal vez estaban demasiado pendientes de los fastos por la fiesta regional como para acordarse de cuándo se inició la marcha en Andalucía. Pues bien, al volver de Madrid, vi que alguien, un periodista de Canal Sur en Granada, me había replicado, en una jerga enrevesada y carente de lógica, que no tenía derecho a menospreciar a su medio y a los profesionales que trabajan en él (eso se deducía al final de la jerigonza). Tales argumentos resultarían legítimos si se tratase de eso y no de una cuestión mucho más trivial y objetiva: que Canal Sur había cometido un fallo garrafal, o sea que la emisora se equivocó, la cagó y punto, la cosa no tenía más importancia. Le puse el vídeo para que comprobara que era cierto lo que decía y hete aquí que él, váyase usted a saber por qué, se subió por las paredes y se atrevió a acusarme de antidemocrático y "persona muy sospechosa". Le faltó decirme que merecía estar fichado por terrorista. 



Esa subida de tono injustificada ante un hecho trivial (una simple equivocación periodística de las que hay tantas) emparenta a este individuo con la corrupta clase política que nos gobierna, con impresentables como el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, que comparó el movimiento ciudadano con la ideología neonazi horas antes del 22 M. Precisamente él, ellos, que son hijos del Franquismo.
Por otro lado, el periodista de Canal Sur Granada me demostró no tener el mínimo espíritu crítico, tan necesario en una profesión que vive del derecho a opinar y discrepar. En un alarde de ignorancia o cinismo, aseguraba no haber oído hablar de la deuda con que los bancos atenazan a la prensa (no hay más que leer el Mundo para saber de los problemas financieros de El país y viceversa) y negaba toda injerencia del poder en Canal Sur (la nuestra pero más la del del gobierno andaluz, basta ver los informativos). Alguien que defiende con semejanza fiereza a sus amos, hasta el punto de lanzar amenazas contra un simple ciudadano que cuestiona su dudosa profesionalidad, merece que le lancen a la cara una frase de Simone de Beauvoir: "Los opresores no serían tan fuertes si no tuvieran cómplices dentro de los oprimidos". Y Simone de Beauvoir, por cierto, sabía algo de periodismo.

domingo, 23 de marzo de 2014

Al Gazal: De Bizancio al País de los Vikingos (y XI)




En  efecto, al Gazal no era precisamente joven en esa época. La crónica de Ibn Dihya habla de que superaba los cincuenta y en realidad, según todos los indicios, pasaba sobradamente de los setenta, aunque no debía aparentarlos. Pero debía tener un aspecto todavía muy aparente, a juzgar por esa pasión que despertaba en las damas de alcurnia.
Cuando los andalusíes regresan a al Andalus, y esto, por supuesto, sólo aparece en la historia del viaje al País de los Normandos, hacen escala en Sant Yaqub, es decir Santiago de Compostela, para entregar una carta del rey vikingo al gobernador de aquel lugar santo y “hacer la peregrinación”. Este es un dato interesante que pone de relieve la importancia de Santiago para los musulmanes y que se aleja de la imagen del santiago matamoros que tanto han explotado los historiadores tramontanos. 

Este santo guerrero no es el mismo al que también veneran los musulmanes.
La peregrinación a Compostela dos meses, tras los cuales, la comitiva andalusí atravesó los reinos cristianos al  parecer tranquilamente, pues no se cuenta incidencia alguna de esta parte del  viaje, y llegó a Córdoba, tras veinte meses de ausencia, en el verano de 846.
Como acabamos de decir, al Gazal había cumplido ya de largo los setenta años. Habrá quien piense que poca vida debía quedarle. Nada más lejos de la realidad. Varios autores hablan de que llegó hasta los noventa y cuatro, pero la fuente más fiable pueden ser estos versos escritos de su puño y letra:

He vivido treinta años y otros tantos,
Más treinta y dos,
El tercio de ellos en devaneos,
El segundo tercio, en el  pecado,
Y el tercero en un abismo
Donde es poca mi piedad y fe; (…)
Tengo un cuerpo ajado pero
Aparejado con un alma de diablo,
Con esperanza fresca y nueva,
Cual conocí en mis primeros tiempos.


