viernes, 30 de agosto de 2013

Fernando de Villena, su punto de vista sobre los problemas de Granada y sus soluciones

Doy difusión a este artículo de Fernando de Villena sobre el estado de la ciudad y sobre ciertos desmanes, algunos verdaderamente absurdos, que sufre. El autor no se limita a señalar los problemas y aporta soluciones no costosas para el erario municipal; bastaría con poner fin al despilfarro "oficial". El autor no trata de sentar cátedra, estar o no de acuerdo con sus puntos de vista no importa tanto como comprender que es necesario hablar de esos problemas, abrir un debate ciudadano para reclamar el mejor futuro posible para nuestra querida Granada. Empezando por poder circular por ella con libertad.


La Gran Vía, insegura para los ciclistas 

SOBRE EL DETERIORO DE LA CIUDAD DE GRANADA BAJO LA ALCALDÍA DE TORRES HURTADO


                  Hay ciudades como Venecia, Florencia, Toledo o Granada que debieran estar regidas por alcaldes de gran sensibilidad y probado amor a la cultura. La nuestra no ha tenido esa suerte desde los días ya lejanos de don Antonio Gallego Burín. No vengo a hacer historia con este artículo, sino a denunciar el estado lamentable de Granada bajo el gobierno del último de sus alcaldes, José Torres Hurtado.
                  Llevaré a cabo un somero análisis de los principales problemas de la ciudad y nada mejor que comenzar por los barrios históricos. Hace un par de años nos sorprendía la portada del periódico “Ideal” con la imagen de la Puerta Monaita, uno de nuestros más bellos monumentos, llena de groseras pintadas. Rápidamente se tapió el acceso a la misma, pero ahora han abierto un nuevo boquete y vuelve ser lugar de botellón sin que se hable más del asunto. Es lo propio de Granada olvidar todo en seguida (bien lo intuyó Juan Ramón Jiménez) y pasar página. Y las consecuencias de esos olvidos las pagamos luego. Por ejemplo: ya hemos olvidado el despilfarro de la presentación del premio “García Lorca” en Nueva York con el vuelo y los gastos pagados casi una semana en uno de los hoteles más caros de la ciudad para los concejales y allegados, todo a costa, del presupuesto, asunto que incluso ha sido satirizado por Antonio Muñoz Molina, y cuyas consecuencias las pagamos con las penurias de hoy.


                  Pero volvamos a la Puerta Monaita ahora que se está celebrando de la manera más ramplona el cacareado Milenio del Reino de Granada. ¿No hubiera sido ésta la ocasión propicia para abrir un delicioso paseo histórico que, partiendo de esa Puerta Monaita fuese bordeando entre jardines la bella muralla zirí, incluyera el palacio nazarita de Daralhorra y llegase hasta el Arco de las Pesas y por allí hasta San Nicolás? Sería como una segunda Alhambra y no resulta complicado ponerla en marcha. Podría incluso ser una visita de pago a fin de cubrir los gastos (no demasiados) de ese posible nuevo itinerario turístico y ciudadano. Por supuesto, se descartaría de ese paseo el antiguo Callejón del Gallo en tanto que no se derribase el  horroroso edificio que se alzó allí años atrás (y justo es decirlo: el desmán en esta ocasión no fue de Torres Hurtado) y destrozó por completo aquel sitio tan emblemático.
                  En cuanto al cerro de San Miguel Alto, además de controlar con microscopio el crecimiento de la edificación en las cuevas existentes, considero que resultaría muy higiénica la medida de arrancar las espantosas escaleras de granito que parten su estampa campesina de aires lorquianos.
                  El otro gran problema del barrio está en la Carrera del Dauro. Cuando el gobierno municipal cortó por completo el tráfico por la misma no pudimos menos que aplaudir la medida. ¿Alguien puede imaginarse, por ejemplo, la Vía Tornaboni que en Florencia une la catedral con el palacio Viejo interrumpida por el tránsito de autobuses y taxis? Me temo que una vez más nuestra alcaldía ha cedido al chantaje de este poderoso gremio mucho más que a las peticiones de un puñado de vecinos para los que ya se había habilitado un transporte especial. Así pues, la calle más hermosa de nuestra ciudad apenas puede ser contemplada sosegadamente por los naturales y los visitantes, ya que están en constante riesgo de atropello. Cuando ocurra alguna desgracia tal vez se tomen medidas definitivas.