Bibliografía:
Al Muqtabis II-I. Traducción Rodrigo Jiménez de Rada,  pp. 142-158; 228-244.
Encyclopédie de l’Islam. Artículo de Huici Miranda. Vol. II,  p. 1062. Leiden-Paris. 1960.
Enciclopedia de al Andalus. Junta de Andalucía. El Legado Andalusí. Granada.
Al-Gazhal y la embajada hispano-musulmana a los vikingos en el siglo XIX. Mariano G. Campo (ed). Miraguano Ediciones. Madrid,  2002. Contiene los artículos de A. El Hajji y D.W. Allen.
Un échange d’ambassades entre Cordue et Byzance au IXe. Siécle. E.Lévi-Provençal. Bizantion, XII (1937), I-24.
El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado. Federico Engels. Marxist internet archive. 2000.

viernes, 21 de marzo de 2014

Al Gazal: De Bizancio al País de los Vikingos (X)



Cuando la reina Nud se apercibe de este cambio le pregunta dolorida por qué ese cierto desdén. Al Gazal le es sincero entonces, alegando que no quiere despertar los celos de su honorable anfitrión. Al escuchar su  respuesta, la reina no puede menos de echar a reír y contesta: “No hay semejante cosa en nuestras costumbres y los celos no existen entre nosotros. Nuestras mujeres están con sus maridos sólo por propia voluntad. Una mujer permanece con su marido mientras éste les resulta agradable, pero lo abandona si ha dejado de agradarle”. No se puede negar que sorprende encontrar en una crónica musulmana una frase como ésta, que no sería capaz de hacer suya ni la feminista más atrevida hoy en día. Y sin  embargo, coincide con lo que señala, por ejemplo, Federico Engels, quien en su ensayo “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado” asegura que en tiempos de los vikingos el recuerdo del matriarcado aún seguía vivo. A este respecto muchas sociedades actuales, incluida la occidental, tendrían que aprender bastante sobre el respeto que demostraban a sus mujeres aquellos rudos guerreros, que tan a bien llevaban lo de ostentar cuernos sobre sus cascos.
Fotograma de la serie televisiva "Vikingos".
Alguna otra anécdota diferencia la historia de Normandía de la de Bizancio. Por ejemplo, aquélla que refiere al momento en que la, nos imaginamos, joven y voluptuosa primera dama vikinga le sugirió a su admirado huésped que se tiñera las canas para parecer más joven. La respuesta, en forma de versos, no pudo ser más perspicaz: 

¡No desprecies el  destello del pelo blanco!
Es la flor del entendimiento y la inteligencia.
Tengo lo que ansías en la juventud,
Elegancia en las maneras y educación.

miércoles, 19 de marzo de 2014

Al Gazal: De Bizancio al País de los Vikingos (IX)



Al comparecer ante el rey, tras entregarle la carta del emir andalusí, los lujosos vestidos y las vasijas llenas de presente, nuevamente se sirve ante la reina vikinga de las mismas artes de seducción que ante la emperatriz de Constantinopla. El  historiador hace en este punto un aparte para comentar una noticia posterior relacionada con este encuentro. Cuenta Ibn Dihya que el visir Tammam Ibn al Qama, en una entrevista mantenida con al Gazal a su  regreso del Norte, le preguntó si realmente era tan bella aquella mujer, a lo que el poeta contestó: “¡Por tu padre que tenía cierto encanto! Pero hablándole así me gané su favor y  obtuve más de lo que deseaba”.