Vista del Cerro de san Miguel 
                  Y vamos con el Realejo, que se pavimentó con una falta de gusto tal que nos lleva a preguntarnos quiénes tienen el poder decisorio en estas cosas. Granito y cemento donde antes existía un adoquinado propio de las ciudades históricas. Por suerte, al menos, se conserva parte del empedrado granadino.
                  Al igual que toda la ciudad, el Campo del Príncipe se ha convertido en una trampa recaudatoria y no sólo para quien desee aparcar, aunque sea un solo instante. Todo el que pasea por allí a su perro sin cadena, incluso si es un caniche, corre el riesgo de que se le imponga una multa de ciento cincuenta euros. Y estos recaudadores son los mismos que hacen la vista gorda, ¿a cambio de qué?, con los lugares de la ciudad donde se trafica abiertamente con numerosas clases de drogas.
                  Otro problema del Realejo y de toda la ciudad es la carencia o por lo menos la mengua casi absoluta de policías en horario de noche y de empleados de limpieza. Ello conlleva que a cualquier hora de la madrugada te puedan despertar los gritos, las maldiciones y las trifulcas de algunos borrachos. La policía local y por ende el Ayuntamiento tienen la obligación de velar por el descanso de los ciudadanos. Son muchos los que madrugan para ir al trabajo o para realizar sus exámenes y no hay derecho a que un día y otro unos energúmenos les rompan una y otra vez el sueño.
                  Es incomprensible que dentro del recinto urbano se permitan las llamadas “salas after” que abren a las dos de la madrugada y cierran a las siete o las ocho, lugares donde se refugian los que ya van “calientes” de bebida. La calle Carril de San Cecilio y los muros de la iglesia del patrón de Granada, por ejemplo, se han convertido en el mingitorio público de muchos trasnochadores. El olor resulta insufrible y el suelo ahora está pegajoso y amarillento de tanto ácido úrico. Los pobres limpiadores que no han sido despedidos todavía por el Ayuntamiento no dan abasto. Esa falta de personal de hoy es una de las consecuencias, como antes dije, de los despilfarros de antes.
                  Y sin irnos del barrio todavía, he de consignar que en el terreno existente ante el hotel Alhambra Palace se encontraron hace año y medio los restos de una importantísima necrópolis árabe con cuevas abovedadas, escaleras y no sé qué más y, en lugar de realizarse una excavación en toda regla, se han comenzado a tapiar las cuevas y a cubrir todo de tierra, ignoro con qué fines.

Terrazas en el Realejo.
                  Salgamos ahora de esos arrabales antiguos y vayámonos al centro. Nuestro alcalde parece gobernar sólo para los que viven en la Gran Vía, Puerta Real o la calle Recogidas, pero no ha pensado mucho en los que precisan cruzar ese centro dos o tres veces cada día para ir a su trabajo o a los hospitales o a la universidad. Gran parte de Granada se extiende sobre una llanura. Una persona podría ir desde Almanjáyar o desde la Chana hasta el Zaidín o hasta la Avenida de Cervantes en bicicleta en muy poco tiempo. Pero hacerlo ahora entre coches y autobuses es jugarse la vida. Hace unos años se remodeló la Gran Vía. Era el momento de haber realizado allí un carril-bici. Los bordes de las aceras se han levantado peligrosa y absurdamente y ese espacio hubiera servido para crear dicho carril. Tal vez habría que haber prescindido de los arbolitos, que podrían haber sido colocados en las calles adyacentes. Nadie me acuse de ir contra la vegetación pues yo mismo, en otro artículo, he denunciado la desaparición injustificada de los árboles casi centenarios de la calle Palacios. No, nadie me acuse de ello, pero es que, siendo la calle Reyes Católicos y la Gran Vía el único paso entre la Granada del este y la del oeste , hay que aprovechar al máximo cada centímetro cuadrado para facilitar la vida de los granadinos.
                  Nuestro alcalde no comprende que llegan nuevas generaciones ávidas de un nuevo modelo de ciudad más acorde con las urbes de toda la Europa de hoy, una ciudad más ecológica, más cómoda y más culta. ¿A qué levantar un edificio tan feo como un embudo para el Centro García Lorca cuando existen palacios maravillosos en la ciudad como la Casa de los Vargas que se están viniendo abajo? ¿A qué pagar el Ayuntamiento alquileres de pisos y locales cuando no sabe qué hacer con palacios como el de la Cuesta de Santa Inés?
                  Otro problema es el de la estación de ferrocarril. Yo me pregunto: ¿Habrá leído alguna vez el señor Torres Hurtado el capítulo de “Granada, la bella” que Ganivet dedica a nuestra estación de trenes? Desde luego, yo se lo recomiendo.
                  Hablaba antes de las ciudades europeas. Pienso en Roma, en París, en Florencia, en Ámsterdam… donde las estaciones ferroviarias (y también las de autobuses) se ubican en el mismo centro con toda la comodidad que ello supone y no consigo explicarme qué intereses tiene el Ayuntamiento en llevarse la nuestra a las afueras de la ciudad.
                  En el lugar donde se halla nuestra estación, cuando el viajero llega puede ya contemplar una primera magnífica estampa de la ciudad, de San Jerónimo, de la catedral y de la torre de la Vela… Y esas primeras impresiones son muy importantes.


                  Pero es que aquí parece que nos molestan los turistas. Hay que gobernar para los de la calle Recogidas, pero también para todos los que viven del turismo en Granada, que son muchos, y lo que resulta bochornoso es que los autobuses que llevan a la Alhambra parezcan pequeñas cámaras de gas donde los visitantes se hacinan sin poder mover ni un pie. No es que esos pequeños autobuses constituyan un mal medio de transporte, no; lo que ocurre es que la oferta no se corresponde con la demanda. En lugar de salir uno cada quince minutos, tendrían que hacerlo cada tres. Y no hablemos de otras líneas de la “Rober”. Desde luego, no conozco nada tan nefasto como los monopolios. Si existieran varias empresas de autobuses urbanos no habría estos problemas.
                  ¿Y del aeropuerto, qué decir? Hace unos años gozábamos conexión con numerosas ciudades del exterior. A la alcaldía incluso se le hicieron ofertas para contar con muchas más, pero a Torres Hurtado no le pareció bien. Málaga hace veinticinco años era un poblachón cuando se la comparaba con Granada. Hoy es una ciudad dinámica que compagina con acierto tradición y modernidad. Y no es que allí gobierne éste o el otro partido. Se trata de las personas, de políticos que tengan amor a su ciudad, buen gusto y que escuchen a quienes entienden Eso es lo necesario y lo que aquí se echa de menos.
                  Antes de finalizar, quiero sugerir dos medidas sociales que considero muy necesarias para Granada: la creación de albergues para que los sin hogar sobrelleven el rigor del invierno, y la de piscinas públicas muy económicas para que los niños de familias humildes también disfruten del verano.


                  He escrito todo esto porque yo sí amo a Granada y me duele verla en las actuales circunstancias y no me vale que un mes antes de las elecciones el alcalde inaugure por todo lo alto la nueva imagen del Camino de Ronda después de que se hayan arruinado el setenta por ciento de los negocios que había allí.
                  Antenoche, hablando con un amigo mío muy culto, granadino de adopción, él me comentaba que aquí lo verdaderamente necesario sería un debate ciudadano en el que participaran personas de toda laya y en el que no todo se quedase en palabras, sino que a través del mismo se establecieran las bases para forjar la ciudad que todos queremos en las próximas décadas. Esa tal vez fuese la solución.