Respecto a la relación con la reina de los vikingos, que se llamaba Nud, la historia se acerca en su  fondo al relato de Bizancio: ambas reales esposas demuestran estar absolutamente encandiladas con la prestancia de aquel anciano, buscando su compañía constantemente, aunque la reina vikinga lo hiciera, según parece, con mayor naturalidad. Y aquí viene la gran diferencia. Cuando los compañeros de al Gazal advierten tanta familiaridad con la que, a fin de cuentas, es la esposa del soberano, le ruegan que ponga freno a la situación, lo que el poeta considera razonable. Así, deja de contestar a casi todas las llamadas reales, racionando las visitas a una única entrevista cada dos días. 

martes, 18 de marzo de 2014

Al Gazal: De Bizancio al País de los Vikingos (VIII)



Esta segunda aventura arranca, desde luego, de hechos reales: los ataques de naves normadas a las costas peninsulares, las razzias que se produjeron alrededor de 844 en varias ciudades andalusíes, entre ellas Sevilla; la respuesta de los andalusíes, que derrotaron y pusieron en fuga a los “mayús” o  magos, como llamaban los árabes a los vikingos. Historiadores como al Maqqari hablan de una derrota total, con la muerte del capitán normando, y la posterior visita de una embajada vikinga a Córdoba, en noviembre de 844, pidiendo la paz.
Desembarco vikingo en el Tapiz de Bayeux (siglo IX).
Abderrahmán, como ya sabemos, no desdeñaba las negociaciones y, para evitar nuevos ataques decidió enviar al País de los Normandos una legación encabezada por nuestro Yahya ben Hakam al Bakrí ya que poseía “una mente aguda, rapidez de inventiva, habilidad en la réplica, valor y  perseverancia, y sabía entrar por todas las puertas”. Al Gazal eligió de nuevo como lugarteniente, cómo no, a su fiel compañero al Munayqilah.
Comienza el viaje con una de esas coincidencias con el relato de Bizancio de las que hemos hablado: nada más partir de Silves, una tormenta azota las naves en un punto de la costa denominado Aluwiya, que podría ser identificado lo mismo con el cabo de san Vicente que con el de Finisterre. 


Tras una primera escala para reparar las naves, posiblemente en el suroeste de Irlanda, llegan finalmente al reino vikingo, que es descrito como “una isla o una península”,  rodeada de muchas islas,  todas ellas habitadas. Ibn Dihya dice de aquellas gentes: “Eran paganos pero ahora siguen la fe cristiana y  han abandonado el culto al Fuego”.  Este dato concuerda con los hechos históricos, ya que los normandos se cristianizaron a principios del siglo IX. 
A este primer detalle verosímil del relato siguen, no obstante, otros poco creíbles. Así, nada más llegar los andalusíes, al Gazal pide a sus anfitriones que nadie se arrodille ante él, con tal de no tener que hacer lo mismo él ante nadie. Este dato da paso a la famosa anécdota de la puerta baja que ya se describía en la crónica de Bizancio y que aquí  se repite casi en los mismos términos. También este rey se siente impresionado y exclama: “Tuvimos la intención de humillarlo y nos ha saludado con la suela de sus zapatos”.

lunes, 17 de marzo de 2014

Al Gazal: De Bizancio al País de los Vikingos (VII)




Una personalidad fuerte la de al Gazal, pero sobre todo segura de sí  misma, dispuesta en todo momento a defender su derecho a disentir con el poder, incluso ante su propio soberano, con un lenguaje irónico, mordaz, inteligente. Esta librepensamiento se fraguó en él seguramente a partir de su exilio en Bagdad. Allí tuvo que tomar contacto con los modernistas que seguían la estética creada por Abu Nuwás, cuyos versos seguramente ya conocía, y empaparse de ese espíritu ilustrado y  racionalista que también generó, durante un breve periodo de tiempo, la corriente filosófica del Mutazilismo, partidaria del libre albedrío, frente al determinismo a ultranza de los alfaquíes.