                                                                           Fernando de Villena
                                                De la Academia de Buenas Letras de Granada

Tocando con los dedos el Paraíso (1)

Inicio un nuevo artículo sobre la Alhambra, en el que abordo las diferentes etapas de construcción del monumento en su épocadora: el Emirato Nazarí. Para otra ocasión dejaré las transformaciones surgidas tras la conquista cristiana de Granada.

Fuente: http://www.revistadepatrimonio.es















Como toda gran obra, la Alhambra tuvo su planteamiento, su desarrollo y su desenlace. Sin embargo, no existe ningún texto escrito que nos cuente esa gran tragicomedia. Las fuentes históricas árabes no ayudan demasiado, aunque aporten infinidad de detalles, relativamente irrelevantes, referentes a la genealogía, que, además de farragosos, pierden enseguida valor para el historiador; también abundan las alusiones pomposas a la política de tal o cual gobernante, siendo siempre sospechoso el cronista de falsear la verdad o, cuanto menos, de enmascararla, bien para medrar en la corte, bien simplemente para proteger su posición y hasta su vida. Sin embargo, apenas hay detalles de cuestiones que sí resultarían hoy verdaderamente útiles, como la forma de vida dentro de la ciudadela, la economía, las interacciones culturales o la propia génesis del monumento.

El secano, centro de la medina alhambreña, guarda muchos secretos que la Arqueología puede desvelar.












Para llenar estas lagunas, la Arqueología se constituye en la principal herramienta. Ya decimos que no es fácil saber, por ejemplo, quién y cómo mandó construir tal castillo, mucho menos averiguar cómo fue su planificación. Pues bien, en nuestro caso, tenemos algo de suerte y, gracias a tres escuetas noticias, casi idénticas, podemos hacernos una idea bastante exacta de cuáles fueron las primeras decisiones de Alhamar,  fundador de la dinastía nazarí, para emprender su gran proyecto. La más elocuente es la recogida por el Bayan (1) de Ibn Idari:

“Subió Abú Abd-Alláh b. al-Ahmar desde Granada al lugar de la Alhambra, lo inspeccionó todo y marcó los cimientos del Castillo y dejó en él quien los excavase y no terminó el año sin que el castillo tuviese elevadas construcciones de defensa. Le llevó agua del río, levantando un azud y excavando una acequia exclusiva para ello”.

Acequia aReal en el Generalife: con ella empezó todo.

(1) Ibn Idari al Marrakusí: al Bayan al Mugríb fi Ijtisar ajbar Muluk al Andalus wa al Magrib. Traducción de A,. Huici Miranda, Tetuán, 1925. p. 125. Las otras dos referencias son del llamado Manuscrito Anónimo de Madrid y Copenhague. Traducción de A. Huici Miranda, Madrid, 197, p. 173; y de la obra de Ibn Jaldún “Historie des Banou-l-Ahmar, rois de Grenade”. Traducción al francés de M. Gaudefrois-Demombines, Journal Asiatique, XX (1898), pp. 319, 322.323.

viernes, 23 de agosto de 2013

Hola, misterioso lector

Hay alguien que, desde el otro lado del Atlántico, muy al otro lado, parece seguir este blog con interés casi automático. esa persona sabe quién es. Agradecería que refrendase ese interés con algún comentario o una presentación. Más que nada para saciar mi intriga.
Gracias.

La colina de los prodigios (y IX)



Sin embargo, en tiempos de Alhamar, la verdadera dueña de la Sabika era la vida salvaje. Por entonces la flora y la fauna mediterránea, todavía superviviente hoy en gran medida en las estribaciones de la ciudadela, proliferaba, convirtiéndose la zona en lugar de caza ideal, sobre todo para la práctica de actividades tan espectaculares y apreciadas por las clases altas de al Andalus como la cetrería.
 
La cetrería era una actividad propia de las clases altas en el Medievo.
Así, pues, el primer rey nazarí debió toparse con un entorno casi virgen, magnífico para la caza, desde luego, pero inhabitable en ese momento, al carecer de cursos de agua permanentes ni, dadas sus mismas características edáficas, acumular reservas subterráneas a partir de las cuales generar pozos. Antes la única forma de llevar hasta esa altura algo de agua era ascenderla desde el río trabajosamente mediante caballerías. Por esa misma razón, la vieja Alcazaba Roja Zirí estaba unida al lecho fluvial con una coracha, que permitía seguir obteniendo el preciado líquido en caso de asedio. 
No cabía duda de que ésa era una solución si únicamente se pretendía surtir a una pequeña guarnición como la que debía albergar en su momento el viejo castillo zirí. Sin embargo, resultaba inviable para acometer un proyecto de ciudad áulica como el que inició Alhamar y completaron, poco a poco, sus descendientes. Así, poner los medios para transportar agua a la Sabika resultaba indispensable para comenzar a trazar la que sería la ciudadela roja de los Nazaríes.

jueves, 22 de agosto de 2013

La colina de los prodigios (VIII)



Otra característica del conglomerado Alhambra es que, al picarlo, no se desmorona fácilmente. Por el contrario, produce paredes, si no perfectamente regulares, sí bastante compactas, lo que facilita la construcción de, por ejemplo, túneles o albercas. Además, tan magnífica estabilidad resulta una garantía ante inesperados desprendimientos del terreno, como los que han afectado a lo largo de la historia al tajo de san Pedro. Y también se muestra muy capaz de soportar mejor que otro tipo de materiales los temblores sísmicos, relativamente frecuentes en Granada.

El tajo de San Pedro ha sostenido durante siglos a los palacios nazaríes. Fuente: ideal.es
No tardaría Alhamar en comprobar la consistencia de estos materiales al examinar los muros de las viejas fortificaciones erigidas en el siglo XI por los Ziríes, la de Torres Bermejas y el antiguo castillo construido en el mismo lugar donde hoy se levanta la Alcazaba alhambreña. Que sepamos eran las dos únicas construcciones presentes en la Sabika en el momento en que Muhammad I subió a inspeccionarla. No se puede descartar que en otras épocas, tanto durante la dominación musulmana como, sobre todo, en tiempos de los romanos, la zona presentase algún tipo de población, sobre todo de cara a la búsqueda de oro, tan frecuente en otros tiempos en las cuencas del Genil y especialmente del Darro (río éste último cuyo mismo nombre remite al metal precioso) (3)
Buscadores de oro en el río Darro, hacia finales de los años 40. Fuente: granadablogs.com

(3) El investigador del CSIC Luis José García Pulido, ligado a la Escuela de Estudios Árabes se doctoró en 2008 con una interesante tesis denominada Análisis evolutivo del territorio de la Alhambra (Granada): El Cerro del Sol en la Antigüedad romana y en la Edad Media. En ella aporta luz a varias cuestiones aún sin resolver relacionadas con el entorno de la Alhambra. Aunque esta investigación no ha podido demostrar la existencia de explotaciones auríferas en el Cerro del Sol, sí ha dejado en evidencia importantes tramos en dicho cerro de una calzada romana que podría servir para poner en comunicación los numerosos yacimientos auríferos del entorno cercano. 

miércoles, 21 de agosto de 2013

La colina de los prodigios (VII)



Como se puede ver, la orografía de la colina roja resultaba el mejor de los acicates para poner en marcha el proyecto que comenzaba a fraguarse en la mente de Alhamar. Pero éste aún habría de descubrir otra ventaja añadida y, seguramente inesperada por él: las inmejorables condiciones para la construcción de la tierra misma que pisaba. Ésta, entonces como hoy, se componía de un material que ha sido bautizado por los geólogos muy apropiadamente como “conglomerado Alhambra”. Esta amalgama de materiales, donde se alternan vetas rojizas, anaranjadas, grisáceas y pardas, es una mezcla de piedras de diferentes tamaños: arena de cuarzo y micas, incluso partículas de oro, más una arcilla especial de color rojo fuerte, conocida popularmente como alpañata. Esta arcilla se convierte en el elemento fundamental de este tipo de suelo al ser el aglutinante del resto de materiales. 