La habilidad y el saber estar de este hombre pesaban ante el sultán más que su enconada rebeldía. Por eso Abderrahmán decidió acudir una vez más  a él para pedirle que encabezara una nueva embajada, esta vez al País de los Normados. Pero, antes de comenzar este relato, debe aclararse que existen dudas de que la aventura de al Gazal en el Norte sea cierta. Prestigiosos historiadores como Lévi-Provençal o Huici Miranda la consideran sólo un mito creado en el siglo XII por el cronista andalusí Ibn  Dihya en su Mutrib, a partir de una leyenda popular. No le faltan argumentos a quienes dudan de esta historia, sobre todo por la gran cantidad de concomitancias que mantiene este viaje con el que hizo al Gazal a Bizancio. Sin embargo, estudios recientes, como los de A. El Hajjí y D. W. Allen, que traducen y analizan el  relato de Ibn Dihya, tomando en cuenta los detalles más originales, en algún caso bastante insólitos, no dejan de tener su parte de razón al afirmar que existe una base histórica.

domingo, 16 de marzo de 2014

Al Gazal: De Bizancio al País de los Vikingos (VI)



Cuando al Gazal y su compañero al Munayqilah regresaron a al Andalus lo hicieron “contentos y honrados y hallaron a sus familias sanas y salvas”, relata el Muqtabis II. Una vez de nuevo en Córdoba, no tardará el poeta en tener que acometer una nueva tormenta, esta vez por causa de una denuncia. Resultó que un visir, ávido  de las  joyas que al Gazal había conseguido para sí, le pidió un collar de perlas que le regalara la emperatriz de Bizancio. Al Gazal alegó para no contentarlo que el collar  se había roto y había tenido que repartir las perlas sueltas entre sus hijas. El visir, llamado Abdelaziz ben Hasim, no le creyó y para vengarse presionó al emir Abderrahmán para que castigara una operación fraudulenta en que había incurrido el poeta en la administración de los silos reales: resulta que un año de mala cosecha, vendió el cereal del  sultán a un precio desorbitado y, al  año siguiente, cuando el trigo fue abundante, restituyó el grano vendido a los silos reales embolsándose el  beneficio. Enterado el emir de la operación, encarceló al que poco antes tan bien le había servido; no para castigarlo por haberse lucrado a costa del hambre de sus súbditos, sino porque no había consentido devolverle las ganancias que consideraba legítimamente suyas. Para él no había nada ilegal en aquella operación, como atestiguan estos versos escritos desde la celda:

Favor nos hizo Dios cuando
no se perdió el depósito;
si recibiste de mí lo justo
no exijas ganancia, ni codicies.


Esta anécdota que delata cómo al Gazal se dejó arrastrar por la codicia (por cierto que no era la primera vez) contrasta con la valiente oposición que el poeta hizo contra los alfaquíes. Es sabido que en al Andalus, como en otros países islámicos, muchos de estos poderosos juristas islámicos se han enriquecido, y siguen enriqueciéndose, gracias a sus conocimientos. “No encuentras alfaquí que no sea rico/Me gustaría saber cómo se enriquecen”, dijo una vez nuestro literato. Tampoco se libraba de sus críticas la política, como deja bien claro el poema titulado El walí:

Me dijo el cadí pidiéndome consejo
Acerca de un hombre aparentemente justo
Al que habían nombrado walí:
“Qué crees tú que hará?”
Y le contesté:
“¿Qué hacen los abejorros con las abejas?
Picotean sus colmenas, se comen la miel
¡Y luego dejan el resto para las moscas!.

viernes, 14 de marzo de 2014

Al Gazal: De Bizancio al País de los Vikingos (V)

Recreación de la antigua Constantinopla, capital de Bizancio. Fuente: www.imperioromano.com