Corte en un terreno cercano al Llano de la Perdiz, del conglomerado Alhambra. Fuente: http://servidorgeodin.ugr.es
El conglomerado Alhambra predomina también en las colinas vecinas, pero en la Sabika presenta más solidez, ya que en ella es más abundante la alpañata.
Las cualidades sobresalientes de este particular asiento permitieron a los constructores de la Alhambra realizar cimentaciones muy estables sin necesidad de ampliar la base de los muros. Su consistencia es tal que añadiendo al terreno otros materiales, como piedras, cal y hormigón, los cimientos quedan perfectamente sellados. Y ello por obra y gracia de la prodigiosa compactación del conglomerado Alhambra sobre todo lo que toca. Es como si este material tuviese la capacidad única de adherirse como un pegamento natural a su entorno hasta el punto de “conquistar” con su particular color cualquier estructura que se inserte en él, como queda bien claro en las murallas de todo el recinto.

Torres y muros de la Alcazaba, de color rojizo por efecto del conglomerado con que fueron edificados. Fuente: www.flickr.com 

martes, 20 de agosto de 2013

La colina de los prodigios (VI)


Si seguimos rodeando la Sabika y su territorio limítrofe, hacia el sur aquélla vuelve a desbordarse, aunque no tan abruptamente como en su cara norte, para desembocar ahora en el valle del Genil, el otro río que la bordea y la ha ido modelando. En esta vertiente, seccionada en varias partes por la acción de las torrenteras, han crecido los barrios del Barranco del Abogado, el Realejo y la Antequeruela. 

Barranco del Abogado, en la ladera sur de la Sabika. Fuente: ideal.es
En caso de superar este farallón meridional más accesible, una tropa enemiga no lo tendría nada fácil, pues aún toparía con un obstáculo añadido, ya sobre la misma Sabika. Se trata del barranco que, partiendo la colina en dos, desemboca en la Cuesta de Gomérez y alrededor del cual crecen hoy los bosques de la Alhambra, pero que en tiempos de los nazaríes estaba desarbolado, por razones obvias. Esta nueva garganta separa, a modo de foso, un promontorio llamado del Mauror, dominado por las Torres Bermejas, de la ciudadela roja situada al otro lado de la rambla.
Grabado antiguo donde se aprecian las Torres bermejas, a la derecha, y la Alhambra, separadas por  un barranco. Fuente: http://slowhomes.es
Para completar nuestro recorrido, sólo queda referirse al breve tramo occidental de la Sabika, que es también su punta de lanza y el lugar donde se alza la Torre de la Vela. En este emplazamiento la colina vuelve a desplomarse bruscamente en sus primeros metros, pero no tarda en suavizar bastante esa caída convirtiéndose en cuesta mucho menos abrupta por donde hoy se extienden los barrios de la Churra y la Almanzora. Será, por tanto, ésta la parte más vulnerable y expuesta a posibles ataques y, naturalmente, el lugar más lógico para emplazar las más potentes defensas, esto es: la Alcazaba.


Punta occidental de la Sabika, coronada por la Torre de la Vela, desde Plaza Nueva.  Fuente: megustagranada.blogpot.es.com

lunes, 19 de agosto de 2013

La colina de los prodigios (V)

A poco que se observe, la Sabika presenta el aspecto de una fortaleza natural perfecta. Perfecta porque, además de ser bastante llana en su base, lo que facilitaría en su caso cualquier tarea de urbanización, presenta en sus bordes farallones de vértigo y profundos tajos, obstáculos naturales que la aíslan del territorio circundante, lo mismo del llano que se extiende a sus pies como de las otras colinas y del piedemonte en el que se integra.
Vista aérea de la Alhambra, perfectamente ceñida a la colina de la Sabika. Fuente: http://waste.ideal.es
Para entender más exactamente las excelentes condiciones naturales de defensa que ofrece este promontorio, vamos a proceder a describirlo, siguiendo el sentido de las agujas del reloj. Comencemos por el norte, donde se extiende el llamado Bosque de san Pedro y se alza la torre de Comares. Allí la Sabika se muestra imponente en forma de pared casi vertical surgida de la implacable erosión durante muchos miles de años del río Darro, el cual, a su vez, hace las veces de foso natural. Si avanzamos hacia el este, remontando el cauce fluvial, el paredón de san Pedro se ve interrumpido por una nueva y no menos eficaz defensa: la Cuesta de los Chinos, también conocida como del Rey Chico o de los Muertos (2). Esta profunda barranquera aísla la colina roja del Cerro del Sol, una elevación que supera los 1.000 metros por encima de la Sabika y donde se construyó el Generalife y otras almunias reales. Por encima del Cerro del Sol, conocido en época nazarí como el Monte de la Novia (Yabál al-Arúsa) sólo hay montañas, por lo que cualquier ataque desde el este y el sureste resultaría prácticamente inviable.

Cerro del Sol, alzándose sobre la Alhambra, Fuente: http://waste.ideal.es

(2) La denominación Cuesta de los Chinos se debe a los cantos con que fue empedrada a principios del siglo XX. La de Rey Chico proviene de una leyenda que asegura que por ella huyó Boabdil hacia el Albaicín para dirigir una conspiración contra su padre, Muley Hacén. Finalmente, se la llama Cuesta de los Muertos porque ha sido, desde finales del siglo XIX y hasta épocas recientes, habitual paso de comitivas fúnebres hacia el cementerio de san José, situado al este del Cerro del Sol. Otra denominación menos conocida es la de Cuesta de los Molinos, por haber albergado este lugar numerosos ingenios hidráulicos. 


La colina de los prodigios (IV)




Río Beiro, el menos conocidos de los tres cauces fluviales que pasan por Granada capital.
Granada entonces, como hasta hace relativamente poco, apenas se extendía por la Vega, zona demasiado vulnerable y muy poco defendible si se comparaba con las cercanas montañas. Era una ciudad tendida sobre tres colinas de una altura más o menos similar, situadas allí donde convergen el piedemonte de Sierra Nevada y la depresión en la que desembocan sus tres ríos: el Genil, el Darro y el Beiro. Éstos, procedentes de las montañas, han abierto con el tiempo grandes surcos que separan estas colinas, diferenciándolas así nítidamente. La de san Cristóbal presenta unas escarpaduras considerables pero, al ser la más occidental, era también, en la época de fundación del Reino Nazarí, la más expuesta a posibles ataques desde las llanuras del norte y oeste, direcciones de llegada obligatorias para cualquier ejército invasor; la de san Nicolás, situada entre las otras dos, es la menos elevada y abrupta y, por tanto, resultaba la más vulnerable. 
Vista desde la Alhambra de las colinas de san Nicolás, en primer término, y san Cristóbal, al fondo a la derecha, que conforman el Albaicín.
Lindando con ésta, al otro lado del río Darro, se alza la colina menos accesible de las tres: la Sabika. No sólo es la más alta, con casi 800 metros, sino también la de más difícil acceso desde el llano y, sobre todo, la mejor aislada. En suma, sin duda, la más segura y el lugar que Alhamar eligió, en buena lógica, para encastillarse.

jueves, 15 de agosto de 2013

La colina de los prodigios (III)

Emblema epigráfico de los Nazaríes, omnipresente en la Alhambra

Pero para que ese milagro, la supervivencia de su incipiente reino y, con él de todo al Andalus, fuese posible, era preciso refugiarse en un lugar plenamente seguro, mucho menos accesible que el Albaicín y que ofreciese grandes dificultades para mantener un sitio prolongado; en suma, un bastión cuyo sólo emplazamiento sirviera de disuasión a posibles atacantes. Pues bien: ese lugar para resistir hasta el final, siempre con la ayuda de Dios (no es casualidad que Alhamar eligiera como emblema dinástico el ya famoso lema “No hay más vencedor que Allah”) existía y quedaba muy cerca porque se podía contemplar desde las mismas almenas de la Alcazaba Vieja. Era la Sabika, una colina para un milagro. En ese sentido, el monarca tuvo la suerte de encontrar el sitio perfecto y también de contar con los reflejos de quien, sintiéndose acorralado, sabe reaccionar sin dejarse llevar por el pánico.
Vista de la ciudadela, asentada sobre la colina de la Sabika, desde el Cerro del Sol.

miércoles, 14 de agosto de 2013

La colina de los prodigios (II)


Hacia 1232, fecha en que es fundada en Arjona (Jaén) la dinastía nazarí, al Andalus estaba al borde de la extinción. Mientras los cristianos habían logrado sellar, por primera vez desde hacía tiempo, un pacto de no agresión para desplegar todas su energías contra los musulmanes, éstos las derrochaban luchando entre sí por los despojos del Imperio Almohade.