Ya en Constantinopla, al Gazal tuvo oportunidad de demostrar a todos y demostrarse a sí mismo que Abderrahmán II no se había equivocado al elegirle,  sabedor de que entre sus cualidades no faltaba la perspicacia. Se dice que cuando entró por primera vez en palacio y llegó frente a la puerta que daba al salón del trono, el emperador Teófilo le tenía preparada una sorpresa con la que pretendía divertirse a su costa y hacer gala de su ingenio ante sus cortesanos. Resultaba que la entrada era tan baja que nadie podía atravesarla sin ponerse de rodillas. Hacer eso hubiera sido impensable no sólo para al Gazal sino para cualquier musulmán, dada la prescripción coránica de que humillarse así sólo es posible ante Dios. Al mismo tiempo, no podía rechazar la invitación por razones obvias. Entonces, ante la sorpresa de todos se dio media vuelta y cruzó la puerta de espaldas, impulsándose con las manos y las piernas. Una vez dentro se volvió hacia el rey y le saludó respetuosamente. Aquella exhibición gustó a todos, incluido Teófilo, quien tuvo oportunidad de comprobar que los andalusíes no eran tan bárbaros como él creía.
Permaneció al Gazal un tiempo en aquella fastuosa corte, que debió agradarle, pues olvidó pronto sus pasados temores. Según Ibn Hayyan y otros cronistas que hablan de este viaje, Teófilo y sobre todo su esposa se sintieron subyugados por las maneras de quien sobre todo era experimentado cortesano.


Se dice que la primera vez que el poeta andalusí vio a la reina bizantina “enjoyada y arreglada como un sol naciente” se mostró tan impresionado que no le quitaba ojo y se le veía distraído en su contemplación. Tanto que no era capaz de atender a las amables palabras del basileus. Y cuando éste, mediante su intérprete, le hizo saber su  disgusto, al Gazal reaccionó diciendo: ”Estoy tan deslumbrado por la belleza de esta reina y su peregrina hechura que me es ajeno el motivo por el que se me llamó, y es justo porque nunca he visto una imagen más hermosa, ni espectáculo más bello”. De esta forma consiguió ganarse no sólo a la reina sino también al rey. Esta anécdota, que parece sacada de un relato de Las Mil y Una Noches, obra que por esa época comenzaba a gestarse, ilustra muy bien sobre la que era principal habilidad de aquél al que, por algo, llamaban la gacela: su capacidad de seducción. 

jueves, 13 de marzo de 2014

Al Gazal: De Bizancio al País de los Vikingos (IV)

Una vez comprobó sobradamente que la decisión de Abderrahmán era irreversible no tuvo más remedio al Gazal que obedecer. Partió un día del año 225 de la Hégira (839-40 de la era cristiana) llevándose como mano derecha a otro Yahya, llamado al Munayqilah, en compañía del embajador bizantino, que había viajado hasta Córdoba para una misión secreta, que, como se pudo comprobar, no sería tan secreta, pues las crónicas se han hecho eco de ella: Sellar una alianza entre el imperio Bizantino y el Emirato andalusí para contrarrestar el pacto que acababan de suscribir el Califato abbasí y los Aglabíes de Túnez. Antes de partir desde las costas de la cora de Tudmir (Murcia), hicieron parada y fonda en la residencia del  embajador de aquel territorio, que les dio frugal hospitalidad, tal vez porque no estaba acostumbrado ni podía imaginar siquiera los lujos de la corte cordobesa, hasta el punto de que al Gazal escribió esto de él:

Quisiera saber qué te habrían costado los favores
si  hubieras hecho alguno de ellos.


Sin duda al Gazal iba a tardar bien poco en comprobar que sus temores sobre el riesgo que corrían estaban bien fundados. Nada más embarcar, el mar se encrespó de tal suerte que los viajeros temieron por sus vidas. Se salvaron finalmente, pero la impresión fue tan fuerte que, en unos versos improvisados, nuestro anciano poeta, embajador a su pesar, dijo:

Envueltos en ráfagas de poniente y septentrión,
Que rasgaron dos velas de los ojales de aquellas drizas
Y el ángel de la muerte cabalgó hacia nosotros de frente.

miércoles, 12 de marzo de 2014

Al Gazal: De Bizancio al País de los Vikingos (III)



¿Qué hizo en las primeras décadas de su vida una persona que, a todas luces, tenía capacidad para haber triunfado antes? Al margen de que las crónicas árabes suelen exagerar las rasgos del personaje que describen, cabe pensar que teniendo belleza, buena educación, inteligencia… todo lo necesario para haber empezado a brillar a los veinte años, no supo encauzar hasta una cierta edad todo ese potencial para obtener algo más que una vida licenciosa, un vivir al día saltando de cama en cama, como una especie de don Juan andalusí. Tal vez lo intentó sin éxito en sus primeros años y sólo más tarde obtuvo su recompensa con Abderrahmán II. Tal vez, simplemente, considerase durante una buena temporada que era demasiado arriesgado medrar en una corte llena de insidias, donde alguien como él podría convertirse rápidamente en blanco de todas las envidias. Envidias por las que no  dudó  en dejarse llevar años más tarde, cuando en 832 llegó a la corte cordobesa el singular Ziryab, a quien dedicó unos versos tan mordaces que le costaron una temporada de exilio en Iraq, curiosamente el lugar del que provenía aquél.


Sea como fuere, al Gazal fue una de esas raras personas que unía a una natural belleza un verbo igual de brillante, combinación que le sirvió para ganar muchas batallas en la corte o en los torneos literarios, pero que se volvió contra él cuando fue nombrado, muy a su pesar, embajador omeya ante el basileus Teófilo. Al Gazal intentó evitar por todos los medios aquel viaje, temiendo no sólo  por su vida sino, sobre todo, por el futuro de su  familia. Pero Abderrahmán, al escuchar sus quejas, le aseguró que los suyos recibirían desde ese mismo momento rentas suficientes para vivir mullidamente mientras él faltase. Eso no terminó de tranquilizar a Yahya, quien, para intentar convencer al emir, derramó ante él todo su talento, componiendo gran cantidad de versos, algunos verdaderamente brillantes, que atestiguan su valía como literato:

Lo que me dan por ausentarme me parece,
Aunque lo tenga en mucho, despreciable;
Veo a la muerte quitar a los huidizos corzos la vida
Y alcanzarlos, como a pájaros, aunque vuelan.


martes, 11 de marzo de 2014

Al Gazal: De Bizancio al País de los Vikingos (II)



Baños árabes de Jaén
Al Gazal había nacido en una fecha que no está clara (entre el 770 y el 773) en una alquería de Jaén que, según Ibn Hayyan, era muy conocida. Poco más se sabe de sus primeros años. Debió ser de condición social elevada, lo suficiente para poder trasladarse a Córdoba, vivir en la vecindad de un visir, llamado al Iskandarí, y empezar a flirtear con el poder. Viene muy al caso usar la palabra flirtear al hablar de este autor, al que apodaron al-Gazal, es decir la gacela, “por su hermosura, aunque otros dicen que por la clara mirada, hermosa figura y gráciles movimientos”, aunque probablemente fuera por todo ello. Pero también Ibn Hayyán dice de él: “Junto a su brillante educación, era un sabio variado, abundante, capaz de frivolizar al  hablar, chistoso, profundo, donoso en sus noticias”. Por tanto, cabe pensar que al Gazal gozó de otros atractivos, aparte de su natural belleza.
Estatua de Abderrahmán I, que reinaba al nacer al Gazal.
Al intentar saber algo de sus primeros años, llama la atención la escasez de noticias que tenemos de él antes de los cuarenta y tantos años, la época en que empezó a gozar de influencia. Durante el reinado del primer emir andalusí, Abderrahmán I, el emigrado que escapó de la matanza de toda su familia en Damasco, al Gazal era demasiado joven; no así ya durante el breve gobierno de Hisam I, quien, por cierto, no debía tener demasiado sentido del humor cuando dejó sin ojos y sin lengua al poeta satírico Abu-l-Majsí. Poco o nada sabemos de sus actividades, poéticas o no, en la corte de este emir; algo más conocemos de su relación con al Hakam I, que ha pasado a la historia por llenar de sangre los arrabales de Córdoba en 818. Al Gazal le dedicó varios panegíricos, y eso no parece que le sirviera para obtener un puesto de privilegio, aunque, eso sí, ya figuraba en la nómina de poetas-astrólogos; se encumbró por fin en la corte de Abderrahmán II, pasando a ser uno de sus poetas favoritos pero con quien, como veremos, tuvo no obstante sus más y sus menos; finalmente, su fama, como su vida, fue apagándose en tiempos del emir Muhammed I, que, por edad, podía ser su bisnieto. 