Sólo unos meses antes de entrar en Granada en 1238 como rey, el primer nazarí había apoyado al rey castellano Fernando III en la conquista de Córdoba. Su pacto implicaba aportar tropas y tributos a los castellanos a cambio de que éstos dejaran que prosperase su incipiente reino. Y, de paso, ese acuerdo “contra natura” le permitía obtener ventaja sobre otros cabecillas musulmanes que intentaban también sobrevivir, caso del murciano Ibn Hud. Pero Alhamar no era tan ingenuo como para pensar que su eventual tregua con los cristianos podía durar por siempre. Antes, más bien estaría convencido de que éstos no iban a tardar mucho en lanzar una última ofensiva sobre sus territorios para, de ese modo, completar la conquista de al Andalus y acabar así definitivamente con el poder musulmán en la Península. Por eso, al tiempo que pactaba con ellos, no dejaba de prepararse a conciencia contra ellos. 


martes, 13 de agosto de 2013

La colina de los prodigios (I)


La Alhambra, su gestación y supervivencia, tienen mucho de milagroso. No sólo porque es un monumento prodigioso en todos los sentidos, sino por su capacidad de resistencia al paso del tiempo, a varios desastres y a los cambios operados por los diferentes dueños que la han poseído y amado. Sus primeros señores y creadores fueron los Nazaríes, la última dinastía andalusí que, en el canto de cisne de la cultura hispanomusulmana, buscaron un refugio seguro en la imponente y casi inexpugnable colina de la Sabika, En ese espacio privilegiado fueron cimentando poco a poco una ciudadela palatina donde cualquier sueño fuera posible. El primero de esos reyes fue el singular Muhammad Ibn Yusuf Ibn Nasr “Alhamar”. Vamos a tratar de recrear en este artículo cómo se abrió paso en su mente un proyecto destinado a ser recordado por muchas generaciones.
 
Murallas de la Alcazaba Qadima o Vieja de Granada.
Antes de emprender la gran aventura de construir la Alhambra, y nada más tomar posesión de la ciudad de Granada, Alhamar se instaló en la Alcazaba Qadima, tradicional asiento del poder hasta ese momento, que no tardó mucho en abandonar. Resulta imposible saber por qué no aprovechó la antigua alcazaba, que hubiera sido lo más fácil, y se decidió a crear un nuevo emplazamiento para él mismo, su familia y toda su clientela, que debía constituir un numeroso contingente.
Podemos especular con que la Alcazaba Qadima se encontrase semi arruinada y en estado de abandono, quizás por efecto de un devastador terremoto que asoló al Andalus en 1170 (1); quizás, más probablemente, fruto de la época de caos que siguió al debilitamiento del poder almohade, tras la batalla de las Navas de Tolosa en 1212. Pero nos aventuramos a creer que ésas no fueron sus principales razones. No hubiera tardado mucho en reparar y fortificar el viejo recinto pero ¿resultaría éste lo suficientemente eficaz, llegado el momento, como para resistir un asalto en toda regla de los cristianos, quienes ya en ese momento estaban conquistando palmo a palmo todo el valle del Guadalquivir?

 
Grabado que recrea la batalla de las Navas de Tolosa o al Uqab, según los árabes

(1) Tanto Ibn Idari como Ibn Sahíb al Salá se refieren a este seísmo y señalan, con respecto a Granada, que se vieron afectados algunos alminares y numerosas casas.

Alhambra inadvertida: Al borde del Extasis

Sueño, fantasía, visión maravillosa, belleza indescriptible... son algunas de las palabras que pueden pasar por la mente de quien contempla,...