lunes, 10 de marzo de 2014

Al Gazal: De Bizancio al País de los Vikingos (I)


Inicio aquí la publicación de un artículo sobre las peripecias de un cortesano, del emir cordobés Abderrahmán II, llamado Yahya ben Hakam al Bakri. Natural de una alquería cercana a Jaén, fue apodado por razones que luego se explicarán, al Gazal o "la gacela" y su labor fue la de embajador ante dos reinos tan distintos y distantes como Bizancio y el país de los vikingos. Apareció en el número 20 de la revista "El legado andalusí", en una fecha que la verdad no recuerdo. Al volver a sacarlo a la luz de este modo, en mi blog privado, aporto un granito de arena más a la difusión de las maravillas de al Andalus, principal meta de la institución que lo publicó en su día y a la que, desde aquí, agradezco la labor que realiza. 
De esta historia (o historias), no voy a añadir nada más, salvo que su protagonista era ya anciano cuando se embarcó en ellas allá por el siglo IX, cuando al Andalus estaba todavía lejos del esplendor de Bagdad, El Cairo y otras ciudades musulmanas, pero que iba camino de convertirse, sólo cien años después, en uno de los focos de cultura más fructíferos del Islam. 
Antes de dar paso a mi artículo quiero señalar, también, que el novelista ubetense Jesús Maeso de la Torre publico su novela "Al Gazal: el viajero de los dos orientes" en 2000. No he leído todavía esta novela que supongo, por el prestigio de su autor, debe resultar interesante. No obstante, han de darse lógicas coincidencias entre este pequeño texto y esa mucho más estudiada obra, que hay que atribuir tanto a la coincidencia del discurso histórico como seguramente a la pura casualidad. 


Buque bizantino

Dice Ibn Hayyan en al-Muqtabis II que cuando el emir de al-Andalus Abderrahmán II escogió a Yahya ben Hakam al Bakrí, conocido como al Gazal, para enviarlo a Constantinopla como embajador, “al poeta le resultó penoso y pidió ser exonerado de partir”. A mitad del siglo IX cruzar el Mediterráneo podía ser muy peligroso, sobre todo para un anciano como él, que gozaba de una posición en la corte de Córdoba suficientemente buena como para jugársela en una incierta aventura. Los supuestos honores que aquella misión pudieran reportarle, la experiencia de conocer la corte de Bizancio, que para un joven resultaría impagable, a un viejo zorro curtido en las intrigas de palacio le semejaban más bien una trampa que le tendían sus enemigos, que, al parecer no eran pocos, en una corte donde se caminaba, a menudo, sobre el filo de una navaja. El mismo al Gazal compuso estos versos que expresan sus temores:


Dicen algunos que al Gazal es listo,
Y, consultados, lo propusieron a él.
No fue por eso, sino que me tuvieron
Por la persona más fácil de prescindir. (….)
Iré, mas los que quieran dañarme
Ante sí tienen los caprichos de la fortuna;
Ojalá sea designio de Dios que vuelva;
La cosa no depende de ellos.

De estas palabras cabe deducir los esfuerzos (ímprobos) que hizo el anciano poeta para no abandonar su puesto privilegiado junto al emir. De hecho, hubo de emplearse bien, casi toda su vida, para llegar hasta donde estaba. 



Dice I

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